Ruidos humanos es una antología que compila doce relatos. Doce relatos en los que se aprecia una querencia por lo oscuro, inquietante y extraño.
Algo que valoro de estos cuentos es que, pese a las afinidades que los hermanan, son muy distintos los unos de los otros. Al fin y al cabo, exhiben tonos, registros y temáticas la mar de variados.
Me han gustado todos, pero querría destacar los que me parecieron más logrados. Aviso, eso sí, de que en una relectura podría decantarme por favoritos diferentes, porque la calidad general es tan uniforme que cuesta tener predilecciones individuales.
- "Beber por fin de los charcos" inaugura esta colección y desde el vamos deja claro que hemos venido aquí a retozar en el barro de la miseria y la crueldad. ¡Contad conmigo!
- "La cosecha" emplea elementos fantásticos para reflexionar sobre el paso de la infancia al mundo adulto, los cambios que acarrea la pubertad y las desigualdades sociales.
- "Hilera de umbrales descendentes" es un magistral ejercicio de suspense, tensión y misterio cuyo cierre te deja con el culo torcido.
Por ponerle alguna pega a las historias de Ruidos humanos, diría que a veces son excesivamente opacas y que su prosa poética no siempre funciona para comunicar ciertas cosas. Aunque debo recalcar que este par de defectillos son tan discretos, por puntuales e imperceptibles, que lejos están de lastrar al conjunto.
En definitiva: Carlos Pitillas Salvá, psicólogo que hasta ahora sólo había publicado libros de no ficción, es un escritor a tener en cuenta. Su obra narrativa, tan personal y madura como imaginativa, hará las delicias de los amantes de la literatura siniestra e incómoda. También servirá para recordarnos una vez más que el terror es un género para nada reñido con la factura artística y el manejo de temas profundos.
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A continuación adjuntamos un pequeño cuestionario que Carlos ha respondido con suma amabilidad:
ULAD: Buenas, Carlos. Creo que los libros que has publicado ya dan una idea al respecto, pero te lo pregunto de todos modos: ¿qué clase de intereses literarios tienes?
C.P.S.: Me interesa cualquier tipo de literatura inquietante. Este es un término que me convence porque apunta hacia ese componente de extrañamiento y desviación que tienen algunas obras, pero que no es necesariamente fantástico. Por ejemplo, muchos de los relatos de Raymond Carver son literatura inquietante, a pesar de ser realistas. Lo mismo pasa con la literatura de Tobias Wolff o con algunos relatos de Hemigway. Creo que Julio Cortázar (que sí se movió en el territorio fantástico) fue una de mis primeras ventanas a esa literatura en que lo cotidiano se ve atravesado por algo "otro", una anomalía que revela aspectos no reconocidos de nuestra experiencia. Hay una serie de autores, muy diferentes, que para mí comparten algo de todo esto. Una lista incompleta de estas voces podría incluir a J.G. Ballard, Toni Morrison, Carmen María Machado, Anna Starobinets, Jon Bilbao, Mariana Enríquez, Nadia Bulkin, Shirley Jackson, Ryu Murakami o David Vann.
ULAD: ¿Has notado diferencias al saltar de la no ficción a la narrativa?
C.P.S.: Sí, para mí son escenarios muy diferentes de escritura. Mi relación con el ensayo es siempre más fácil, porque me dedico a impartir clases. Casi todos los días estoy delante de alumnos a los que debo trasladar una información compleja en un formato accesible. Ese trabajo de síntesis y articulación se mueve con muchísima naturalidad hacia el ensayo, lo que hace que los "protocolos" de este género me pillen más cerca que los de la ficción. Escribir ficción, en mi caso, se parece mucho más a un parto prolongado (y a veces un poco más sanguinolento de lo que me gustaría).
ULAD: Tengo la impresión de que, de un tiempo a esta parte, el género de terror coquetea con mayor frecuencia con lo "weird", lo insólito y lo extraño. Tú mismo recurres a esta clase de recursos. ¿Qué efectos crees que transmiten?
C.P.S.: Estoy de acuerdo contigo, y creo que ese coqueteo del que hablas es una estupenda noticia, porque conecta al género con uno de los que probablemente fueron sus objetivos originales: sacar a luz los complejos, las heridas, los monstruos que se esconden tras el velo de racionalidad y de orden con el que vivimos cotidianamente. En el siglo XIX, en plena época de entusiasmo ilustrado, el terror vino a decirnos que el sueño de la razón tiene un envés monstruoso. Esa es una tesis que exploré hace poco en su ensayo coescrito junto con Ismael Martínez Biurrun; en dicho texto, investigamos la relación del fantasma y de otros monstruos del cine de terror contemporáneo con los traumas que no hemos sido capaces de procesar o las partes de nuestra identidad que reprimimos. Creo que el terror, lo insólito y lo extraño se encuentran y establecen una relación muy orgánica cuando coinciden en este proyecto de desvelamiento.
ULAD: El estilo de los relatos de Ruidos humanos es, cuanto menos, peculiar. ¿Bebe de fuentes concretas o surge espontáneamente?
C.P.S.: Creo que procede de las mismas fuentes de las me viene el interés por lo inquietante en la literatura. Los autores que he mencionado antes tienen todos una gran capacidad para escribir de una forma en la que se manifiesta eso que Mark Fisher describió, si no recuerdo mal, como "la ausencia de algo que debería estar ahí, o la presencia de algo que no debería estar ahí". El lenguaje, en esta literatura, va más allá de lo denotativo para encarnar esa extrañeza o esas desviaciones y, por eso, casi siempre es un lenguaje ligeramente "anómalo". No estoy seguro de haber logrado algo así con Ruidos humanos, pero sí tengo claro que me interesa ese fenómeno a través del cual la forma de contar algo es una herramienta para generar significado.
ULAD: Me ha encantado cómo enfocas a los protagonistas de tus historias; ni los glorificas ni los demonizas. ¿Quizá tu visión del ser humano tiene algo que ver en el asunto?
C.P.S.: Creo que sí, aunque nunca había pensado en esto. Los personajes tienden a dibujarse solos cuando escribo la historia, que es lo que suele exigirme un mayor esfuerzo consciente. Creo que muchos personajes de Ruidos humanos están tocados por alguna experiencia traumática, por alguna pérdida o alguna forma de desamparo, y eso es algo que se hace evidente en los cuentos. Bajo esa luz, supongo, incluso los personajes más indeseables tienen su herida y son víctimas de algo. Me alegra mucho que hayas tenido esta sensación al leer el libro.
ULAD: ¿A día de hoy estás trabajando en otros proyectos? En caso afirmativo, ¿puedes darme detalles?
C.P.S.: Llevo algunos meses redactando trozos de un ensayo sobre psicoanálisis, y juntando piezas sueltas de un relato que me está quedando más largo de lo habitual. Pero aún es pronto para decir algo más concreto sobre cada uno de estos atisbos de proyecto.
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