Año de publicación: Firmado en París 1971 .
Incluido en La felicidad, ja ja 1974.
Edición exenta 1994Valoración: Se deja leer
Este don Alfredo siempre jugando con los dobles sentidos. Aclaro que el Sevilla del título no alude a la ciudad sino a un peculiar protagonista que enseguida conoceremos. En cuanto al autor de la novela, aún reconociendo sus méritos literarios, jamás ha acabado de conectar conmigo del todo (yo con él, en realidad) por razones absolutamente subjetivas: su sentido del humor y el mío son, más o menos, como el aceite y el agua. Entiendo su ironía pero me dan un poco de grima esos personajes suyos, tanto los que ejercen de su alter ego como estos otros, del estilo de Sevilla, que en mi opinión resultan singularmente patéticos. Un relato largo que integró en un principio el compendio titulado La felicidad ja, ja, y más tarde se publicó también como volumen independiente. es el caso de esta edición de Alianza, sesenta y dos páginas de un palmo de largo por medio de ancho que disfrutarán sobre todo los forofos del género humorístico. Aunque se trata de un humor muy amargo y bastante caricaturesco. Esto le resta verosimilitud pero otros autores –Valle Inclán a la cabeza– han salido airosos del intento, claro que eso significaría jugar en ligas muy, muy altas.
El pobre Sevilla lleva una existencia apacible
entre un trabajo de administrativo de cuarta, la convivencia con su absorbente
tía, sus hábitos inmutables y sus no menos arraigadas prácticas religiosas. Se
le retrata sin compasión como un pobre hombre, lleno de tics tranquilizadores
que constituyen para él una rutina sin sobresaltos. Todo parece ir bien en su
vida siempre que nada altere este modus vivendi, pero entonces resulta ganador de un concurso al que nunca se presentó, en el que se hace
participar, entre otros, a los peruanos con apellido de ciudad española y cuyo
premio –que le sobrepasa, al que no es capaz de negarse y no por falta de ganas–
consiste en un viaje turístico a España, algo así como el planeta Júpiter para
un individuo de su condición.
Lo que ocurre antes y después del
aterrizaje en Madrid no tiene, hablando objetivamente, demasiada importancia, pero
como sabemos B.E. es especialista en sacar punta a las situaciones más triviales.
Debo adelantar, aunque ya lo habrán deducido, que la cosa no acaba bien para
nuestro héroe. El resto de personajes está al servicio de las (deprimentes) peripecias
de Sevilla, tal como debe ser en cualquier narración bien trabada, el problema
surge cuando esas andanzas son absolutamente irrelevantes. Un ejemplo, se abusa
demasiado de la figura de Salvador Escalante, astro deportivo académico
mitificado por nuestro personaje hasta la obsesión y que fallece
convenientemente cuando ya no interesa al argumento. Otro más, ¿entrevistar al
ganador peruano del concurso como requisito previo a su viaje por España hunde al prometedor conde español de
la Avenida hasta el punto de destruir su incipiente carrera como gerente de la compañía de aviación que convoca el concurso? Admito
que mantener una conversación con alguien tan feo y desastroso como carente de habilidades
sociales puede provocar, todo lo más, un dolor de cabeza pasajero pero me niego
a admitir que algo así pueda destruir a nadie; la ironía tiene sus propias
reglas y este mundo de dementes no significa gran cosa. Según avanza la trama la situación no mejora, incidencia tras
incidencia nos vamos sumergiendo en un absurdo que tiene poco de trascendente.
Virtuosos de este tipo de humor ha habido unos cuantos en la historia y yo no
encuadraría a este novelista entre ellos pero, como suelo decir, es solo mi
opinión.
De todas formas y para hacer justicia al autor, diré que esto es lo peor que ha leído suyo con mucha diferencia. Si no hablásemos de literatura,
cabría pensar que el argumento no es más que una artimaña para promocionar un
hotel madrileño perfectamente identificable, aunque eso sería mucho suponer y tendríamos
que aceptar una lógica absolutamente ajena a estas páginas.
Otras obras del autor: Un mundo para Julius, Las obras infames de Pancho Marambio,
Me identifico con esta reseña. Este relato me ha dejado con mal sabor de boca por lo absurdo e inverosímil de todo, y porque no sé a dónde nos quiere llevar B.E. Por lo menos está bien escrito, y no se hace Vento. Me ha parecido curiosa esa "presencia" breve del autor y su esposa.
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