Título original: The World Aflame. The Long War, 1914-1945
Año de publicación: 2020
Traducción: Javier Romero Muñoz
Valoración: de lo más recomendable (sobre todo para interesados)
No solemos reseñar en este blog libros de fotografía y quizás deberíamos hacerlo más. En el caso que nos ocupa hoy he de aclarar (sobre todo para los desconfiados que puedan pensar que ésta es una forma facilona de cubrir una reseña) que no se trata "tan sólo" de una compilación de fotografías, pues cada una de las doscientas que aparecen viene acompañada de un prolijo texto explicativo. Y, además, tampoco se trata de unas fotografías "normales", sino de fotos en blanco y negro adecuadamente coloreadas -casi "resucitadas", diría yo- por la artista especializada en la coloración digital Marina Amaral, de quien quizás nuestros lectores ya conozcan su obra; junto con el historiador y periodista británico Dan Jones, con quien también elaboró un libro anterior, El color del tiempo, la brasileña Amaral firma aquí un libro extraordinario; que recoge imágenes de la primera mitad del siglo XX, desde los años que precedieron a la Primera Guerra Mundial a los juicios de Núremberg que saldaron cuentas -pocas- tras la Segunda. Por supuesto, también las de los decisivos años del periodo de entreguerras... El criterio para concebir el libro ha sido, como recoge el subtítulo, considerar ambas guerras mundiales como dos actos de una sola, como pensaban Churchill y De Gaulle, aunque sea un criterio que no hayan seguido la mayoría de los historiadores. En todo caso, creo que se trata de una elección "artística" o literaria más que historiográfica, a pesar de que tiene su sentido. Tranquilos, en todo caso, los fans de la Historia militar, porque en este volumen se recogen las batallas y acciones más destacadas de estos conflictos.
En estas fotos, restauradas, por decirlo así, con gran rigor histórico, las hay de todo tipo, desde retratos de personalidades de la época: Churchill, Scott Fitzgerald, Trotsky, Atatürk, Alan Turing, Lawence de Arabia... o, cómo no, los inevitables Hitler y Mussolini, a personas corrientes, víctimas de las trágicas circunstancias que les tocó vivir... Vemos también momentos que reflejan, de forma más o menos representativa, sucesos de aquellos añor. revueltas y revoluciones, crisis económicas, etc. pero, como es lógico, predominan las fotografías de tema bélico, y no sólo sobre las dos conflagraciones mundiales, sino también de otras más locales: la guerra del Rif, la chino-japonesa o, por supuesto, la Guerra Civil española. Debo decir que, lógicamente, encontramos aquí fotos de muertos o heridos por la guerra, pero en general no son demasiado truculentas, salvo alguna excepción... tampoco se han seleccionado para este libro las fotos más célebres o emblemáticas de cada suceso, sino otras menos conocidas, aunque igualmente representativas; así, por ejemplo, no aparece la icónica fotografía de los marines alzando la bandera estadounidense en Iwo Jima, sino una posterior, en la que esa primera bandera es sustituida por otra más grande. tampoco la conocida foto de la bandera soviética sobre las ruinas de Berlín, sino otra similar, etc. Por otro lado, se recogen varias fotografías que atestiguan la labor de las mujeres en aquellos turbulentos tiempos y sus progresos en el campo político y laboral.
Hay además un reconocimiento constante, en cualquier caso, a los y las fotógrafas que tomaron estas imágenes, contándonos en ocasiones sus peripecias y las circunstancias en que se tomó cada fotografía: desde el escritor y activista por los derechos humanos alemán Armin T. Wegner, que atestiguó el genocidio de los armenios del Imperio Otomano a los norteamericanos Ralph Morse, que se chupó toda la II G. M. para la revista Life, John Florea o Robert F. Sargent, de la Guardia Costera, que desembarcó y tomó fotos en Omaha Beach el Día D... Un lugar destacado tiene un retrato del mítico Robert Capa, junto a Hemingway y el chófer que les llevó a París durante la liberación de la ciudad.
Entre todas esas fotografías, ¿cuáles pueden ser nuestras favoritas? En mi caso, creo que dos que retratan a unas niñas: la de Ángeles González, refugiada madrileña de 7 años que protege son gesto airado sus pobres alimentos de la cámara de la norteamericana Margaret Boarke White, durante nuestra Guerra Civil (y que sale en la cubierta de la edición original, por cierto) y las creo que bastante conocidas fotografías de ingreso en Auschwitz de la joven polaca Czesława Kwoska, asesinada en ese campo en 1943.; ambas fotos no pueden sino despertar la ternura y conmiseración de cualquiera que las contemple. Por otro lado, no sé cuáles serán las favoritas de los autores del libro, pero sospecho que la de Marina Amaral podría ser ésta que retrata a Anna Coleman Ladd, una pintora de máscaras protésicas para los soldados que habían sufrido desfiguraciones faciales durante la Gran Guerra, de cobre esmaltado y pintado con colores naturales e incluso vello facial. Lo digo porque es una actividad que guarda alguna concomitancia con la que hace ella...
No puedo resistirme a finalizar esta ya larga reseña reproduciendo unas palabras del prólogo del libro, que quizás no plazcan a todos quienes las lean, pero que me parecen de lo más pertinentes:
"Este libro también es una advertencia. Mientras escribimos estas líneas, vuelven a marchar en todo el mundo el fascismo, el nacionalismo, el populismo, el antisemitismo, el odio, los prejuicios y las políticas de exclusión, división y aislamiento. Que lo que ven aquí sea recordatorio de adónde conduce todo eso. El mundo es frágil. hace falta menos de los que pensamos para sumirlo en llamas."
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