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martes, 9 de junio de 2009

J. G. Ballard: La sequía

Idioma original: inglés
Título original: The Drought
Fecha de publicación: 1979
Valoración: se deja leer

Bueno, tratándose de Ballard, el título no deja mucho lugar a la imaginación, ¿no? En efecto: un terrible futuro cercano en el que el planeta se rebela frente a las injerencias humanas en el medio ambiente y, sencillamente, corta el grifo de la lluvia. Siendo justos, Ballard se molesta en buscar una explicación verosímil (o que al menos lo parece) a su sequía: los vertidos tóxicos al mar acaban generando una fina pero muy resistente película sobre el agua que impide su evaporación. El resultado es un cielo inmaculadamente azul durante años.

La novela narra las consecuencias de la sequía sobre las condiciones de vida de los habitantes de Hamilton, un pueblecito a orillas de un lago que no tarda en secarse. Ante la falta de agua potable, el gobierno decide evacuar las ciudades, dirigiendo a la población hacia la costa, donde se construyen plantas desalinizadoras. El doctor Charles Ransom, tras la clausura del hospital donde trabajaba, no tiene ya nada que hacer en su casa y, sin embargo, parece resistirse a marcharse (lo que no acaba de entenderse del todo). La escena de una ciudad casi vacía, por la que pulula gente cada vez más desesperada, le atrae de alguna manera. Aún así, en poco tiempo se convence de que quedarse allí no puede depararle nada bueno: un excéntrico millonario planea incendiar la ciudad, un predicador fanático ve en la sequía una prueba divina y aparecen unos enigmáticos grupos de pescadores que reclutan gente, sin muchos miramientos, para buscar un improbable río en el interior del país.

Para cuando el protagonista se decide a viajar a la costa junto a otros desesperados de última hora, lo que se encuentra allí no es muy prometedor. Quizá uno de los mejores pasajes de la novela sea la descripción de los campamentos improvisados que cercan las playas, protegidas por el ejército. Ballard logra captar en un par de páginas la radical transformación de todos los hábitos sociales cuando de pronto se pone en cuestión lo que jamás se hubiera imaginado. En los campamentos todos desconfían, todos se ven como enemigos. A partir de ahí, la novela da un salto cronológico y se nos muestra la vida en las playas tras años de sequía. Han surgido nuevas formas sociales (o más bien han resucitado algunas ya viejas) y la gente parece haberse adaptado a la situación. Las montañas de sal que producen las plantas forman un paisaje desértico, salpicado por los restos inservibles de la antigua técnica. La novela acaba con el regreso de Ransom a su ciudad, donde encontrará insospechados supervivientes con un turbio modo de vida.

La verdad es que a mí la novela no me ha enganchado y, de hecho, me ha costado mucho resumir aquí el argumento, porque no me ha quedado ninguna imagen clara general de lo que se narra. Da la sensación de que Ballard hila una serie de peripecias que suceden a raíz de la falta de agua, pero sin que las acciones de los personajes lleguen a estar motivadas de verdad, ni a integrarse en un curso creíble. Ransom es un personaje apático hasta el extremo, al que parece darle igual deambular por una ciudad abandonada o pescar trabajosamente un par de peces para sobrevivir. Parece libre de todo afecto, de todo deseo, de todo odio. Y eso, aunque el autor nos aclara de vez en cuando que siente temor ante Quilter o cariño por Philip Jordan. Se dice, pero no se ve.

Esa sensación es recurrente en la novela: Ballard da pistas sobre lo que quiere decir, pero no consigue plasmarlo en lo que narra. Aquí y allá deja caer algo sobre cómo en una situación tan extrema y sin esperanza de cambio la gente parece perder su identidad. Una idea interesante que, sin embargo, no se acaba de ver en la novela. La falta de contornos de Ransom podría explicarse como consecuencia de la situación que vive, pero lo cierto es que ya desde el principio es un personaje casi robótico, con el que es imposible empatizar. El lector no entiende porqué decide quedarse más tiempo en la ciudad abandonada, ni porqué, de pronto, decide abandonar la comunidad de la costa. Ransom no pierde ninguna identidad, porque no llega a tenerla en ningún momento.

En general, parece que Ballard trata de transmitir ciertas tesis sobre la identidad personal y los vínculos sociales, y no consigue darles un auténtico cuerpo novelesco. Falta sustancia, credibilidad.

También de Ballard: El mundo de CristalLa exhibición de atrocidadesRascacielosCrash, Avió en vol ras

10 comentarios:

  1. La verdad es que Ballard es un escritor extraño, pero lo que no se le puede negar es su absoluta falta de complejos (algunos dirían, de escrúpulos) a la hora de plantear sus argumentos. Tiene varios libros apocalípticos: El mundo de cristal, que ya reseñamos aquí; El mundo sumergido, que es como la contrapropuesta de La sequía, porque el mundo se está inundando en vez de secarse...

    Y luego tiene otros libros muy extraños: Crash es una absoluta brutalidad que habla de sexo y accidentes de tráfico de manera gráfica, explícita y provocadora; La exhibición de atrocidades es como una compilación de microrrelatos sobre todos los tipos de violencia y perversión posibles; en Compañía de Sueños Ilimitada un piloto de avioneta sufre un accidente y se transforma en algo así como un dios de la fertilidad...

    Y mención aparte merece la autobiográfica El imperio del sol, de la que hizo película Steven Spielberg, que cuenta las aventuras del joven Ballard durante la Segunda Guerra Mundial. No creo que sea descabellado pensar que ese desapego de Ballard del que habla Jaime, y su atracción por las formas más grotescas de violencia, tienen su origen en estas experiencias tempranas...

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Mmm...Así que el repelente niño Vicente interpretado por Christian Bale escribía cosas
    así...Interesante.

    Me gustaría escribir algo sobre un futuro apocalíptico, pero es prácticamente imposible no caer en los tópicos ni imitar a Ballard, Bradbury, o al mundo de replicantes que sueñan con ovejas eléctricas de Dick.

    Habrá que inspirarse paseándose a eso de las cinco de la mañana por las fiestas estivales que en breve animarán nuestros pueblos...

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  4. Me ha quedado una entrada larguísima, me acabo de dar cuenta.. Es que me declaro incapaz de resumir el argumento de ese libro, si es que tiene alguno..
    La verdad es que hace un tiempo leí unos cuentos de Ballard (me parece que era Mitos del futuro próximo, o algo así) y me gustaron bastante. Pero si lo pienso, creo que también tenían ese toque como de parábola post-moderna, sin chicha ni limoná.

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  5. ¡Hala, Santi, me acabo de dar cuenta de que has cambiado ya todas las etiquetas! Muchas gracias: ¡vaya trabajazo! Y añade todos los signos de admiración que conozcas: se me ha caído el monóculo, tengo las dos cejas enarcadas, la mandíbula inferior colgando, la boca abierta, los ojos como platos...

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  6. Jejeje, utilizando las posibilidades de búsqueda, aplicación y borrado de etiquetas de blogger, tampoco me costó tanto.

    Por si algún lector inquieto del blog se está preguntando qué ha cambiado en las etiquetas, los cambios han sido dos:

    -Sustituir "literatura en español/inglés/alemán..." por "libros en español/inglés/alemán...", porque nos parecía excesivo utilizar el término "literatura" en un sentido tan amplio como para abarcar la filosofía, la historia, los libros religiosos...

    -Añadir una nueva etiqueta a cada entrada, que coincide con la valoración del libro, para facilitar que los lectores puedan (podáis) ver todos los libros que nos parecen "imprescindibles", "muy recomendables", "repugnantes"...

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  7. No quiero leer el artículo porque no tengo acceso a "La Sequía" pero te puse un comentario en "Crystal World"

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  8. Gracias por pasarte, allí te contesto! (Y perdón porque casi te destripo el libro antes de que lo leas, jeje..)

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  9. Ballard, a mi humilde entender, es un escritor para iniciados, Ballard es DISTOPIA, buscar trama y estructura en sus novelas es como tratar de entender el universo desde la vision de una mosca, Ballard al final no tiene mensaje ni finalidad, no tiene un entorno moral, solo es un descriptor de paisajes sicologicos, probablemente sus propios paisajes, quizas lo mas aproximado sea entender a Ballard como un escritor sin moraleja...

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  10. Pues sí, es una descripción bastante acertada, Guille. Pero yo no es que eche en falta moraleja, sino credibilidad de los personajes. De hecho, no estoy tan seguro de que en el fondo de los libros de Ballard no palpite algo parecido a un "mensaje". A veces parece más interesado en transmitir eso que en novelar. Gracias por tu comentario.

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