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martes, 26 de enero de 2021

Semana del ensayo #2: Las barbas del profeta, de Eduardo Mendoza

Idioma: español

Año de publicación: 2018

Valoración: Está bien

Ya he reseñado en este sacrosanto blog varias obras de Eduardo Mendoza y, tras la última vez que lo hice, con la no demasiado destacable El rey recibe, pensé que ya se había convertido un autor al que, si bien seguiría leyendo, lo haría con menos afán que en otras épocas y sin demasiadas ganas de reseñarlo. No obstante, recientemente se ha publicado en España, en su editorial de siempre y tras haber aparecido hace pocos años en la célebre Fondo de Cultura Económica mexicana (*) este libro que ha despertado de nuevo mi interés. 

En esta ocasión no nos encontramos con otra novela o incluso con una obra de teatro, como alguna que ha escrito Mendoza, sino con un ensayo -más o menos-, repito que publicado hace tres años. El libro, ya de por sí inusual en este autor, trata además, o al menos en apariencia, sobre la religión cristiana, aunque en realidad el tema auténtico del que se ocupa sea la ficción, y no me refiero a que toda religión no deje de ser una ficción (bueno, vale, todas menos una... la que más os guste), sino que para Eduardo Mendoza uno de los primeros contactos que tuvo con la ficción (que luego se convertiría en la materia de su oficio) y según él el único que tuvo en el colegio, fue la clase que entonces se impartía en la enseñanza española, de Historia Sagrada: un compendio de escenas y personajes bíblicos, la mayoría sacadas, ciertamente, de las Sagradas Escrituras, aunque también en algún caso, de textos apócrifos, aunque a los niños de la España nacionalcatólica se les explicaban por igual.

Ya digo que. según Mendoza, esta Historia Sagrada supuso el único contacto y delectación que aquella educación franquista permitía con el mundo de la ficción -desde luego, mucho más que la clase de literatura en sí- y, sobre todo, en lo que se refería al emocionante Antiguo Testamento, pues el Nuevo -o mejor dicho, los Evangelios, puesto que del colorido Apocalipsis, sin embargo, poco se veía- a él le resultaba una sossada, en comparación con los vigorosos personajes, extraordinarias situaciones e imaginativos giros argumentales -no siempre comprensibles, también hay que decirlo- que pueblan el Antiguo Testamento. Mendoza se detiene así en episodios tan conocidos y jugosos para un narrador como los de adán y Eva, claro está; sus hijos Abel y Caín -el primer antihéroe de la Historia... al menos la Sagrada; el diluvio universal; la Torre de Babel (siempre de actualidad, o, si no, miremos lo que ocupa y preocupa a muchos políticos españoles); las vicisitudes de Abraham, su hijo Isaac (vícitmas de la broma más pesada que se recuerde) y su nieto Jacob - sin olvidar al burlado Esaú-,; las desventuras de los judíos en Egipto, con José y Moisés como líderes escogidos por Yahvé; los reyes David y Salomón, una vez establecido el reino de Israel, y también otros personajes igual de sugerentes y que han dado mucho juego narrativo posterior, como el forzudo Sansón, Jonás y su ballena, el profeta Daniel, la casta Susana, etc.

Tampoco es que Mendoza haga aquí un análisis histórico o religiosos -aunque sí, aunque somero, de la iconografía- y mucho menos exhaustivo, de todos estos personajes y pasajes de la Biblia; lo que a él le interesa, ante todo, es su carácter de personajes de ficción, forjadores de arquetipos literarios y del gusto por la narrativa que caracteriza a este escritor. En este sentido, pues, sí que comenta los aspectos más sugerentes y los puntos débiles, las contradicciones de cada una de las historias que componían esta Historia con mayúsculas pero ya he mencionado que no lo hace pormenorizadamente, por lo que quizá sea un poco excesivo calificar a este libro de ensayo, o, en todo caso, lo es de una forma bastante sui géneris (aunque tampoco se me ocurre de que otro modo calificar al libro)... Un ensayo muy ligero y, desde luego, atravesado en todo momento por ese sentido del humor que caracteriza a este autor; eso sí, que tampoco espere nadie partirse de risa con episodios de una comicidad desopilante: lo que hay en este libro es esa ironía con freecuencia camuflada de ingenuidad que tan bien maneja Eduardo Mendoza. Que tampoco es para menos, con semejante tema, aunque podamos pensar, con cierta lástima, que éste le hubiera dado para más, en otro tiempo...


(*) Nota post-reseña: Como puede comprobar quien lea los comentarios a esta reseña, uno de nuestros lectores me ha señalado un error que me he apresurado a corregir; al parecer, este libro no fue publicado por el mítico Fondo de Cultura Económica de México (que ya me parecía algo raro), sino por su filial en España. 


Un porrón de libros de Eduardo Mendoza reseñados: aquí

5 comentarios:

  1. Estimados amigos de Unlibroaldía
    Me gustaría que se aclarara una posible confusión sobre este libro, ya que en la reseña (y en otras reseñas de otros blogs ocurre lo mismo) se menciona que el libro fue publicado en 2017 por el Fondo de Cultura Económica de México. Sin embargo, en la web de "Todostuslibros" https://www.todostuslibros.com/libros/las-barbas-del-profeta_978-84-375-0772-9) se identifica como editorial al Fondo de Cultura Económica de España.
    Entiendo que es una confusión menor en todo caso, ya que me declaro ferviente lector y admirador de Eduardo Mendoza, con el que he pasado muy buenos momentos, y con el convencimiento de que nos va a deleitar con una continuación de las peripecias de Rufo Batalla de más nivel que las anteriores

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  2. Hola, Segundo Tercero:
    Tienes razón, el libro fue publicado por la filial española del Fondo de Cultura Económica, no por la casa matriz mexicana, como yo (y por lo que dices no fui el único) supuse... Pido disculpas por el error y procedo a escribir una nota aclaratoria.
    Por lo demás, gracias por tu comentario, que nos ha servido para dilucidar esta cuestión. Un saludo.

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  3. Este también me lo leeré..

    Tsundoku extremo.
    Saludos

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  4. Hola de nuevo:

    Me propuse leer más ensayo este año y he leído este libro que, como dices, sería más bien un ensayo ligero. Me gusta el tema religioso como objeto de estudio (toma rareza) y me ha sabido a poco; me ha dado pena porque no profundiza en ningún tema y me ha aburrido a veces.
    Eso sí, su tono irónico, el guiño pícaro, el vocabulario con sabor a otra época..todo eso está, pero tan deslavazado, tan de soslayo, que me huele a despedida.

    Saludos

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    Respuestas
    1. Hola, Lupita:
      Pues sí, da pena que Mendoza no se metiera más en harina teniendo un tema tan jugoso, pero en fin, el hombre ya va para los ochenta años; no sé si se le puede pedir más...
      Un saludo.

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