Valoración: Muy recomendable (y precioso)
Edición: Clara Obligado
Hay una canción del grupo valenciano La habitación roja que dice algo así como "(...) Solíamos buscar destino para nuestros viajes en el viejo atlas de tus padres. Las fronteras han cambiado tanto, mis cosas ya no te pertenecen y todos estos viejos libros ya no se acuerdan de cómo nos conocimos (...)". Por tanto, el atlas como guía (de viajes, de lecturas) y el atlas como foto estática de un momento X regido por una serie de condicionantes (geopolíticos, económicos, etc).
Lo anterior es aplicable al 100% para este "Atlas de literatura latinoamericana" en el que, a medio camino entre el homenaje y la reivindicación, una serie de escritores, profesores y críticos cartografían la parte hispanoparlante del continente (más una pequeña incursión en el Brasil) a través de breves perfiles (biográficos, reseñísticos, académicos o periodísticos) de 50 autores más o menos reconocidos y premiados, más o menos malditos, pero relativamente olvidados o ninguneados por el canon. Por citar algunos, estarían mis adoradas Silvina Ocampo, Sara Gallardo, Roberto Bolaño o Manuel Puig, malditos como Jaime Saenz, Alejandra Pizarnik o Julio Ramón Ribeyro, gigantes como Cabrera Infante o Lezama Lima, mujeres eclipsadas como Elena Garro o Camila Henríquez Ureña y absolutas desconocidas para mi (y perdón por la ignorancia) como Carmen Lyra, Lupe Rumazo, Teresa de la Parra o Marosa di Gregorio.
Pero todo atlas es, por definición, incompleto y este no podía ser menos. Factores internos y externos al propio atlas condicionan y determinan la elección de los autores incluidos. En el lado de los factores internos cabe citar la deliberada (y afortunada) exclusión de las vacas sagradas del boom, que aunque no están directamente sí que sobrevuelan muchos de los textos, o la también deliberada (y no tan afortunada) exclusión de autores en lenguas "originarias". En el lado de los factores externos, las dinámicas del mercado editorial hacen que los grandes centros del continente (Argentina, México) tengan una presencia infinitamente mayor que literaturas más marginales, que la narrativa ocupe mucho mayor espacio que la poesía o que la inmensa mayoría de los reseñados desarrollaran la totalidad de su obra en el siglo XX y, más concretamente en su segunda mitad.
Además de lo anterior, llaman la atención algunas ausencias: Saer (sobre todo Saer), Arguedas, Ramos Sucre, Piglia, Scorza, Rosario Ferré... Pero ya hemos dicho que los atlas son fotos estáticas y al igual que las fronteras, especialmente las europeas, han cambiado una barbaridad en los últimos 120 años, también este atlas es susceptible de altas y bajas en un futuro no muy lejano.
Condicionantes y ausencias aparte, y más allá del valor de los textos como guía para posibles futuras lecturas, este "Atlas de literatura latinoamericana" admite diversas lecturas que lo hacen muy recomendable. Así, estos textos pueden y deben ser leídos como puente entre el pasado y el presente, como pequeño tratado histórico -literario, como ensayo sobre el carácter híbrido de la literatura latinoamericana, como testimonio del efecto que la convulsa historia política del continente ha tenido sobre autores y obras, etc.
No puedo terminar la reseña sin mencionar el magnífico trabajo de Agustín Comotto en la parte gráfica, con ilustraciones que no solo acompañan sino complementan los textos, y la preciosa edición de Nórdica (tapa dura, papel "gordo", letra para miopes como yo...)
En resumen, un libro de obligada lectura, pese a los condicionantes de que hablaba, para cualquier persona interesada en la literatura latinoamericana de los últimos 100 años. Con que lo disfrute la mitad de lo que yo lo he hecho será más que suficiente.
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