Idioma original: checo
Título original: Ostře sledovane vlaky
Año de publicación: 1965
Traducción: Fernando de Valenzuela
Valoración: sin duda, más que recomendable
Quizá ésta no sea la más famosa de las novela del escritor checo Bohumil Hrabal, pero sí que es una manera más que aconsejable de acercarse a su obra, por varios motivos: la brevedad del texto, la agilidad narrativa y la combinación del humor con tragedia, que convierten en irresistible esta novela corta. La trama se sitúa en 1945, en la estación de tren de un pueblo o pequeña ciudad bohemia, entre Dresde y Praga, adonde el joven Milos vuelve a trabajar después de tres meses de baja por un intento de suicidio -más adelante conoceremos la causa-; allí conoceremos al resto de personajes de la historia: el hedonista factor Hubicka, el peculiar jefe de estación y su mujer, la telegrafista Zebricka, etc.
La estación viene a ser un microcosmos o una representación de la sociedad checa durante la guerra: encontramos desde personajes totalmente opuestos a la invasión alemana, como a algún otro que no sólo está a favor, sino que trata de medrar como ciudadano del Reich (recordemos que Bohema y Moravia fueron anexionadas como provincias alemanas). Además, por esa línea de ferrocarril no sólo pasan trenes de pasajeros o de carga, sino también numerosos convoyes militares, tanto trenes- hospital que vuelven del frentte llenos de heridos y muertos como otros que llevan en sentido contrario soldados y municiones. ëstos son los "trenes rigurosamente vigilados" a los que hace alusión el título del libro y a los que los ferroviarios de esta estación prestan una atención especial, como veremos...
Cualquiera podría pensar que en una novela como ésta, que transcurre en medio tanto de una tragedia general que supone una guerra, como en una particular, que es la tendencia suicida del joven Milos, el tono predominante sería dramático y oscuro... pero nada más lejos de la realidad: aquí el humor -un humor socarrón e incluso rijoso, por lo general, pero a veces también más fino y en ocasiones algo naïf; en todo caso, siempre vitalista- está presente desde el comienzo de la narración hasta casi el final. Por puntualizar, hay que explicar que este tono humorístico no es que se alterne con los momentos dramáticos, sino que ambos se superponen, más bien, y sin problemas. El tono recuerda, sin duda, al que imprimió otro gran escritor checo, Jaroslav Hasek, a su célebre Las aventurasa del bravo soldado Schweik, que al parecer fue una gran influencia para Hrabal. En ambos casos, la tesisi de fondo está bastante clara: la guerra es una tragedia, sin duda, pero además es absurda, y como tal, no puede dejar de resultar cómica. La influencia del libro de Hasek también se deja ver en el carácter del joven Milos, quien, en esta ocasión nos cuenta lo sucedido en primera persona, es de alguien muy ingenuo o muy listo, dejándonos con la duda...
No me quiero extender más porque , al ser una novela corta, prefiero que quien la lea por primera vez las virtudes de su más que recomendable lectura. Solamente mencionará que el argumento está basado en las vivencias del propio Hrabal, que durante la II Guerra Mundial y tras haber estudiado, sin mucho entusiasmo, la carrera de Derecho, trabajó unos años como ferroviario; la experiencia laboral lejos de los libros le debió de gustar, ya que , posteriormente trabajó también en lugares tan diversos como una fábrica metalúrgica, una prensa de papel viejo o la tramoya de un teatro, actividades todas que, por cierto le sirvieron para escribir sendas novelas (y cualquiera diría que inspiraron las Andanzas del impresor Zollinger). Tampoco, por lo visto, fue ajeno a la idea del suicidio, y, de hecho, aún caben dudas sobre su propia muerte...
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