Año de publicación: 2022
Valoración: Recomendable
Uno cree conocer sus gustos lectores y saber, solo con echar un ojo a la contracubierta del libro, si este le gustará o no. Por suerte, no siempre se acierta y así uno descubre que libros que a priori no le llamaban especialmente la atención se acaban convirtiendo una sorpresa más que agradable. Es el caso de este "El vértigo del trapecista", novela de debut de Juan Ramón Azuar Romero.
Resumen resumido: El circo, el mayor espectáculo del mundo, como metáfora de este. Lujo y miseria, máscaras, disfraces, auge y caída, esplendor y decadencia... El Salerno, pese a sus 100 años de antigüedad, no puede ser menos y "El vértigo del trapecista" es la historia de (homenaje a) algunas de las personas que pasaron bajo la carpa rojiblanca.
Varios son los aspectos que hacen de "El vértigo del trapecista" una novela recomendable:
- el riesgo que asume el autor en cuanto a estructura: no hay linealidad en la narración ni hilo conductor aparente. Relatos breves, casi microrrelatos, conducen la narración por variados caminos que poco a poco, como si por arte de magia se tratara, van encajando.
- el riesgo que asume, también, en el uso de materiales diversos: el propio recuerdo, cartas, entrevistas, recortes de prensa, etc. Lo importante, tanto para este riesgo como para el anterior, es que ambos son más un recurso que un truco.
- la ternura que el autor manifiesta hacia los personajes y hacia la propia institución. Obviamente, esto no es una virtud per se, pero sí que favorece claramente a la novela.
- la "desmitificación", pese a la comentada ternura. Nostalgia de otro tiempo, sí, pero sin idealizar. Personajes de carne y hueso, con todas sus contradicciones a cuestas, detrás del maquillaje, lo que sitúa al texto en un punto entre la comedia y la tragedia, entre la risa y el llanto, más que interesante.
En el lado menos positivo, y aunque puede sonar algo contradictorio, cabe mencionar que el riesgo asumido en lo estructural hace que la novela se ramifique en demasía y que algunas de las historias que hacen su aparición por la pista palidezcan en comparación con otras en las que se adivina un potencial brutal. Queda, así mismo, cierta sensación de que el conjunto es algo inferior a la suma de las partes.
En cualquier caso, ya digo que las expectativas con las que comencé la lectura se han visto superadas con creces gracias, especialmente, al tratamiento que el autor da a la historia. Si os animáis, apagad las luces, que suene la música y comience la función.
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