Título Original: Belonging. A German Reckons with History and Home
Año de publicación: 2018
Traducción: Esther Cruz Santaella
Valoración: Bastante recomendable
Siempre es aconsejable seguir las recomendaciones del nuestra amiga Deborahlibros y en este caso no podía ser menos: interesado gracias a su excelente
reseña, me puse a leer este libro de la escritora e ilustradores estadounidense de origen alemán -o alemana nacionalizada estadounidense- Nora Krug. Y, desde luego, no he quedado decepcionado.
Lo de la nacionalidad de la autora tiene su importancia, porque Krug, nacida y criada en la ciudad de Karlsruhe, se fue a los veintitantos a Nueva York, donde, ya antes incluso de su matrimonio con un judío de Brooklyn, experimentó, si no una crisis, sí una toma de conciencia de las connotaciones negativas e incluso de la carga de culpa que conllevaba su origen alemán por lo sucedido durante el III Reich. Algo de lo que ella ya era consciente, claro, como perteneciente a la segunda generación de nacidos tras la guerra y a los que las instituciones educativas alemanas se han cuidado mucho de recordar con meticulosidad germánica los crímenes de aquella época (
con un celo sólo comparable al de los diferentes gobiernos españoles para educar sobre los cometidos por el régimen franquista, su complicidad con los nazis, el oprobio de la División Azul, etc.). Krug, asaltada además por la lógica nostalgia, se dedicó a explorar por diferentes vías el concepto de "patria", algo que, sin embargo, en el alemán
heimat no se corresponde exactamente con la ampulosa idea imperial que suponemos -y que le pretendían dar los nazis-, sino más bien con "terruño" o "espacio en el que uno se siente cómodo" (por cierto que, aunque el original en inglés del libro no sea ése, este es el tercero que reseño ya con "Patria" como título, después de la exitosa novela de
Aramburu y la menos conocida pero excelente novela gráfica de
Nina Bunjevac... ¿No hay un registro de títulos o algo así?).
Vista la dificultad de establecer que era para ella su auténtica patria, más allá de unos recuerdos y paisajes e incluso objetos cotidianos que asociaba con Alemania (ya volveré sobre esto después) y, en su caso, además, de sentirse cómoda con una identidad libre de culpas, Nora Krug decidió empezar por lo más cercano, aunque, al tiempo, bastante desconocido para ella: la historia de su propia familia durante aquellos años, más allá de los rumores o incluso leyendas familiares sobre lo que habían hecho sus abuelos; la rama paterna de su familia le resultaba aún más misteriosa porque su padre, oriundo de Külsheim, había roto casi del todo los lazos con sus parientes. Nora consigue averiguar bastante de unos y de otros, pero sobre todo se centra en dos personajes que tuvieron una participación más activa en la guerra: su tío Franz-Karl, muerto en el frente de Italia y al que su padre ni siquiera llegó a conocer y su abuelo paterno, Willi Rock, profesor de autoescuela en Karlsruhe y chófer militar durante la contienda (aprovecho para lamentar que la madre de Nora se casara con un alemán llamado Krug y no con un rumano de apellido Pop, porque entonces la autora del libro se habría llamado Nora Pop-Rock, y ya me diréis si se puede molar más...); no voy a adelantar resultados sobre sus pesquisas... sólo diré que las cosas suelen ser más complejas y también más simples de lo que parecen. Y que, como sabemos gracias a cualquier teleserie norteamericana, incluyendo
Los Simpsons, la sangre siempre es más espesa que el agua...
En cuanto al aspecto formal del libro, me cuesta considerarlo un libro de autoficción, como he leído en alguna parte, siendo más bien de crónica o mejor investigación familiar, aunque también refleje las vivencias y reflexiones de la autora, claro... De igual manera, no creo que se pueda considerar una novela gráfica; para empezar, no es una novela y tampoco es un cómic, propiamente dicho: en el libro se combinan páginas en forma de historieta, con otras en prosa "normal", con ilustraciones, fotos, documentos, etc. Hay un apartado dedicado a recuerdos de la guerra mundial que la autora, supuestamente, ha ido encontrando en mercadillos (fotografías, postales, cartas, medallas) y otro titulado
Del cuaderno de una emigrada nostálgica, evocando objetos típicos y cotidianos en las casas alemanas y que se suponen son característicos de la idiosincrasia germánica por su eficacia y fiabilidad, que van jalonando todo el libro: desde los archivadores Leitz o el típico pan negro, a las bolsas de agua caliente (por fortuna, no aparece el típico y estrambótico modelo de inodoro alemán, aunque podría). Se trata de una selección que tiene, aparte de expresar la "morriñen" de la autora (o como se diga en alemán, con alguna palabra de veintitrés letras), más intención, quizás incluso irónica, de lo que podría parecer: la lista se abre con los apósitos Hansaplast, que por lo visto se pueden adherir a cualquier superficie cutánea, da igual en qué condiciones se encuentre, pero que causan dolorcillo al despegarlos, y se cierra con el superpegamento UHU, capaz de pegar cualquier material, aunque, eso sí, no puede rellenar grietas.
En conclusión, una novela gráfica lo-que-sea cuya lectura me parece de lo más recomendable. Y también, si tenéis interés, cualquier entrevista a su autora, que es una mujer que parece tener la cabeza muy en su sitio y explica asuntos espinosos sin innecesarios ambages, de una forma franca y renovadora. Lástima lo de su apellido, pero no se puede tener todo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja a continuación tu comentario. Los comentarios serán moderados y solo serán visibles si los aprueba un miembro del equipo.