Año de publicación: 2021
Valoración: recomendable
He tenido que revisar mi reseña de la anterior novela de Kiko Amat (Antes del huracán) para comprobar si no había aseverado que era la última vez que leía (ergo reseñaba) uno de sus textos. Porque me suena algo reiterativa tanto mi manía por, con un pretexto u otro, seguir su obra, como la suya por escribir novelas, una obstinación propia del oficio de escritor, claro, pero también, hay que pagar las facturas, una constante lucha por dar en el clavo (será la portada la que me sugiere la metáfora, supongo) y entregar, de una vez, una novela inapelable.
Y, a pesar de que me inclino por recomendarla, Revancha "tampoco" lo es. Puntos a favor, y no me acuséis de pretender psicoanalizar a aquellos autores cuya obra voy siguiendo, los tiene. Por ejemplo, tratándose de una novela dirigida a un público adulto, por primera vez no vemos al Amat personaje agazapado tras alguno de los dos protagonistas, con lo cual, en cuanto a los papeles otorgados, la narración queda despojada de ese regusto autobiográfico encubierto de algunas de sus obras anteriores. Segundo, ha abandonado ese aire tan british de sostener la ironía de forma permanente y no avanzar decidido hacia lo épico y lo trágico. Las grandes escenas, que las tiene, no parecen necesitar el complemento de cualquier himno ska acelerado como música de fondo. Amat no quiere ser Welsh o Hornby (los de hace dos o tres décadas) o si aún quiere serlo aquí ha aprendido a disimularlo. Y por supuesto, está bien ahondar en esos escenarios que pueden sonarnos estéticamente añejos, pero quizás vaya a ser que no. Porque la novela se ambienta en la persecución inconsciente entre dos falsos antagonistas: Amador, cabecilla circunstancial de una peligrosa banda criminal integrada en Lokos, una facción ultra de aficionados del Barça, y César, antiguo jugador de rugby reconvertido en una especie de sicario que, al servicio de las víctimas, toma venganza por su cuenta contra pederastas y otra gente de baja estofa que ha eludido a la justicia convencional. La extorsión para cobrar una deuda los vincula en una especie de punto de convergencia narrativo que no deja de ser la clásica historia, deudora del mundo audiovisual, del choque de titanes.
Por tanto, la principal baza literaria de la novela es la escenificación de la violencia de uno u otro bando. Amat domina ese registro y no escatima en recursos. De hecho, esos cúlmenes son los que convierten al resto de los capítulos, aquellos más reposados, con retrospectivas en que comprendemos cómo los personajes han llegado a esa situación de marginalidad, donde muestran sus puntos vulnerables, donde son individuos, dos seres solitarios, difíciles, taciturnos, que necesitan máscaras para ser aceptados por su entorno, esos capítulos parecen separadores entre los capítulos violentos, crudos, que justifican el habitat de la novela, los barrios chungos, los antros en que reunirse y emborracharse los días de partido.
Porque esa es otra cuestión. Amat no se la ha jugado cambiando los escenarios que le son familiares y que son los de su obra hasta hoy. No es que la trama hubiera justificado otros emplazamientos, pero Amat, que ya es más narrador omnisciente que protagonista en la sombra, se ha reservado esa comodidad, se ha documentado, a saber si ha aprovechado para guiñar el ojo al preocupante resurgimiento de la extrema derecha más cafre, pero estamos, otra vez, y si que me referiré a mi reseña anterior, ante una relativa falta de aplomo, una necesidad de preservar su zona de confort. La otra es que, en aras de mantener un pedigree de autenticidad, un certificado callejero de pertenencia, cuestiones formales se le hayan ido de las manos. No entiendo el uso constante de una jerga lumpen para distinguir al narrador, y de hecho tanta clepsa, tantos nodos y tantos lipos no me han acercado al personaje, me han alejado de él; no entiendo la necesidad de demostrar una relativa infiltración en el universo skinhead y no profundizar en ello. Y los agradecimientos finales, incluyendo a Zanón (¿?). Cada vez me convenzo más de la existencia de una generación entera de escritores barceloneses abrumados por la sombra (densa, irregular) del Watusi.
La leeré pronto y me engorilarà, Amat es una apuesta segura.
ResponderEliminarCreo que hay una errata de baja estofa.... sería.
ResponderEliminar