Año de publicación: 1936
Valoración: Decepcionante
Por qué no decirlo, esto va a ser un poco traumático, por lo menos para mí. Hace solo unas semanas hubiera preferido que me corten un brazo antes que admitir que un día no lejano, sin mediar demencia, le iba a poner un Decepcionante a don Antonio Machado. Así que muy bien podría incluir aquí esa entrañable etiqueta de ‘reseñas con las que me juego el cuello’, o hacer un bonus de aquella famosa serie de Grandes decepciones que en este blog se llevó por delante a Tólstoi o Cortázar, por citar lo más escandaloso. Es lo que tiene meterse en estos jardines en vez de leer alguna novelita de moda.
Machado había escrito sus dos libros fundamentales, Soledades, galerías y otros poemas y Campos de Castilla más o menos en la primera década del siglo XX, y bastante tiempo después comenzó a publicar sueltos en la prensa madrileña. En 1936 se publica una recopilación de ese material bajo el título Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo, o sea, lo que tenemos hoy entre manos. El texto reúne por tanto pequeños artículos de tema muy diverso en los que el poeta se explayaba, seguramente sin ninguna cortapisa, sobre religión, política, cultura, literatura y poesía, sobre la naturaleza humana, la sociedad y, sobre todo, sobre asuntos de filosofía. Todo puesto en boca de sus dos heterónimos: el maestro Abel Martín, y su discípulo Juan de Mairena, personajes más o menos intercambiables que comparten profesión con Machado y pretenden inculcar en sus alumnos ideas y conceptos, pero sobre todo, pienso yo, abrirles la mente y dotarles de herramientas para pensar por sí mismos. La cosa tiene como un reflejo, yo creo que intencionado, de las enseñanzas de Sócrates transmitidas a través de los escritos de Platón.
Como es fácil suponer, el texto está teñido de ironía, con golpes de humor unas veces más logrados que otras, y con la clara intención de robar unos minutos al lector de prensa, seduciéndole para que se detenga a reflexionar sobre determinada ocurrencia o sobre algún dilema filosófico más o menos arduo. Aunque en magnitudes más domésticas, la cosa recuerda un poco a Los ensayos de Montaigne, aunque sin la voluntad, la mayor parte de las veces, de desarrollar de verdad los temas. Es un poco un juego intelectual, la humorada de quien quiere lucir el ingenio más que construir algo consistente. El ingenio, claro, que viniendo de quien viene deja momentos brillantes y también, por qué no decirlo, algunas (pocas) solemnes tonterías que quiero pensar que solo pretenden provocar, como la oposición al sufragio femenino (por favor, don Antonio), o el menosprecio del aprendizaje de idiomas (algunos de los cuales, si no estoy equivocado, el autor dominaba hasta cierto punto). Claro, ya dice Machado-Mairena que es ‘un hombre de otro tiempo’, y desde luego parece que bastante alejado del que le tocó vivir.
Asoman por ahí cosas de cierto interés, una especie de poética express, con ideas someras sobre la creación literaria (poco que ver con reflexiones mucho más elaboradas de algunos contemporáneos), esbozos de una obrita teatral, seguramente de esas que modelaba con su hermano Manuel, elucubraciones de filosofía que no llegan a constituir un cuerpo sólido, y sobre todo, una llamada a la sencillez y el sentido común que recorre todo el libro, y que podría ser el mensaje con el que podríamos quedarnos finalmente.
Habrá quien disfrute del modelo. El libro, sin ser muy largo, tiene un poco de todo, hay que apreciarlo en sus virtudes, que algunas tiene, y quizá puede ser atractivo para quien lo tiene en la mesilla y de vez en cuando ojea dos o tres apartados, deteniéndose en buscarle los dobles sentidos o la profundidad de una paradoja aparente. Creo que es la forma en que uno puede apreciar mejor la miscelánea que nos presenta. Pero lo siento, no es mi forma de leer, y además confieso, ya lo he dicho alguna vez, que no me gustan estas cosas. La creatividad o la inspiración para sorprender con un golpe, una humorada o un rapto de erudición pueden brillar al servicio de algo más sólido, pero puestos así en fila y digeridos uno detrás de otro se diferencian poco de una colección de ocurrencias y reflexiones que se quedan a medio cocinar.
Así que pueden ustedes elegir entre blasfemia y rebuzno para calificar esta reseña , que me va a dar igual, porque por mi parte me quedaré siempre con aquellos momentos en que don Antonio rozó los cielos, con Castilla miserable, ayer dominadora…, Ayer soñé que veía a Dios y que a Dios hablaba…, Una tarde parda y fría de invierno…, o Una de las dos Españas ha de helarte el corazón.
El Juan de Mairena, una joya literaria.
ResponderEliminarHola, Carlos. Me parece muy buena tu reseña, me encanta que os pongais sinceros.
ResponderEliminarClaro, a mí también me pasa con Machado. Estas brevísimas referencias a muchos temas que no desarrolla y sin mucho orden, aunque son un buen apunte para analizar su personalidad y muestran un buen conocedor de filosofía y de literatura, no tienen mucho que ver con la magia de sus versos, con la liviandad de sus estelas en el mar o de los mundos como pompas de jabón. Tuvo el don de la poesía.
Bueno, Beatriz, menos mal que alguien comparte mi opinión, es un alivio, la verdad.
ResponderEliminarTambién me gustaría que Dionisio nos explicara un poco más la suya, aquí quedamos a la espera.
A Carlos Andia
ResponderEliminarBien, no sé muy bien cómo explicarlo porque es algo subjetivo. Me interesa mucho lo que Machado/Mairena dice. Puntos de vista muy originales sin ser meros aforismos pero tampoco tratados de filosofía. He releído dos, tres veces, no sé, el Juan de Mairena y siempre he descubieto cosas nuevas. Por otra parte, la comparación con la poesía del autor, que aprecio muchísimo, no tiene sentido. No quita que la poesía sea excelente para que el Juan de Mairena también lo sea.
No me acuerdo que se llevarán puesto a Dostoievski.. si al bueno de Zweig con Carta de una desconocida! Éste no lo leí así que no digo nada.. pero me recuerdan cual fue el decepcionante de Dostoievski?
ResponderEliminarHola Dionisio. Precisamente he intentado insistir en que la valoración del Mairena dependerá mucho de la forma de leerlo. Si tú lo lees a pequeños sorbos seguramente le vas a encontrar detalles, juegos de ingenio o reflexiones que, como parece ser tu caso, te harán apreciarlo bastante más. A mí no me ha atraído hasta el punto de demorarme hasta ese punto, y por eso la lectura me ha resultado mucho más estéril. En todo caso, puede perfectamente ser un defecto del lector o de una forma de encarar el libro, porque reconozco que la crítica clásica siempre lo ha valorado de forma muy positiva.
ResponderEliminarGuillermo, me has sacado de un buen error en relación con las decepciones, no era Dostoyevski el autor zarandeado sino Tólstoi, concretamente por Ana Karenina. https://unlibroaldia.blogspot.com/2010/04/grandes-decepciones-ana-karenina-de.html Es lo que tiene citar cosas de memoria, corregido queda.
Gracias a los dos y un saludo.
Agradezco mucho las reseñas de este blog y los posteriores comentarios, supone un esfuerzo por parte de los autores que valoro muchísimo.
ResponderEliminarEstar o no de acuerdo con la diversidad de opiniones y análisis expresados carece de importancia. Lo esencial es enriquecernos, ‘aprendiendo’ desde las diferentes sensibilidades.
Pienso (y siento) que Antonio Machado es un autor imprescindible y ‘Juan de Mairena’ es una obra maestra (que me hizo pensar, sentir, disfrutar…).
Estoy en desacuerdo en considerar Grandes Decepciones a ‘La guerra del fin del mundo’, ‘Rayuela’, ‘Carta a una desconocida’, ‘Ana Karenina’… pero desde el máximo respeto a todas las opiniones.
Muchas gracias.
Reseñar es muchas veces un placer, y a mí personalmente me enriquece la lectura que he hecho del libro, pero en efecto en ocasiones también requiere un cierto esfuerzo, así que muchas gracias por tus palabras, Jonjo.
ResponderEliminarTambién coincido en que Machado es un autor imprescindible, aunque como ves discrepo bastante sobre el Mairena. Admito que tu opinión, como antes la de Dionisio, coincide con la valoración positiva que tradicionalmente se le ha dado al libro, así que yo me quedo aquí en una esquina, en mi sector minoritario. Por otra parte, tampoco esperaba otra cosa.
Y algo parecido debe ocurrir con aquellas Grandes decepciones, títulos clásicos siempre incluidos en el top literario, pero que a los lectores-reseñistas no les gustaron, como quedó explicado en su momento. Como en otros ámbitos, tiene que haber de todo.
Y nuevamente gracias por visitarnos y comentar, que siempre nos alegra un montón.
Los grandes escritores también tienen derecho a decepcionar al lector. En lo que sí parece existir acuerdo es que Antonio Machado era un gran escritor. Ahora, eso no significa que tenga que gustar todo lo que escribió Machado, o quien sea. El Machado que menos me gusta es el cantor del campo castellano, quizá un poco, a veces, acartonado y mitológico. Pasado de moda. Todo lo contrario: sus maravillosas poesías simbolistas y la excepcional poesía metafísica final de Abel Martín. En mi opinión, el "Juan de Mairena" es una de las obras maestras de Machado, pero creo yo que Machado, hombre tolerante, aceptaría la discrepancia, pensar lo contrario. Debatir. Después de todo, esa es, creo, la gran enseñanza de Mairena-Machado. Conozco a varias personas, buenos lectores, que, como a Carlos, el Mairena les ha parecido un evangelio de poca monta, casual, sin ninguna relevancia literaria o filosófica. Vamos, que son como verdades del maestro Ciruela, tonterías de almanaque, más o menos logradas, pero en el fondo bastante romas. Bagatelas. Es una opinión tan legítima como cualquier otra. En cambio, estimo que el encanto de Mairena es precisamente ese. Su carácter fragmentario, nada elaborado, la ironía de que Mairena nunca esté seguro de lo que dice porque recoge las opiniones de su maestro Abel Martín etc. Me encanta esa desenvoltura machadiana, de un Machado ya viejo, inventando un yo filosófico de andar por casa, y nada solemne: huid de púlpitos y tarimas para así conocer vuestro verdadero tamaño. Me gusta ese tinglado, tan original e inesperado. Y también me gusta la sencillez y transparencia de la prosa machadiana, impregnada de buen humor. El Mairena resulta como un breviario liberal, que se puede leer de cualquier manera, picoteando aquí y allá. Luego, por supuesto, habrá reflexiones más o menos acertadas (cuando Mairena se mete a teorizar sobre el teatro etc reconozco que es un pesado). En fin, para gustos se hicieron colores, y me alegro de una crítica un tanto heterodoxa pero tan sincera como esta.
ResponderEliminarPerdón por el rollete y un cordial saludo.
Pues es un punto de vista diferente y bien argumentado, que seguramente es el que ha llevado a los críticos a valorar esta obra como lo ha hecho tradicionalmente, es decir, de forma muy positiva.
ResponderEliminarLa experiencia lectora de cada uno es sobre todo subjetiva, y es lo que he intentado transmitir en la reseña. Otras lecturas serán desde luego, como la tuya, mucho más gratificantes, y la valoración desde el punto de vista literario es también enteramente respetable.
Así que todos contentos, quizá yo el que menos, por no haber sabido apreciar lo que otros sí han sido capaces.
Gracias por tu aportación, Alberto.