Fecha de publicación: 1985
Valoración: Recomendable
Esta novela corta (poco más de 100 páginas), finalista del Premio Herralde de novela de 1984, fue para mí una breve y agradable sorpresa que no puedo por menos de recomendar.
Llegué a ella por pura casualidad, ojeando las estanterías de la biblioteca, y el resumen que leí en su contraportada y las (buenas, por supuesto) críticas que lo acompañaban, hizo que me decidiera enseguida a llevármela conmigo.
Tardé en leerla una tarde y la sensación que me dejó fue muy parecida a la del "caramelo de pimienta" con el que la comparaba uno de los críticos que la alababan.
Esta obra del recientemente fallecido Javier Tomeo (un autor muy reconocido a nivel internacional, en Francia, especialmente), tuvo su correspondiente adaptación teatral, y no me extraña: al leerla, tuve la sensación de estar presenciando una pieza dramática con dos únicos actores y una atmósfera un tanto lúgubre y asfixiante a la par que limpia y ordenada. No por nada, el único escenario de la historia es un despacho en el que el señor Krugger, seleccionador de personal de cierta empresa, hace una entrevista de trabajo al personaje principal.
Y aunque pueda parecer imposible que en una situación así un tipo le acabe contando sus obras y milagros a un desconocido ante el que se ha plantado para hacerse con un puesto de trabajo (como vigilante, por cierto), Tomeo logra que nos lo creamos, y poco a poco, gracias a las preguntas de Krugger y las ansias de hablar de su interpelado, vamos conciendo la peculiar vida que arrastra este último, un hombre de treinta años que vive con su acaparadora madre viuda, sin ningún hermano ni hermana, y que nunca, en su vida, ha trabajado, algo en lo que su progenitora ha tenido mucho que ver.
Así, sirviéndonos del guía de Krugger (un guía que no duda en meter ciertas pullas y comentarios insidiosos de vez en cuando), el intrigante, en ocasiones penoso, en otras brillante y un punto maquiavélico, entrevistado, nos irá revelando la naturaleza de su existencia, condicionada de forma insana por la presencia absoluta y narcotizante de su "madre gata": el tercer e invisible personaje de la trama, que vive y se presenta ante los lectores gracias al relato que de ella hace su hijo.
Y aunque quizás no fuera su intención, Krugger también dejará al descubierto mucho de sí mismo en esta peculiar entrevista que pondría los pelos como escarpias a los cuadriculados profesionales de los Recursos Humanos que pueblan las empresas actualmente.
Recomendable, en fin. Y que apenas se necesita una tarde de verano para saborear este peculiar sabor dulce y pimentoso, y mirar de otra forma a las madres que nos rodean...
También de Javier Tomeo en ULAD: Diálogo en re mayor, Historias mínimas, Constructores de monstruos
ResponderEliminarUna obrita excelente, escrita en clave de humor, pero que encierra una profunda reflexión sobre las relaciones familiares. Tomeo es uno de nuestros grandes escritores, más conocido fuera de nuestras fronteras que en España.
El Castillo de la carta cifrada es otro libro maravilloso de Tomeo que me hizo disfrutar mucho.