Título original: Haru no niwa (春の庭)
Traducción: Madoka Hatakeyama
Año de publicación: 2014
Valoración: está bien
Si entran a la cuenta de Instagram de Tomoka Shibasaki (es un perfil público, no crean que soy un acosador) tendrán una idea muy aproximada del tono de esta novela. Ciudades desiertas, paisajes desenfocados, callejones en penumbra, flores… Apenas hay personas, y aquellas que aparecen están de espaldas o son vistas desde lejos, haciendo imposible discernir sus rostros con nitidez. Parece que Shibasaki busca revelarse de manera indirecta a través de aquellos elementos que la influencian y obsesionan. De forma similar, "El jardín de la primavera" (premio Akutagawa 2014) está poblado por personajes de contornos difusos, con personalidades ambiguas y, en ocasiones, impredecibles, asemejándose a fantasmas que deambulan por una urbe donde el tiempo transcurre de manera distinta.
Taro, un oficinista que reside en un complejo de apartamentos condenado a la demolición, se enfrenta al inevitable desalojo. El trasiego constante de mudanzas de los otros inquilinos se vuelve parte de la rutina. Aún sin decidir su próximo destino, Taro no se opone al cambio; más bien se sumerge en una profunda indolencia. Su calidad de superviviente de ese éxodo le hace trabar amistad con otra de las inquilinas que permanece obstinadamente en su apartamento. Esta mujer le cuenta su obsesión con la casa vecina, una edificación de estilo occidental y peculiar diseño. Dicha casa fue el hogar de una pareja de artistas, cuya cotidianidad quedó inmortalizada en un álbum fotográfico que acabó publicándose, y que aquella vecina estudia como una especie de Manuscrito Voynich.
Por una parte, Shibasaki trasmite la incesante mutabilidad de una ciudad como Tokio, donde los negocios abren y cierran, las casas son demolidas o renovadas, el paisaje nunca es el mismo. Pareciera un lugar donde es imposible echar raíces. Todo es provisional y, sin embargo, la rutina persiste, a pesar de cambiar de trabajo, de amigos, o incluso de casa. Tal vez esa crisis existencial pueda orillarte a obsesiones absurdas.
Por otro lado, esta pequeña novela tiene un aura de misterio, aunque muy tenue. Los personajes parecen esconder algo, ya sea de su pasado o de su carácter. Por alguna razón, Taro guarda los restos funerarios de su padre en el armario. La inminente demolición del edificio de apartamentos da la impresión de nunca llegar a culminar. La vecina no tiene otra razón de existir que aquella casa y sus habitantes. Todo así puesto sobre la mesa provoca desasosiego.
Shibasaki logra capturar un sentimiento de alienación y abandono no solo a través de sus personajes, sino también mediante el entorno que los rodea. La narrativa fluye entre lo real y lo onírico, enfocándose en crear una atmósfera de contemplación y misterio. La fascinación por la casa vecina y su historia inmortalizada en un álbum fotográfico se usa para contrastar el paso del tiempo de todo y todos los que la rodean. A través de estos elementos, Shibasaki sugiere cómo los espacios y los recuerdos configuran nuestra identidad y percepción del mundo.
"El jardín de la primavera" es una obra que, pese a su aparente sencillez, nos hace pensar sobre la existencia, la soledad, y cómo creamos un espacio personal que, a su vez, acaba por limitarnos. Con una prosa lírica y evocadora, este libro agradece las pequeñas revelaciones y los placeres efímeros de la vida que, en última instancia, es a lo más que podemos aspirar.
Finalmente, tengo que dar una advertencia para todos aquellos que aborrecen la ambigüedad y los finales abiertos. Leer este libro puede llegar a sentirse como ver una película mientras te quedas dormido.
Me ha encantado la reseña, compañero, de verdad que me han entrado ganas de leerlo. Aunque me sorprende un poco que solo le pongas un Esta bien.
ResponderEliminarSaludos!