Idioma original: español
Año de publicación: 2019
Año de publicación: 2019
Valoración: recomendable
Este no es un mundo perfecto. Dista mucho de serlo, es obvio, demasiadas desigualdades, demasiados prejuicios, demasiadas injusticias. En nuestras manos está dar pequeños pasos, no para que sea perfecto, que eso, aparte de imposible, sería bastante incómodo, sino algo mejor que el del día anterior.
Un ejemplo lo tenemos aquí: me encantaría que Paul B. Preciado pudiera dedicar la mayoría de este libro, y enfocar nuestra atención, hacia los textos más genéricos y que menos relación tienen con el tema central de esta recopilación de artículos, que es ese "cruce" al que hace referencia el subtítulo del libro, la transición de mujer a hombre que el autor experimenta y a la que la imagen de la portada, perdonad, pero la veo algo kitsch, ayuda a recrear.
Me encantaría, pero me temo que no va a ser así por un cierto tiempo.
Así que Paul B, Preciado dedica título, subtítulo y portada a esa cuestión, que aborda en esta recopilación de artículos, desde muchos puntos de vista, desde la pura cuestión práctica (la de mostrar en las fronteras de algunos países, no todos caracterizados por amplitud de miras, su documento de identidad con su foto como mujer) hasta la más íntima e intrincada cuestión psicológica (impagable el paseo por Burgos con su madre capeando el temporal de dar explicaciones sobre su hijo) pasando por el via crucis físico que entrañan decisiones tan radicales: la ingestión de hormonas, su afectación sobre estados de ánimo, los paulatinos cambios en el organismo, etc.
Lo que ocurre, espero no ser malentendido, es que Preciado llevando ese diario de ese proceso es tenso en su escritura, solemne incluso de una manera algo inexplicable, como si la decisión de sentirse confortable con su organismo solo tuviera la faceta dde un drama y no tuviera aspecto lúdico alguno, no tuviera algún resquicio de banalización. Preciado decide afrontar el proceso físico para cambiar el género que le fue asignado al nacer y ese proceso es duro como persona, por supuesto, pero la reacción, entre el rechazo, la curiosidad morbosa y la incomprensión, del entorno, no ayuda. Aquí Preciado documenta ese proceso incluyendo desde anécdotas hasta situaciones absurdas de índole administrativa, pero en esos fragmentos, casi siempre textos de denuncia ante el obstinamiento de la sociedad en general por plantear dicotomías que podrían resumirse en normal/fuera de lo normal, contrapesa esa obvia injusticia con tesón, con insistencia en la denuncia y con contundencia en lo absurdo de estas situaciones en un mundo, queremos creer, en progresión imparable para dejar atrás esos planteamientos, esa visión binaria.
Entonces Preciado rinde esa crónica del cruce y se adscribe de lleno en la categoría literatura queer, sub-categoría ensayo. Y a este lector que aquí os transmite sus sensaciones le da cierta rabia. Porque ese es un cinturón que confina la capacidad del autor, un hombre que ha comisariado exposiciones (que fue depurado por la presencia de una polémica estatua), que es un escritor de estilo depurado y referencias de alto calado, pero al que la figura de activista de cierto colectivo simplemente le coarta y simplifica. Sus opiniones políticas, su formación, su bagaje cultural son de una lucidez y profundidad de miras incuestionable, desde luego merecedoras de que la execrable cortina de morbo que sus elecciones íntimas y personales suscitan caiga de una vez por todas. Deseo, y mucho, leer a Preciado escribiendo y polemizando sobre cualquier cosa sin verse obligado a que cierto tema se alce con preeminencia. Creo que el mundo será mejor ese día.
Un ejemplo lo tenemos aquí: me encantaría que Paul B. Preciado pudiera dedicar la mayoría de este libro, y enfocar nuestra atención, hacia los textos más genéricos y que menos relación tienen con el tema central de esta recopilación de artículos, que es ese "cruce" al que hace referencia el subtítulo del libro, la transición de mujer a hombre que el autor experimenta y a la que la imagen de la portada, perdonad, pero la veo algo kitsch, ayuda a recrear.
Me encantaría, pero me temo que no va a ser así por un cierto tiempo.
Así que Paul B, Preciado dedica título, subtítulo y portada a esa cuestión, que aborda en esta recopilación de artículos, desde muchos puntos de vista, desde la pura cuestión práctica (la de mostrar en las fronteras de algunos países, no todos caracterizados por amplitud de miras, su documento de identidad con su foto como mujer) hasta la más íntima e intrincada cuestión psicológica (impagable el paseo por Burgos con su madre capeando el temporal de dar explicaciones sobre su hijo) pasando por el via crucis físico que entrañan decisiones tan radicales: la ingestión de hormonas, su afectación sobre estados de ánimo, los paulatinos cambios en el organismo, etc.
Lo que ocurre, espero no ser malentendido, es que Preciado llevando ese diario de ese proceso es tenso en su escritura, solemne incluso de una manera algo inexplicable, como si la decisión de sentirse confortable con su organismo solo tuviera la faceta dde un drama y no tuviera aspecto lúdico alguno, no tuviera algún resquicio de banalización. Preciado decide afrontar el proceso físico para cambiar el género que le fue asignado al nacer y ese proceso es duro como persona, por supuesto, pero la reacción, entre el rechazo, la curiosidad morbosa y la incomprensión, del entorno, no ayuda. Aquí Preciado documenta ese proceso incluyendo desde anécdotas hasta situaciones absurdas de índole administrativa, pero en esos fragmentos, casi siempre textos de denuncia ante el obstinamiento de la sociedad en general por plantear dicotomías que podrían resumirse en normal/fuera de lo normal, contrapesa esa obvia injusticia con tesón, con insistencia en la denuncia y con contundencia en lo absurdo de estas situaciones en un mundo, queremos creer, en progresión imparable para dejar atrás esos planteamientos, esa visión binaria.
Entonces Preciado rinde esa crónica del cruce y se adscribe de lleno en la categoría literatura queer, sub-categoría ensayo. Y a este lector que aquí os transmite sus sensaciones le da cierta rabia. Porque ese es un cinturón que confina la capacidad del autor, un hombre que ha comisariado exposiciones (que fue depurado por la presencia de una polémica estatua), que es un escritor de estilo depurado y referencias de alto calado, pero al que la figura de activista de cierto colectivo simplemente le coarta y simplifica. Sus opiniones políticas, su formación, su bagaje cultural son de una lucidez y profundidad de miras incuestionable, desde luego merecedoras de que la execrable cortina de morbo que sus elecciones íntimas y personales suscitan caiga de una vez por todas. Deseo, y mucho, leer a Preciado escribiendo y polemizando sobre cualquier cosa sin verse obligado a que cierto tema se alce con preeminencia. Creo que el mundo será mejor ese día.
Yo voy leyendo un artículo cada día como el catecismo... ¡A ver qué hago cuándo termine!
ResponderEliminarHola, Francesc:
ResponderEliminar¿Te parece una catarsis "a medias"?
Me ha picado la curiosidad con el tema de la estatua, y la verdad, me he reído un rato al verla.
Después pensé que unos textos tan depuradores de vísceras como la estatua y menos depurados serían lo esperado en tu lectura.
De todos modos, cuando un tema no se nos va de la cabeza y nos condiciona tanto, es normal, al menos por una temporada, ser "monotemático"
Saludos
Gracias por los comentarios. Y sabéis que suelo andar un poco despistado, pero respondo. Lupita, la palabra catarsis siempre me ha infundido mucho respeto. Diría que Preciado más que una catarsis afronta un cambio de piel. Diría que, en una sociedad condicionada por las apariencias y con tanta sensibilidad hacia el tema, es difícil determinar si el texto le ayuda en ello. Me reitero: cuando deja atrás esa lógica obsesión, es agudo y perspicaz. Cuando surge la cuestión, sacrifica esas cualidades a costa de un tono más convencional, como quien redacta una hoja de reclamaciones a la sociedad.
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