Año de publicación: 2011
Valoración: recomendable (sobre todo para fans)
"Para Padilla, recordaba Amalfitano, existía literatura heterosexual, homosexual y bisexual. Las novelas, generalmente, eran heterosexuales. La poesía, en cambio, era absolutamente homosexual. Dentro del inmenso océano de ésta distinguía varias corrientes: maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos. Las dos corrientes mayoritarias, sin embargo, eran las de maricones y la de los maricas (...)".
De esta forma tan jacarandosa comienza Los sinsabores del verdadero policía; después el tal Padilla, alumno y amante del profesor Amalfitano, se explaya en una clasificación casi taxonómica y bastante tronchante de los poetas más famosos, según su grado de mariconez, etc. (pido disculpas por emplear este tipo de lenguaje y temo arder en el Infierno por ello, pero creedme que en este caso no se puede decir de otra forma). Padilla, que es un poco el númen malévolo -viciosillo sería más propio- de la novela, es un brillante joven barcelonés que, entre sesión de sexo y otra de poesía, se pelea con quien haga falta y escribe una novela titulada El Dios de los homosexuales. Amalfitano es un profesor de literatura chileno que recae en la Universidad de Barcelona tras un periplo por medio mundo, junto a su hija Rosa. Seducido por Padilla -nunca antes había tenido relaciones sexuales con hombres-, el escándalo de follar con ese alumno y otros provoca que le despidan (la novela se desarrolla en los años 80 del siglo XX, que eran más pacatos que los actuales, aunque quizá menos mojigatos) y encuentre como única salida un puesto en la Universidad de Santa Teresa, en Sonora, México. Desde allí inicia una relación epistolar intermitente con su ex-alumno y ex-amante, que articula buena parte de la novela.
Pero no todo es sexo homoerótico y sin freno -aunque hay bastante y sin ambages- en esta novela, que está estructurada en cinco capítulos cuyos títulos oscilan entre lo obvio y lo críptico: La caída del muro de Berlín - Amalfitano y Padilla - Rosa Amalfitano - J. M. G. Arcimboldi - Asesinos de Sonora; en ellos encontramos desde descripciones de lugares o trayectos vitales bastante peculiares a historias protagonizadas por soldados de la División Azul, por sicarios y policías mexicanos, por famosos pintores norteamericanos... Hay un capítulo entero -muy á la Perec, me atrevo a decir- dedicado a la vida, obra y circunstancias de un supuesto escritor francés, Arcimboldi, uno de cuyos libros tradujo en cierta ocasión Amalfitano. Lo acompañan reseñas de lectura del resto de sus títulos, hechas por Padilla. hay una reivindicación de ciertas poetas francesas poco ortodoxas -y esta vez reales-, como Gilberte Dallas. Hay historias de amores imposibles y la presencia de la muerte en forma de SIDA (ya digo que la novela está ambientada en los 80). En general, la sensación que deja el libro es de desesperanza, o quizás más de extrañamiento, de vacío...
Esto se debe, tal vez, a que hablamos de una novela cuyos elementos, personajes, capítulos, parecen ir dispersándose por vericuetos extraños, para luego volverse a reunir, pero dejando huecos, preguntas, desconexiones... Se trata,a demás, de una de esas novelas póstumas (es decir, publicadas póstumamente, claro) de Bolaño, aunque su recopiladora/editora asegura que la había dejado prácticamente terminada, enigmático título incluido. para rematar, y como habrán deducido desde el principio de la reseña los más azcérrimos bolañistas, e incluso algunos que no lo sean tanto, esta novela es una suerte de spin-off de otra mucho más célebre y monumental (y también publicada póstumamente): 2666. Al menos, se repiten algunos personajes como Amalfitano, su hija Rosa y el escritor Arcimboldi... Si a los lectores les resulta más o menos satisfactoria una u otra, o laas dos por igual, eso ya lo debe decidir cada cual. A mí, al menos, y pese a la sensación algo desconcertante que, como digo, deja su lectura, me ha gustado.
Más libros de y sobre Roberto Bolaño de los que estoy dispuesto a contar reseñados en ULAD: aquí
Roberto Bolaño, para un fan como yo subjetivo al 100%, es sinónimo de hogar, por la tranquilidad que da llegar al sitio seguro.
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarRecuerdo un poco de miedo con el tema de obras póstumas, cuando llegó a mis manos.
Para nada, novela redonda y "terminada". Y de acuerdo a reseña, un "spin-off" o complemento o continuación de 2.666. Creo que se disfruta más si previamente se ha leído 2.666.
La pongo entre mis favoritas de Bolaño junto a:
-2.666
-Los Detectives Salvajes
-Estrella Distante
-El Tercer Reich.
-Todos sus cuentos
Saludos
No lo he leído, pero caerá.
ResponderEliminarRecuerdo llorar cuando terminé 2666.. porque había acabado. Fue un orgasmo mental, si existe eso.
Yo también fanática total y rendida.
Soy un poco exagerada, lo sé, pero, ¿para qué vivir a medias?
Saludos
Hola a todos y, ante todo, gracias por los comentarios:
ResponderEliminarCompruebo, con no poca satisfacción, que esta entrada se está convirtiendo en una especie de Fan Zone de Roberto Bolaño, así que se me ocurre que quizás alguien que sea más experto "bolañista" que yo nos pueda aclarar si esta novela es un spin-off de "2666", como parece, o ésta, en cambio, una excrecencia de "Los sinsabores..." que creció hasta arrinconar a la novela original...
Esa clasificación tan particular de los poetas también aparece en Los Detectives Salvajes.
ResponderEliminarHola, Agus:
EliminarLa verdas es que ese libro no lo he leído, pero patece wue era algo habitual en Bolaño repetir personajes, historias y elementos de las mias... Ahí tenemos los casos de "Estrella distante" y "La literatura nazi en América", por ejemplo.
Un saludo y muchas gracias por tu comentario.
Cuando lo leí, casi de forma inmediata a su publicación, y cuando parecía ir a ser el "último" rescate de los archivos de Bolaño (no os riáis), entendí que era una especie de complemento o nota al margen de 2666, como una especie de apuntes y descartes o piezas que se ponen sobre la mesa. Lo bueno es que ni siquiera le recuerdo una estructura narrativa, con capítulos que eran puras piezas únicas sin engarce voluntario o forzado, pero para nada un mal libro.
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