Idioma original: catalán
Título original: Cavalls salvatges
Año de publicación: 2020
Traducción: el propio autor
Valoración: muy recomendable
Vaya por delante que me hubiera gustado leer este libro en su versión original en catalán, pero a) parece que se trata de un libro difícilmente localizable b) algo más habré de fiarme si quien se traduce es el propio autor, aunque sea para añadir algo más de mito (primer autor ibérico) a la colección de Sajalín, editorial siempre fiable a la hora de tratar de ciertas temáticas y que, aquí, un altre cop, da en el clavo.
Voy a abstenerme de calificar cierta corriente. representada por ciertos autores, que no voy a perder tiempo en mencionar, que apela a cierta nostalgia de la sociedad urbana de la época del postfranquismo inmediato. Tampoco voy a dar pábulo a algunas teorías conspiranoicas (por favor, señores de la RAE, acepten ese término) sobre si la laxitud oficial hacia la penetración de los estupefacientes en aquella época pretendía adormecer y por tanto contribuir a neutralizar a una generación (los ahora llamados boomers) que podía tomarse en serio determinadas exigencias políticas.
Pero al que pretenda hallar glamour en los poblados de la droga que cada gran ciudad tuvo (y muchas conservan, a pesar de ingenuos planes urbanísticos que solo cambian el problema de ubicación), en las esquinas con gente muy poco recomendable trapicheando, al que se muestre ni que sea lejanamente nostálgico (salió la puta palabra) de ese pestilente pasado de yonquis arrastrándose por el chute, de tipejos blandiendo jeringas para obtener dinero para droga, al que esos personajes, que aparecen en ciertas series cutres balbuceando como si ello tuviera la mínima gracia, les parecen entrañables -porque tiene que haber el tonto del pueblo y el yonqui del vecindario-, en fin, a toda esa gente les presentaría a amigas a quien se les murió un hermano, a conocidos a los que un politoxicómano les arruinó la vida, y me paro ahí que ya me estoy encendiendo. Ni moral ni tonterías, los estupefacientes, especialmente cuando, a diferencia de tabaco o alcohol, se les confina a un submundo de ilegalidad y descontrol, son una mala opción de vida.
Cussà Balaguer fue de esos. Estuvo "malito", como cierta estrella televisiva gusta de camuflar para no mostrarse con franqueza. Y Caballos salvajes es un duro testimonio de esa vida, duro testimonio que ni moraliza ni adoctrina, ni incentiva ni criminaliza. Ni un momento se habla del pozo de la droga ni se emplea tono de sermón. El yonqui vive alrededor de lo que se mete, y eso vertebra su existencia. Entre exceso y exceso (aquí los hay de prácticamente todo) solo hay resacas y bajón y preámbulos y preparativos del siguiente. Ve que las cosas se desmoronan a su alrededor y, aunque es consciente de ello, siempre deja lo de arreglarlo para otro día. Caballos salvajes no es Trainspotting de la Catalunya interior. Es una novela casi faulkneriana, donde los cadáveres nos hablan porque estos cadáveres aún conducen, visitan países y follan. No da ejemplo, ni afea más el tema de lo que ya es. La heroína ha representado muerte, enfermedad, crimen, cárcel, sordidez, todas ellas cosas que yo diría que no conviene mucho banalizar. La cuestión es que esa vida da para una gran obra literaria: una novela nerviosa y nervuda, que combina placer y dolor, claro, hasta ese punto refleja aquello de lo que habla, que es básicamente una comunidad de gente bajo la influencia. Un léxico casi a medida, palabras que se unen, frases que se cortan, los casi ilimitados términos usados para describir la célula básica, el consumo fulgurante de la dosis mínima de lo que sea. Entre tanto narcótico, convertido cada uno en integrante de la dieta diaria, Cussà aparece con su experiencia personal detrás del personaje de Alexandre, mil apodos y contracciones de su nombre surgen a medida que se presenta y se integra en una acción que va y viene, con sus diversas relaciones, parejas, familia, amigos y cómplices, diversos personajes en diversos momentos y perspectivas dibujan un mosaico cuya estructura narrativa refleja el caos vital en que vive sumido aquel que elige esa existencia (llamadle como queráis, si por tendencia social, por propensión psicológica, por influencias de las amistades, porque es la moda, por pura desidia de cualquier otra elección posible), un caos en el que el consumo es a la vez el centro del círculo y el exterior al que cualquier fuerza te lleva. Tampoco es que se recarguen las tintas en lo trágico, pero aquí hay suicidios, sobredosis, muertes accidentales, enfermedades contraídas de cuando éstas representaban una muerte casi segura, y toda la parafernalia propia del mundillo. El tráfico a pequeña escala para financiar el vicio propio, los viajes para trasladar mercancía, la urgencia de obtener dinero para alimentar a la bestia.
Poco centrada en el estereotipo urbano, la mayoría de la trama tiene lugar en aquello que llamaríamos las comarcas de la Catalunya interior: poca presencia de los clásicos emplazamientos que el lector vincularía con tal situación. Aquí quien se droga cohabita en una granja o en algún piso cedido en una población pequeña, o vaga por un mas (el equivalente catalán a una casa rodeada de un pequeño terreno con modestos sembrados de cultivos variados) y se mueve en ese entorno reducido y casi rural. Un escenario chocante y poco entregado al estereotipo. Alexandre es el escritor al que un mecenas adinerado espera casi eternamente mientras rellena párrafos en los intersticios que su recorrido vital le permite, Cussà lo emplea como alter ego, quizás incluso parapetándose para evitar mencionar a personas que aún existan. La sensación de cercanía es total, el torrente narrativo casi avasallador, poco glamour y mucha sensación de que esa situación no tiene ningún atractivo, mucho menos con la perspectiva de quienes tienen la suerte de haberla superado.
Todo un viaje a las profundidades.
Muy buena esa referencia a la estrella de la tv.. En ese programa hablan con metáforas para eludir la realidad... Volviendo al nuestro.. Un diez sobre diez.. Francesc.. Lo de la cataluña interior se asemeja a la Castilla la vieja.. De los pueblos donde tb existe el problema... Muchas gracias Francesc..... Mayor Thompson
ResponderEliminarEn Wallapop por 5 euros lo tienes en idioma original.
ResponderEliminarLa referencia es buena y está muy bien escrita, pero creo que hay contradicciones. Se critica a quienes buscan un escenario o ciertos referentes culturales o históricos de aires nostálgicos, como el postfranquismo, pero en cambio se afirma que la experiencia horrible de la droga, vale para una obra literaria como ésta, que además se la califica de faulkiana. Cuando toda obra literaria tiende o es directamente un escenario, susceptible de crear una nostalgia y/o un referente histórico-cultural independiente de la realidad. Si el documento no fuera presentado como una obra literaria, o no tuviera pretensiones de “obra de Arte”, sino como un trabajo periodístico, la crítica de origen serviría, pero me parece que no es el caso.
ResponderEliminarPor otro lado, dicha crítica se hace también cuestión moral, con un tono dramático que juzga a quién se tome la obra a la ligera, y no vea detrás las tragedias reales que esconde. Sin embargo, este tono aleccionador, es negado a continuación, y se hace mérito de la obra, el no hacer ningún juicio de valor que prevenga sobre las drogas, y que, en cambio, el libro, transcurre lo más estético-asépticamente deseable en una obra literaria.
No he leído el libro, y no dudo que su lectura es más que recomendable. Pero me parece que con Jordi Cussà están creando una estrella del underground al más puro William S. Burroughs, que venderá muchos pósteres con su retrato y cuyo estilo de vida muchos jovencitos querrán imitar. Hacer de algo tan horrible como la experiencia de los estupefacientes un ejercicio literario de calidad, me parece bien. Pero negar que el arte y el mito que se hace del autor, poco tienen que ver con la cruda realidad del sufrimiento asociado, no es sincero.
Algo leí hace poco sobre Cussá -de quien no sabía nada- que me llevo a apuntar dos novelas suyas, una de ellas Caballos salvajes (imagino que el título contiene cierto homenaje a la canción Wild Horses de Los Stones). Parece que acerté.
ResponderEliminarQuienes tenemos cierta edad y el tema nos tocó de alguna manera -en mi caso desde Bilbao- no lo hemos podido olvidar. Aquello fue muy, muy bestia.
Saludos
La novela se publicó por primera vez en Columna al año 2000. Se volvió a publicar revisada en la editorial L'Albí el año 2016.
ResponderEliminarSe puede encontrar en algunas bibliotecas:
http://sinera.diba.cat/search~S171*cat?/tcavalls+salvatges/tcavalls+salvatges/1%2C2%2C3%2CB/frameset&FF=tcavalls+salvatges&1%2C%2C2
i en algunas librerías:
https://www.lacentral.com/book/?id=9788415269403,
https://www.laie.es/es/libro/cavalls-salvatges/9788415269403/520969
https://onallibres.cat/botiga/cavalls-salvatges
https://www.documenta-bcn.com/es/products/183426-cavalls-salvatges.html
Uy! Se me ha colado una "i" en lugar de una "y". Mis disculpas.
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