Idioma original: inglés
Título original: Do Androids Dream Of Electric Sheep?
Fecha de publicación: 1968
Valoración: Muy recomendable
No sé ni por dónde empezar. No sé, ¿diciendo que, al fin, he leído el libro en el que se inspiró mi película preferida? Porque así es: la novela de aparatoso e hilarante título que hoy reseño le sirvió al talentoso pero irregular director británico Ridley Scott para filmar (muy libremente, eso sí) en 1982 esa joya de la ciencia-ficción que es Blade Runner.
Y aunque me cueste horrores, trataré de no convertir este post en una serie de elaboradas comparaciones entre el libro y la película, a saber: personajes eliminados en la versión cinematográfica, humanidad mucho más explícita de los androides de los fotogramas, ausencia de la mitología que presenta el libro, etc. Aunque creo que me va ser imposible no decir nada sobre el prodigioso monólogo final del villano de la función, que por méritos propios ha pasado a la historia del llamado Séptimo Arte.
Pero quedémonos con los pies sobre el papel...
La historia de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? se desarrolla en un futuro hipotético (2021 en la edición que yo he leído; dicen que 1992 en otras ediciones...) y desolador, tras una Guerra Mundial Terminal que ha dejado la Tierra febril y llena de polvo radiactivo. Por eso, las autoridades animan a los terrícolas a emigrar a las colonias espaciales que por ahí hay montadas. Es que el planeta agoniza, sí. La mayor parte de sus especies animales están extinguidas y sus habitantes, entregados al caos de las lúgubres ciudades en las que se amontonan, pueden sentirse afortunados si no enferman.
En Marte, los humanos colonizadores utilizan androides de pluscuamperfecta apariencia humana pero de vida limitada a unos pocos años y rasgos en sus conductas que demuestran que en realidad son máquinas. La situación se caldea cuando un grupo de estos androides, los punteros Nexus-6, se escapan violentamente del Planeta Rojo y recalan en la Tierra dispuestos a infiltrarse y vivir con normalidad entre la población humana.
Sin embargo, una serie de cazadores de androides harán que sus ideas se vengan abajo. Uno de estos hombres es Rick Deckard, el protagonista de la función (Harrison Ford en la pantalla grande, tenía que decirlo), cuyas andanzas para eliminar a estas máquinas humanoides son la materia de esta novela: esta demencial, visionaria, atrevida y agitadora novela.
Un análisis pormenorizado de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? me obligaría a hablar con detenimiento de los numerosos y brillantes detalles que la nutren y enriquecen, como el peculiar test que se hace a los sospechos de ser androides para pillarles, o la obsesión de Deckard por tener un animal "de verdad", o cierto instrumento doméstico que introduce emociones en sus usuarios, o de ese sosias de Dios llamado Mercer al que se accede a través de un aparato electrónico, etc... Pero me limitaré a aconsejar con ímpetu y pasión a quien esté leyendo esta reseña que se anime a leer la novela de la que habla, un libro corto pero impactante en el que se tratan cuestiones tan humanas y existenciales que no hacen sino dotar al término "ciencia-ficción" de un barniz de tragedia y sentimiento difícil de igualar.
Porque puede que al principio del libro Rick Deckard tenga claro que los androides, máquinas con fecha de caducidad próxima y ausencia de empatía, no son personas pese a que se comporten y se parezcan a ellas, pero a medida que avanza la trama, el lector va comprobando cómo las dudas nacen en el corazón del peculiar cazador cuyo corcel es un coche volador y que pese a estar casado, no puede evitar sentirse atraído por uno de esos hermosos sacos eléctricos que, en teoría, tanto recelo le despiertan.
Por lo tanto, considero que esta novela del genial lunático e hiper-adaptado al cine Philip K. Dick es una lectura absolutamente recomendable que no le lleva a uno más de tres tardes pero que le sumerge en un universo no tan remoto y muy difícil de olvidar.
Y bueno, qué se le va hacer. Una no es una máquina, no me resisto, así que termino este post mencionando el archifamoso monólogo del final de Blade Runner. Surge de la impecable boca del líder de los Nexus-6, el interesante y terrible Roy Baty, interpretado por un arquetipo ario de sangre holandesa llamado Rutger Hauer. Dicen que fue el propio actor el que escribió su monólogo y la verdad es que cada vez que lo escucho, se me pone la piel de gallina. Conozco a personas que hasta lloran, y no me extraña. Vamos, que me creo que para escribirlo Hauer se inspirara en el poema El barco ebrio de Arthur Rimbaud. Eso se rumorea.
Ahí queda eso. Espero que este post no se pierda en el tiempo como lágrimas en la lluvia...
También de Philip K. Dick en ULAD: Ubik, El hombre en el castillo
No puedo decir que Blade Runner sea mi película favorita, pero sin duda es un peliculón. Y el libro, otro tanto.
ResponderEliminarLo leí después (mucho después) de haber visto la peli y, aunque al principio me ciscaba un poco en que las dos historias fueran tan diferentes, al final lo terminé agradeciendo. Porque nos presentan dos caras de la misma moneda y ninguna pesa sobre la otra, sino que se complementan.
Y sí, coincido contigo, este libro es un must, sin duda alguna.
El libro es muy diferente de la película, es cierto, y añade elementos muy interesantes como puede ser la importancia de las animales, del caché social que conferían las mascotas.
ResponderEliminarNo obstante, siempre bajo mi opinión, creo que éste es un claro ejemplo en el que la película supera claramente a la literatura. Como también es el caso de -¡herejía va!- "El Señor de los Anillos".
Hala, ya lo he dicho...
: P
Me gustó este libro, la película no la he visto aunque tengo entendido que es muy diferente…
ResponderEliminarSí, la verdad es que el libro y la película tienen muchas diferencias. Pero en serio, merece mucho mucho mucho la pena ver "Blade Runner"...
ResponderEliminarTENGO LA PELÍCULA Y TODAVIA NO LA VI, ESTOY ESPERANDO A COMPRARME EL LIBRO Y LEERLO Y DESPUES MIRAR LA PELÍCULA
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