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miércoles, 9 de noviembre de 2016

Elvira Navarro: Los últimos días de Adelaida García Morales

Idioma original: español
Año de publicación: 2016
Valoración: interesante / decepcionante

Nuestros lectores españoles, y quizás también algunos de los no españoles, deben de estar al tanto de la polémica provocada por esta novela, una polémica que puede haberle dado más visibilidad, pero que también hace difícil juzgarla en sí misma, al margen del ruido mediático. Por mi parte, voy a intentar separar en la medida de lo posible el libro y de la polémica que lo rodea. Así que vamos a ello.

La polémica
Los últimos días de Adelaida García Morales trata, como su título indica, de la autora de El Sur (entre otras obras); en concreto, parte de una anécdota real -que en sus últimos días de vida fue a pedir dinero a la concejalía de cultura de su ciudad para ir a visitar a su hijo a Madrid-, pero a partir de ahí Elvira Navarro construye una ficción y no una recreación histórico-biográfica; lo ha dicho en todas las entrevistas que le han hecho, y lo dice una nota aclaratoria, que quizás convendría haber colocado al principio del libro y no al final para evitar malentendidos.

Sea como sea, a algunas personas cercanas a Adelaida García Morales no les ha gustado nada la publicación de la novela. El ex-marido de Adelaida, Víctor Erice, quien adaptó El Sur al cine con gran éxito, publicó un inflamado texto en El País en el que criticaba la novela y a su autora por no documentarse, o documentarse mal (puesto que el libro sí incluye una sección de fuentes de internet), y por haber convertido a Adelaida en una caricatura, en un estereotipo, y encima por haber escrito un mal libro sobre ella.

Y es cierto que la imagen que el libro da de Adelaida García Morales es bastante dura. Los personajes, que hablan de ella sin conocerla demasiado, la describen como una mujer depresiva, alucinada, desaliñada, gorda, que parece haberse frotado un estropajo en la cara o acabar de pegarle un puñetazo a alguien. Creo que a ninguno de nosotros nos gustaría leer un texto así sobre un ser querido y desaparecido recientemente (la escritora murió en 2014). La pregunta es: ¿tiene Elvira Navarro, o cualquier creador, derecho a adueñarse de una figura real para sus creaciones? ¿Solo si lo hace para dar una visión positiva y hagiográfica? Y ya que estamos, si Elvira Navarro hubiera escrito una obra maestra de la literatura, ¿habría que perdonarle su apropiación? ¿Solo los genios tienen derecho a ser crueles?

Personalmente creo que la libertad creativa debe de ser preservada, y por lo tanto Elvira Navarro tiene perfecto derecho a escribir sobre lo que le dé inspiración: sobre personas vivas, muertas recientemente, o hace siglos. La elección de no escribir una biografía sino una ficción es también totalmente legítima, como lo es el no haber contactado a las personas cercanas a Adelaida García Morales (y aquí Erice patina seriamente mezclando verosimilitud con veracidad en su ataque a Elvira Navarro). Solo la difamación y la injuria (en los que el texto, que quede claro, no creo que cae en ningún momento) serían el límite a esta creación. Y a pesar de ello, como digo, es normal que a los familiares y amigos de Adelaida no les haya gustado el texto.

No sé si Elvira Navarro imaginó que su obra podía resultar dolorosa para algunas personas, y decidió escribirla de todas formas, o si le pareció que estaba recuperando la figura de una escritora olvidada y por lo tanto iba a ser bien recibida. Lo que no creo, desde luego, es que lo hiciera con fines publicitarios, como Víctor Erice insinúa en su texto; de hecho, nadie le ha dado tanta publicidad a Los últimos días de Adelaida García Morales como Erice...

La novela
Y ahora ya al margen de la polémica, mi opinión sobre la novela... Y la verdad, me ha decepcionado, sobre todo porque la anterior novela de Elvira Navarro, La trabajadora, me gustó bastante. El punto de partida escogido (esa anécdota real sobre Adelaida García Morales) tenía posibilidades, pero creo que son posibilidades que quedan inexploradas en gran medida.

Aunque el foco de la novela es Adelaida García Morales y sus últimos días de vida, lo cierto es que la escritora casi no aparece en la novela: solo en la escena inicial, cuando va a pedir 50€ a la concejalía de cultura, y luego se eclipsa, aunque ocupe el pensamiento y las conversaciones del resto de personajes. Esta (sacar a Adelaida del plano y dejar el escenario a otros personajes) es una opción arriesgada e interesante. El problema es que ninguno de los personajes que la sustituyen tiene, en mi opinión, estatura suficiente para soportar la novela: ni la concejala de cultura, por mucho que se nos describan sus complejos y traumas ni su identificación tardía con la escritora; ni la realizadora, alter ego de Elvira Navarro, que entrevista a tres medio-conocidos de Adelaida con la intención de hacer un "documental de ficción" sobre ella. (Es de agradecer, en todo caso, que Elvira Navarro haya "humanizado" a la concejala de cultura y no la haya dejado reducida al estereotipo de la política inepta que solo está en esto por el poder y la pasta; mucho más estereotípico es el psiquiatra, por ejemplo).

Es una pena, pero esta obra da una cierta impresión de precipitación, tanto en el ritmo interno (por ejemplo, el salto de la grabación del documental a su montaje no es nada natural, com tampoco lo son algunas transiciones en la sección dedicada a la concejala) como en la propia composición del libro: la novela apenas ocupa 80 páginas del libro, y el resto está dedicado a un conjunto heterogéneo de materiales (una transcripción de un podcast sobre la escritora, con papel estelar para Alfonso Guerra, la lista de fuentes online sobre la escritora, que resultan tan incoherentes con la identificación del texto como ficción, que hace pensar que están ahí solo para que el libro no quedase excesivamente delgado. Quizás el deseo de que el lanzamiento coincidiera con el segundo aniversario de la muerte de Adelaida García Morales precipitó el proceso, quién sabe.

Los últimos días de Adelaida García Morales son, por lo tanto, un experimento interesante y provocador (más de lo que su autora esperaba, quizás), y los debates que ha generado, una vez que se asiente la polvareda, pueden servir para discutir la relación entre literatura y verdad, biografía y verosimilitud, creación y ética. Es una pena que la obra que ha provocado todos estos debates no esté a la altura de las expectativas o de las capacidades de su autora.


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