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sábado, 8 de junio de 2024

Juan Jacinto Muñoz Rangel: El asesino hipocondríaco

Idioma: español

Año de publicación: 2012

Valoración: está bien

El asesino hipocondríaco es una novela negra de humor -o novela de humor disfrazada de negra... o incluso viceversa-, cuya premisa queda perfectamente resumida en el título: cuenta la historia de y por M.Y., un asesino a sueldo argentino que resulta ser, además sumamente hipocondríaco, de tal manera que los supuestos problemas de salud suyos son los que le impiden a su objetivo, un tal Eduardo Blanstein, al quien lleva meses y meses siguiendo por las calles de Madrid. pero siempre hay una enfermedad que le atormenta y le impide llevar a cabo el trabajo...

Como cabe suponer, el peso cómico de la novela tiene que ver con esta hipocondría extrema del asesino, que dice padecer enfermedades tan peculiares como el Síndrome del Acento Extranjero (ojo, que algo así sí que debe de existir), el Síndrome de Proteus (el del célebre "Hombre Elefante"), el del Espasmo Profesional, etc. además de otros males y alergias varias. No sólo eso, sino que comparte todas sus supuestas enfermedades con destacados filósofos y escritores de la Historia: Kant, Descartes, Coleridge, Poe, Swift, Byron, Voltaire, Moliére... todos ellos, por lo visto, también bastante hipocondríacos.

Como ficción humorística la novela mantiene un tono jocoso, así como consigue algunos momentos concretos bastante hilarantes; como narración en general, despojada de esos visos de comicidad y de la erudición de que hace gala el autor -quizá sea inventada, no lo sé-, digamos que se resiente según va avanzando la trama y los esfuerzos de M.Y. por asesinar a Blanstein nos van dando cada vez más igual. Este es el mayor problema del libro: empieza muy chispeante, con mucha espuma y burbujas, pero como una botella de champagne o cava (bueno, quizá sidra achampanada, en este caso), el gas enseguida pierde fuerza y se queda sin burbujas... Aún así y de todas formas, la novela nos cuenta una historia lo suficientemente original y ocurrente para que cualquiera pase un buen rato; el estilo ágil y los capítulos cortos ayudan, además, a su rápida y amena lectura. En suma, una novelita entretenida y más o menos divertida (según los gustos) aunque tal vez un poco menos de lo que promete en un principio.

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