Título original: Trinity. A Graphic History of the First Atomic Bomb
Año de publicación: 2012
Traducción: Maryflor Súarez
Valoración: está bastante bien
A la espera de que se estrene la película Oppenheimer, de Christopher Nolan, (aplazada para poder competir por el favor del público con Barbie... y no es una broma) podemos ir abriendo boca con la publicación de este cómic/Historia gráfica de Jonathan Fetter-Vorm que trata asimismo sobre la figura de este físico americano y la invención, dirigida por él de la bomba atómica durante la II Guerra Mundial. Es decir, dirigía, junto con el general Groves, el famoso "Proyecto Manhattan", que se desarrollaba en un emplazamiento de Nuevo México en donde tuvo lugar la primera explosión atómica, cuyo nombre en clave fue, precisamente, "Trinity".
Si bien este cómic o novela gráfica de no ficción (demonios, no sé cómo llamarla) está articulada, en gran medida, en torno a la figura de Robert Oppenheimer, aunque también recoge las figuras de otros científicos participantes en el proyecto, quienes, junto a sus familias, vivieron para llevarlo a cabo en una colonia ultrasecreta de Los Álamos, aunque no se desarrolló únicamente allí. No sólo eso: en el libro conocemos también a otros físicos que tuvieron que ver en el descubrimiento de la radioactividad y el posterior desarrollo de su uso, como los célebres Curie, Leo Szilard o Enrico Fermi. Y, sobre todo, se nos explica pormenorizadamente y de la forma más clara posible en qué consiste la fisión atómica, el uranio enriquecido, la masa crítica y demás cuestiones que a los de letras no nos suenan desde los lejanos tiempos del insti, por lo que el esfuerzo narrativo resulta bastante de agradecer.
Como se puede suponer, buena parte del libro también está dedicada a las consecuencias, tanto directas como en el devenir histórico del mundo, que tuvo el uso militar de la energía atómica, así como a las dudas éticas e incluso remordimientos que conllevó a aquellos científicos y otros trabajadores involucrados en el proyecto (no a todos: algunos siguieron fabricando armas atómicas tan alegremente. Porque si el descubrimiento de la energía atómica se puede comparar con el mito de Prometeo robándoles el fuego a los dioses, su utilización y, sobre todo, la invención de la bomba se puede considerar el castigo que los dioses nos impusieron por haberlos desafiado. Como recordó el propio Oppenheimer tras la prueba Trinity, citando el verso hindú del Bhagavad Gita: "Ahora me he convertido en la Muerte, la Destructora de Mundos".
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