Año de publicación: 2020
Valoración: sin duda, interesante
No es que me guste a mí meterme en ciertos jardines (bueno, igual un poco sí, pero no es el caso), como puede pensar alguien al leer el título de este libro y recordar el debate existente en España sobre la Ley de Transexualidad, aún no aprobada o la disputa dentro del feminismo entre las activistas Trans (o pro-Trans) y las llamadas TERFs (o quizás sólo una parte de las Trans y una parte de las llamadas TERFs, que yo en esto ya me pierdo), con episodios tan coloridos como ciertas declaraciones de la escritora J. K. Rowling y la respuesta de algunos de sus colegas, así como la crítica o el apoyo de sus lectores, etc.
No, no es este "tema de rabiosa actualidad" el que me ha llevado a leer este libro. Si alguien amplía la imagen de su cubierta, podrá ver con más claridad el subtítulo del mismo, que es lo que a mí me ha interesado, sobre todo: A propósito de Morris; Morris es la señora de la foto, la escritora británica Jan Morris, fallecida justamente hace pocos días, el 20 de noviembre (ahorrémonos los chistes sobre la fecha, please), a la venerable edad de 94 años, que no está nada mal... Por pura casualidad, este libro llegó a mis manos unos días más tarde y pensé que reseñarlo podía ser una buena manera de homenajear a esta respetada y célebre, al menos en el ámbito anglófono, escritora, que además de ser autora de eruditos y deliciosos libros de Historia, biografías y, sobre todo, viajes, amén de alguna que otra novela, fue, entre otras cosas, oficial de inteligencia del Ejército Británico durante la II Guerra Mundial, filóloga y periodista que cubrió en directo acontecimientos como la primera ascensión al Everest, el juicio a Adolf Eichmann o el conflicto árabe-israelí por el canal de Suez. Además de nacionalista galesa, esposo y padre de cinco hijos... Porque el motivo de que protagonice un libro sobre la transexualidad es que hasta sus 35 años, Jan Morris vivió como James Morris, aunque sintiéndose mujer desde su primera infancia, y a esa edad comenzó su transición física al sexo femenino -se entiende que ya era de género femenino- , que culminó años después con una operación quirúrgica en Casablanca.
Esta es la razón por la que el autor de este librito, el filósofo y profesor valenciano Juan Carlos Castelló, ha tomado a Morris como ejemplo para hablar del tema de la transexualidad. Porque, según explica, más allá de las teorías, posiciones ideológicas e incluso estudios científicos -aunque sin despreciar éstos en ningún momento-, la pretensión del libro es "acercarnos a la persona para procurar entender su situación o circunstancia y, desde ella y sólo después de ese encuentro, valorar las versiones teóricas y tomar una decisión lo más humanizadora y racional posible". Para ello, como digo, se explica el devenir vital de Jan Morris, en gran medida basándose en el libro de memorias que escribió ella misma tratando el asunto, El enigma. Aunque también se nos cuenta la historia, tal vez incluso más famosa, de Lili Elbe, la transexual danesa de los años 30 y que inspiró el libro y luego película La chica danesa, y cuyo caso Morris siempre tuvo muy presente. Al mismo tiempo, Castelló también aporta una serie de citas y referencias de pensadores como Judith Butler, Simone de Beauvoir, Ortega y Gasset , e incluso de novelistas como C. S. Lewis o el historiador Alexander Kinklake; ahora bien, siempre evitando la excesiva fárraga teórica, puesto que, si bien este libro ha sido publicado por una editorial dedicada a la filosofía y el pensamiento, lo es en una colección destinada a estudiantes.
Si la primera parte del libro se centra en la historia de Jan Morris, la segunda es más una disertación y reflexión sobre los aspectos más teóricos, pero también políticos de este tema. Además de explicar con claridad las diferencias entre la transexualidad y las orientaciones y prácticas sexuales como la homosexualidad o el travestismo, insiste en la distinción fundamental -hecha a lo largo de todo el libro, en realidad- entre "sexo" -es decir lo referente a las categorías biológicas- y "género" -referente a categorías sociales y culturales y que determinan la identidad de cada persona-, así como las que hay entre las dicotomías macho/hembra y masculino/femenino; además, explica en que consiste la llamada "perspectiva de género" -que no "ideología"-, que el enlaza, en el caso de las personas transexuales, de una forma estrecha con el feminismo y las reivindicaciones del colectivo homo y bisexual (toca sólo de forma indirecta lo que se refiere a la teoría o teorías Queer), en contraposición con los presupuestos de los que llama neoconservadores: aquéllos que consideran que lo único "natural" y "correcto" son los dos géneros que corresponden a los dos sexos biológicos y las relaciones sexuales y afectivas entre ellos, en exclusiva.
Aunque el tema da para mucho, no me extenderé más en esta que, por definición, ha de ser una reseña contenida; sólo quiero aconsejar, sin dudas y a quien le interese, la lectura de este libro, así como cualquiera de los de la gran Jan Morris. Tengamos siempre presente el lema que podemos ver en su camiseta (volved a ampliar la imagen si hace falta): So many books... so little time! Así que ¡todo el mundo a leer! (que al menos aquí, empieza un puente).
Escrito por Jan Morris y reseñado en Un Libro Al Día: Manhattan 45
Pues qué quieres que te diga, yo me leí El enigma hace unos años y como persona Jan Morris me pareció una señora muy, muy rancia.
ResponderEliminarBueno, yo El enigma no lo he leído, así que no te sé decir, pero lo que sí he leído deella está muy bien. En cuanto a lo de rancia, pensemos que ha muerto a los 94 años, luego nació en 1926...
EliminarMe apunto la camiseta!
ResponderEliminarNacer en un determinado tiempo o lugar no garantiza nada. Jan Morris pasó por proceso que debería haberle hecho desarrollar un poco la empatía. Algo que a juzgar por lo que escribe en 'El enimga' queda muy en duda.
ResponderEliminarEs posible que tengas razón. En todo caso, te aconsejo que leas algún otro libro de ella, para que, al menos en lo literario, te quede un mejor regusto...
EliminarInteresante, Juan. ¡El rollo este de Trans VS Terfs me fascina!
ResponderEliminarYo he decir que es un temsa que me pilla bsstante en fuera de juego y no me strevo a decir gran cosa al respecto, excepto que suscita opiniones muy encontradas y enconadas en Twitter...lo cuacotampoco quiere decir gran cosa, como ya sabemos...
EliminarPues lo digo yo, si me lo permites (que sé que sí, jeje).
ResponderEliminarMuy breve. Como todos sabemos desde siempre, el género nos lo inculcan desde que nacemos (poniéndonos patucos rosas y azules, llamándonos machotes o princesitas, marcando con pendientes sólo a las bebés e inculcando conductas relevantes para el futuro).
Nadie nace con ningún género, nacemos con un sexo, ¿o ya habéis olvidado algo tan básico como evidente?
A veces la gente se enfada con toda la razón del mundo.
Y aclaro, que se operen si quieren (no con mi dinero), que se pongan faldas o se dejen bigote pero que no digan que nacieron con el género equivocado, eso es un cuento tártaro: la naturaleza no entiende de géneros.
Concuerdo completamente con lo que infiere en su comentario Montuenga. Se pertenece al sexo con que se nace, incluso aunque se dé el caso de seudohermafroditismo el genotipo con que se nace determina su sexo, no importa si no presenta el fenotipo correspondiente a su sexo. Me molesta que saquen estos casos de intersexualidad, que son enfermedades genéticas, para corroborar sus ideas acientificas de la diversidad sexual.
ResponderEliminarConcuerdo completamente con lo que infiere en su comentario Montuenga. Se pertenece al sexo con que se nace, incluso aunque se de el caso de seudohermafroditismo el genotipo con que nace determina su sexo, no importa si no presenta el fenotipo correspondiente a su sexo. Me molesta que saquen estos casos de intersexualidad para corroborar sus ideas acientificas sobre la diversidad sexual.
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