Gotas, de Elio Quiroga, es una novela sumamente irregular. Da lo que promete, aunque a la vez entrega expectativas falsas. Por momentos resulta adictiva, pero a veces aburre. En algunos apartados sobresale, mientras que en otros se queda frustrantemente corta.
Empecemos señalando los defectos que le veo a esta obra:
- Tanto la sinopsis como la cubierta (sobre todo la cubierta) de este libro generan unas expectativas que luego no se cumplen, ya que dan a entender que nos encontramos ante terror juvenil que no se toma en serio a sí mismo. Sin embargo, pronto comprobamos que esta historia se ha concebido para un público adulto, y que la salpican ciertos amagos de solemnidad que desentonan con el conjunto.
- Le puede su propia ambición. Tiene distintos planos geográficos y temporales discurriendo en paralelo y su estructura y ritmo se resienten en consecuencia.
- Su extensión es exagerada. Esto se debe, sobre todo, a que hay muchas escenas de carácter episódico de las que se podría haber prescindido, y a que las descripciones abultan excesivamente.
- La prosa es ramplona, se muestra reiterativa en varios pasajes y da más información de la estrictamente necesaria. Para colmo, el texto está salpicado de pies de página larguísimos, erratas, mayúsculas que deberían ser minúsculas, repeticiones de palabras que se antojan intrusivas, incoherencias tipográficas o espacios entre párrafos cuyo propósito no alcanzo a vislumbrar.
- El argumento obliga a suspender en demasía la incredulidad en determinados tramos.
- La ambientación no acaba de cuajar. De hecho, a ratos se tiene la impresión de que el escenario del Olamarina queda desdibujado por culpa de las omnipresentes referencias genéricas a las Islas Canarias.
- Eduardo y su hija Jenny, los protagonistas, apenas evolucionan. Su relación tampoco se ha visto modificada una vez volvemos la última página, y eso que se le hubiera podido implementar fácilmente un arco narrativo.
- Uno de los antagonistas deja bastante que desear. No sólo aparece muy tarde, sino que es vencido de forma anticlimática.
Llegados a este punto, querría destacar las virtudes de Gotas:
- Funciona en tanto que homenaje a la serie B, como tributo al horror cósmico lovecraftiano y a modo de subversión moderadamente audaz de la figura del zombi.
- Tiene un "lore" frondoso.
- Nos obsequia esporádicamente con imágenes en las que la violencia gráfica, un alto grado de contenido sexual y el humor negro tienen un papel relevante.
- Alberga paletadas de crítica social (contra la corrupción de políticos, militares, policías, constructoras y académicos).
- El toque "meta" del final.
En resumen: Gotas rinde tributo al "pulp" genuino. Hay aquí personajes excéntricos, malos malísimos, mujeres voluptuosas, acción, comedia, pirotecnia erótico-festiva y, evidentemente, giros de tuerca inverosímiles. Si uno se acerca al trabajo de Quiroga sin esperar demasiado, éste logrará satisfacerle. No obstante, aquéllos que sean algo exigentes le encontrarán aquí y allá fallos que, por acumulación, provocan que la experiencia lectora atraviese multitud de escollos.
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