Título original: Onnazaka (女坂)
Traducción: Keiko Takahashi, Jordi Fiblia
Año de publicación: 1939
Valoración: muy recomendable
No suelo comparar la edición original del libro (en este caso, japonesa) con la edición en español, que al fin y al cabo es la que se está reseñando, pero el título de esta novela es uno de esos casos en los que el traductor debería poner un asterisco y escribir al pie de página: “expresión intraducible que significa…”. Además, el título en español no le hace justicia al original. En los templos japoneses, 女坂 (onnazaka) y 男坂 (otokozaka) son dos tipos de caminos o escaleras que llevan a los santuarios, diferenciándose principalmente por la dificultad del ascenso. Onnazaka, camino de mujeres, es menos empinado y tiene una pendiente más suave, diseñado para ser accesible a personas mayores, mujeres con kimono o niños. Por otro lado, otokozaka, camino de hombres, es más empinado y directo, con escalones pensados para aquellos que buscan un ascenso más vigoroso y físicamente demandante, visto por algunos como una prueba de fortaleza y determinación. Fumiko Enchi emplea "onnazaka", a mi parecer, con un significado cargado de sarcasmo, señalando la condescendencia hipócrita hacia las mujeres en una sociedad donde los hombres mandan, a pesar de que en muchos casos las mujeres transitan la vida por un camino lleno de obstáculos.
Un alto funcionario de provincia, según las viejas tradiciones que ya no son bien vistas en la capital, decide tomar a una concubina, lo cual reforzará su imagen de mandamás entre su séquito. A pesar de su vil decisión, es lo suficientemente liberal como para delegar la tarea de elegir a la joven afortunada a, nada más y nada menos, que a su abnegada esposa, quien ha tenido que soportar las infidelidades (socialmente aceptables) de su marido. Obviamente, el descaro de su esposo le supone una humillación. Sin embargo, “los celos de la esposa que se encontrara en semejante situación tendrían su contrapeso en el orgullo natural por ese signo de la creciente prosperidad de la familia”.
Hay muchos aspectos de esta novela, tanto de estilo como de temática, que la hacen merecedora de una valoración positiva, pero quisiera resaltar ciertos pasajes que me parecieron curiosos:
Ya que uno de los temas principales del libro es la infidelidad y la diferencia en cómo los hombres y las mujeres experimentan la sexualidad, no podían faltar los pasajes cargados de erotismo. Una de mis escenas favoritas es cuando la esposa se afana en atrapar una serpiente que se había colado en la habitación en medio de la noche. La acción hace que se abra su kimono, dejando sus hombros y senos al desnudo, cubiertos de sudor e iluminados por la luna. Esta escena no solo es visualmente impactante, sino que también contrasta la vulnerabilidad y la fuerza de la protagonista. La serpiente, representación del invasor, en este contexto parece simbolizar las amenazas constantes a la estabilidad familiar. La imagen de la mujer, a la vez expuesta y poderosa en su determinación por proteger su hogar, encapsula muchas de las tensiones que Enchi explora a lo largo de la novela.
Otro pasaje que destaca es la descripción de la elección de la concubina por parte de la esposa. La autora logra capturar la complejidad de las emociones de la protagonista, mezclando resentimiento, resignación y un sentido perverso de deber. La forma en que la esposa maneja esta situación refleja su inteligencia y su capacidad para manipular las expectativas sociales a su favor, aunque sea en una situación humillante.
Uno de los personajes que más me atrajeron fue el “otokogeisha”, el geisha hombre, una figura anacrónica ya a finales del siglo XIX, quien sirve de celestino durante la elección de la concubina. Al estar en contacto constante con hombres de la nobleza, mira con desdén las costumbres de los provincianos, aunque al mismo tiempo envidia el orgullo de una tradición que está desapareciendo.
En conclusión, "Los años de espera" es a la vez una obra conmovedora y una profunda crítica social (nótese el año de publicación). Las descripciones de las costumbres de la época enriquecen la narrativa, ofreciendo una visión vívida y crítica del Japón de finales del siglo XIX. En definitiva, este libro es una obra imprescindible para quienes buscan entender mejor la literatura japonesa y las dinámicas de género que Enchi tan hábilmente pone en relieve. Personalmente, es una de mis novelas japonesas favoritas.
Muchísimas gracias por toda la explicación relativa al título. Qué reseña tan interesante y completa. No conocía ni el libro ni la autora, pero desde ya va a la lista de pendientes :)
ResponderEliminarHola, Carmen. ULAD siempre a tus órdenes con datos curiosos.
ResponderEliminarDesearía comentar que los traductores deseaban titular "LA CUESTA DE LAS MUJERES". Entendían que la palabra "escalera" tenía un significado demasiado funcional y les parecía que "cuesta" daba un matiz mas de dolor/esfuerzo/dificultad.
ResponderEliminarAlianza Editorial, entendió que el título propuesto no era comercial y se decidió por la traducción literal de la edición inglesa.
Conozco que el tema porque soy desde hace cincuenta años amigo de la pareja de traductores.
Aun así, mi elogio por la reseña y el buen conocimiento del japonés.
Un saludo.
Hola, Ángel.
ResponderEliminargracias por tu comentario y el dato sobre los tejemanejes de traducción.
Saludos.