Título original: Consider This
Traducción: Javier Calvo
Año de publicación: 2022
Valoración: Decepcionante (por decir algo suave)
Siempre es interesante, o a mí me lo parece, leer sobre la experiencia de un escritor o conocer sus opiniones sobre lo que debe contener una obra. Es como asomarse al momento más íntimo del autor, qué le mueve o le inspira, cómo trabaja, verle frente a la página en blanco, conocer acerca del proceso creativo. Cuando Chuck Palahniuk lanza como primeras recomendaciones ‘si quieres hacer carrera en esto, tienes que sacar un libro cada año’ (pág. 22) o ‘escribe con frases cortas. A los lectores les gustan las frases cortas’ (id.), o aconseja montar la narrativa 'como si fuese una película' (pág. 26) ya estamos avisados de que todo lo que vendrá serán pautas para ser un escritor de éxito, norteamericano sobre todo, pero no necesariamente.
Así que en una galaxia muy diferente de aquella en la que Ortega o Unamuno exponían sus ideas sobre el teatro o la novela, y distante también de las reflexiones que como escritor filtraba Murakami entre entrenamientos y maratones, se prepara uno (cargado de prejuicios, cierto) para contemplar qué nos recomienda Palahniuk para ser un autor vendedor, siempre en el escaparate, que atrape a sus lectores ofreciéndoles lo que les gusta, o lo que les espanta, da igual, pero siempre que pasen por caja a comprar.
Como era de esperar, lo que viene después son métodos para hacer la lectura más atractiva, cautivar al lector y sacudirle las emociones. Lo que se llama efectismo: mezclar texturas (introducir listas de cosas, onomatopeyas), sorprender con un personaje anodino que de repente resulta ser experto en algo totalmente inesperado, cruzar historias aisladas para darle dinamismo, utilizar jerga que descoloque momentáneamente al lector, no matar nunca al protagonista, tirar con moderación de paralipsis y sembrar pistas falsas… Como se ve, todo un repertorio de truquitos que podría proponer algún director de cine sin muchas pretensiones intelectuales.
Como creo que he pillado la idea, yo me atrevería a añadir algunos elementos más: que haya al menos un cadáver; que no falte, al menos en EEUU, un personaje afroamericano (los asiáticos venden claramente peor); que algún personaje arrastre un trauma (abuelo en Auschwitz, padre alcohólico, madre ludópata, abuela posesiva); imprescindible algunas escenas eróticas, más o menos explícitas según el público objetivo; una pizca de humor (algún sarcasmo que rompa en un momento de tensión), y especialmente mucha acción, no sea que el lector se nos duerma o, aún peor, que se ponga a pensar demasiado.
Y así podríamos seguir, siempre para ‘darle al público algo de lo que no pueda parar de hablar’. Lo de la creatividad, la osadía, la pausa, la reflexión, la innovación en el lenguaje, la belleza, la sutileza, lo dejamos para escritores aburridos que no se esfuerzan en cautivar al lector, en dar que hablar o en satisfacer a las editoriales. Así que acaban muchas veces muertos en la miseria. Palahniuk va por otro camino, el que siguen miles de autores que explotan estas fórmulas en busca del éxito.
La influencia del cine es obvia e incuestionable, es natural que un arte de consumo masivo deje su huella, como la ha dejado en las artes plásticas. Pero hablando de libros, llegará el día en que alguien tenga la valentía de valorar el daño que el influjo del cine (el mal cine) está haciendo en la literatura a través de escritores mediocres que buscan como locos reproducir en la letra impresa los hallazgos de la imagen (y de rebote, que alguien les compre los derechos para trasladar sus textos a algún tipo de pantalla). No conozco ningún taller de escritura como los que alude Palahniuk, pero sospecho lo peor, porque estoy muy harto de novelas contemporáneas que huelen demasiado a cine o, en el peor de los casos, a telefilm de sobremesa, que también.
Como cantaba Carlos Cano refiriéndose a la moda de aprender a bailar sevillanas,
acuden a la academia
queriendo sacar la grasia
lo mismito que se saca
el carné de conducir
No siquiera creo que a Chuck le importe mucho lo de la grasia. Donde falta talento, rellenamos con recetas para epatar, para ‘atrapar’ al lector, seducirle con lo que le puede gustar, impresionar o incluso desagradar, con tal de que agite la cadena y nos mantenga en el candelero. Añadimos algunos numeritos aparatosos en las giras promocionales, y ya está nuestro nombre (y foto, que también eso tiene su hueco en el libro) girando por los medios, que es lo que interesa. Todo esto lo asume y lo defiende con toda naturalidad Palahniuk, y no dudo de sus buenas intenciones: a juzgar por las numerosas citas de otros autores de referencia (y buah, menudas referencias), me temo que no conoce mucho más, casi nada de lo que algunos consideramos literatura de verdad. Hasta puedo admitir que algunos de esos consejos puedan ser útiles para según qué escritores en ciernes. Tampoco sé cómo escribe narrativa este señor, pero conociendo qué cosas le parecen importantes en un libro, no creo que llegue el día en que me decida a averiguarlo. Ni me lo planteo.
También de Chuck Palahniuk en ULAD: El club de la lucha, Snuff
Buena reseña, Carlos. Nunca me gustó Palanhiuk, me parece bastante exagerada esa anécdota del desmayo de sus oyentes cuando lee uno de sus cuentos, indicador de lo poco que se necesita para "cautivar". Por supuesto que también se involucran otros ámbitos; la hiperaceleración, la superficialidad, la mezcla de formatos tan distintos como la literatura y el cine. De todas maneras el buen cine puede ayudar, aunque sea solo por influencia, al escritor, pero claro, tiene que tenerse en cuenta que se manejan herramientas distintas. Y ya lo de escribir dándole al lector lo que le gusta mejor ni comento.
ResponderEliminarUn saludo.
En realidad en el libro hay bastantes más cosas de las que he podido contar en la reseña. En concreto, mucho acerca de las giras promocionales, que en principio podrían tener interés como relato de experiencias desde el punto de vista subjetivo del autor. Pero que en realidad parecen servirle más bien para adornarse, un poco en el sentido que tú apuntas, como demostración del impacto (?) de sus textos sobre el lector, o de su gran originalidad para plantear performances que atraigan la atención. Se diría que Palahniuk es el mejor vendedor de Palahniuk, y anima a otros autores a montar también espectáculos para que su nombre no deje de rodar por los medios y las redes.
ResponderEliminarVamos, que todo se resume a un curso de marketing acelerado. De literatura, ni la sombra.
Gracias por tu opinión, Félix.
Qué buena reseña Carlos, yo sí soy fan de Palahniuk y tengo un montón de libros suyos, me parece que les voy a dar una relectura para reseñar alguno.
ResponderEliminarPero coincido contigo: es un escritor efectista, dio la campanada con Club de Lucha y a partir de ahí se quedó en su estilo propio, a buscar la boutade, a impresionar al lector.
Es muy divertido, pero de lo que llamamos gran literatura poco...
Hola.
ResponderEliminarBueno, Palahniuk es uno de mis escritores favoritos. Su literatura es original, creativa y bastante arriesgada. No he leído «Plantéate esto», pero sí he disfrutado la mayoría de su obra. Su narrativa no es de fácil acceso; hay que ir adquiriendo el gusto. Es de esos escritores que provocan reacciones extremas, o sea, lo amas o lo odias. Como dijo alguien del New York Times: «Palahniuk no escribe para turistas. Escribe para profundos devotos.»
Creo que soy un profundo devoto. Lo descubrí cuando leía a Bret Easton Ellis. Recuerdo que abandoné varias veces la lectura de «El club de la pelea»; sin embargo, después, cuando me adentré más, cuando terminé el libro, me volví adicto a sus novelas y relatos. Palahniuk ha hecho algo que es muy difícil de lograr: escribir libros que están entre el mérito comercial y el culto/arte.
Carlos Andia, a ver, has dicho: «Tampoco sé cómo escribe narrativa este señor, pero conociendo qué cosas le parecen importantes en un libro, no creo que llegue el día en que me decida a averiguarlo.» Supongo que no has leído nada de él. Estás juzgando su obra de manera prejuiciosa. Te recomiendo «Superviviente», «Fantasmas» e «Invéntate algo: Relatos que no te podrás sacar de la cabeza».
Saludos.
Menudo rapapolvo le has dado al bueno de Chuck, Carlos. Por lo que cuentas del libro reseñado, seguro que en su gran mayoría merecido.
ResponderEliminarA mí me llegó a gustar muchísimo la obra de este escritor, en la adolescencia (tanto narrativa como los pocos artículos suyos que leí). Por otra parte, el autor en sí nunca me acabó de convencer: ni su pose de polemista, ni su vocación de enfant terrible, ni su enfoque excesivamente marketinero.
Su literatura no me parece perfecta. Además, admito que, al igual que me sucedió con Bukowski o Lovecraft, actualmente no la apreciaría tanto. Aun así, creo que seguiría disfrutando al releer sus mejores trabajos. Guardo muy buenos recuerdos de “El club de la lucha”, “Asfixia” o “Fantasmas”, por ejemplo. Como dice Emilio, son muy divertidas.
En fin, las recetas escritoriles que da Palahniuk en “Plantéate esto” pueden parecer poco convincentes, pero seguro que, aplicadas correctamente, dan resultados competentes y disfrutables. Al menos, en su caso.
Vaya, pues me han salido fans de este señor por todas partes. No tengo demasiado que decir, la verdad, solo que, como ya he dicho en alguna ocasión, en las librerías caben muchas cosas, y cada uno elige la que le apetece.
ResponderEliminarPor mi parte, ya he comentado que efectivamente no he leído nada de este autor y, si realmente sigue las pautas que apunta en el libro (que parece que sí), a mí no me tendrá entre sus lectores. De todas formas, gracias por las recomendaciones, que igual le sirven a alguien menos cerril que un servidor.
Y gracias también por los comentarios, claro.