Título original: Филиал
Traducción: Tania Mikhelson y Alfonso Martínez Galilea
Año de publicación: 1990
Valoración: Está bien
La valoración Se deja leer equivale, o así lo veo yo, a decir si lo lees no te va a pasar nada malo, tu sentido estético y tu espíritu no se verán ofendidos, ni tu estómago dañado. Pero tampoco esperes más. De ahí al Está bien hay un escalón. Es lo mismo pero el libro tiene algo más, es entretenido, tiene cierto interés en algún campo, es novedoso, divertido, con una prosa especialmente agradable. Alguna de estas características me ha empujado a subirle la calificación a este libro de Dovlátov, que aunque tiene aspecto de semi-tocho, incluso con tapas duras, se lee en un pis-pas. Ágil, ligero, son para empezar algunas de esas virtudes que a veces agradan, quizá a falta de otras cosas más valiosas. (Además, como sé que el autor ruso tiene en este blog algún defensor destacado, es obligado andarme con ojo)
Dovlátov emigró a Estados Unidos a finales de los 70 del siglo pasado, tras comprobar que su estilo irónico y su tendencia a ir por libre no agradaban precisamente a las autoridades soviéticas. Tras ir dando tumbos por diversas publicaciones del exilio ruso, se empieza a hacer un nombre en el mundo occidental, y en esta su última novela se centra en un simposio de intelectuales eslavos celebrado en Los Ángeles en 1981. Con un lejano eco a un relato parecido de David Lodge, Dovlátov hace repaso de buen número de autores rusos emigrados, siempre con su tono caricaturesco. El problema es que (a pesar del ilustrativo y muy loable apéndice que ofrece, como es marca de la casa, la traductora Tania Mikhelson) es difícil que cualquier lector ajeno a la literatura y el pensamiento rusos del momento conozca a prácticamente ninguno de los nombres que se enmascaran tras los sosias propuestos. De manera que, en este aspecto, la sátira queda en buena parte devaluada.
Otra cosa es que nos pueda atraer el peculiar estilo del autor, estilo por cierto muy americano y que parece que provocaba sarpullidos en los más irreductibles defensores de la prosa tradicional rusa, con su componente trágico y algo grandilocuente. En Dovlátov domina por completo la frase corta y el parrafito redondeado con una humorada, la agudeza que, hay que reconocer, a veces hace reír aunque ni siquiera identifiquemos a sus protagonistas.
Por lo demás, y salvo que nos interese mucho la biografía del autor, tampoco le encuentro nada mucho más atrayente. Tal vez lo único puede ser la peculiar relación del protagonista con una antigua novia, figura tras la cual se encuentra por lo visto la que fue la primera pareja (y no sé si esposa) de Dovlátov. Lo presenta el libro como un reencuentro con ocasión del citado congreso de intelectuales, relatando la extraña coincidencia en paralelo a los pormenores de su antigua relación, cuando todavía eran universitarios en la URSS. La relación estaba ya entonces llena de encuentros y desencuentros, supuestas infidelidades, arrebatos amorosos y distanciamientos sin una explicación clara, algo con un componente tóxico que el autor no llega a explicarse del todo y que, pasados muchos años, sigue sin ser capaz de desentrañar. El dibujo está muy logrado, seguramente porque, como a veces ocurre, la situación da por sí misma para un buen repertorio de matices, desde el humor a la desesperación, la indiferencia, el apasionamiento y puede que hasta el odio.
El conjunto del libro, con ese fuerte componente autobiográfico que personalmente no me agrada demasiado, recuerda algo a su compatriota y coetáneo Limónov, a quien de hecho se cita un par de veces, aunque afortunadamente sin su insufrible egolatría. En realidad, son dos personajes que presentan bastantes semejanzas, si bien se diferencian en que Dovlátov parece haber asumido con naturalidad cierto estilo de su país de adopción y, aunque sigue escribiendo en ruso, aquella vieja tendencia a la ligereza y al sarcasmo que suscitaron el rechazo en su tierra le han venido muy bien para integrarse en el panorama literario norteamericano.
También de Serguéi Dovlátov en ULAD: aquí
Te vi a pone dos belas negras
ResponderEliminarMe lo temía.
ResponderEliminarPero oye, tampoco está tan mal, si te gusta el estilo... quiero decir, es entretenido, pasable, o sea, que bueno, que la cubierta es horrible y no tiene nada que ver con... pero tiene tapas duras, que mola, no, sí, las tapas, la traductora y todo eso... Que viva Dovlátov, hombre!
No conocía este título pero he leído "La extranjera" "La maleta" La zona" de este autor y siempre me ha dejado muy buena impresión, es entretenido y con un humor que me agrada. Intentaré encontrarlo. Un saludo y gracias por vuestros blog.
ResponderEliminarGracias a ti por el comentario. Verás que en el blog la mayoría de reseñas de este autor son bastante más positivas (a que sí, Juan?)
ResponderEliminarUn saludo.