Año de publicación: 2020
Valoración: recomendable
El peón es el segundo publicado por Paco Cerdà en la editorial Pepitas de Calabaza (después de Los últimos. Voces de la Laponia española), dos libros de crónica con un claro espíritu político pero temas y aproximaciones diferentes. Si en Los últimos se presentaba el problema del despoblamiento de la "España vaciada", tema que ha ganado bastante visibilidad en años recientes, en El peón se plantea un tema quizás más universal: el destino (trágico, épico o una mezcla de ambos) de los peones del poder, aquellos que se ven obligados a seguir sus designios, o que optan, desde la modesta posición del peón, por contrariarlo, asumiendo con ello muchas veces graves consecuencias.
El momento histórico concreto que sirve a Paco Cerdà de base para construir su crónica es la partida de ajedrez que un español, Arturo (o Arturito) Pomar y Bobby Fischer disputaron en Estocolmo en 1962; un improbable cruce de destinos entre un español empleado de Correos, niño prodigio aupado y utilizado por la propaganda franquista, que apuraba sus últimas oportunidades de llegar a la élite, y el famoso ajedrecista estadounidense, genial, arrogante y paranoico, hijo predilecto del FBI en la Guerra Fría, que después sería defenestado y perseguido por su país en décadas posteriores.
El peón es por tanto un libro de crónica, pero no a través de una lectura lineal o cronológica: el texto está construido con fragmentos de extensión variable (entre un párrafo y una decena de páginas), casi microrrelatos, dando como resultado una constelación de pequeños textos ligados por unas coordenadas espaciales, temporales, biográficas:
- Un año: 1962
- Dos países: Estados Unidos y España
- Dos personajes: los ajedrecistas Artur(it)o Pomar y Bobby Fischer
Así, el texto se mueve, por seguir con la metáfora ajedrecística, como el caballo por el tablero: hacia adelante, hacia atrás, lateralmente, pero siempre volviendo a esa casilla central que estructura el libro: los 77 movimientos de la partida Pomar-Fischer, hasta su desenlace final. Encontramos así capítulos dedicados al desarrollo de la propia partida; otros en que se reconstruye la biografía de Pomar y Fischer, desde la infancia hasta el momento de su muerte; y otros, por fin, en que se presentan personajes o momentos significativos ocurridos durante el año 1962, tanto en España como en EE.UU., protagonizados por otros "peones": hombres y mujeres utilizados o manipulados por el poder, o que decidieron oponerse a él con grandes o pequeños gestos, pagando con la cárcel, el exilio, el oprobio o la vida: maquis, obreros, exiliados republicanos, soldados, estudiantes, intelectuales, miembros o dirigentes de movimientos sociales, sindicales, antirracistas, feministas o pacifistas en los paranoicos EE.UU. de la Guerra Fría o en la autocrática España de Franco.
Esta es, de hecho, la idea central del libro, de la cual Arturo Pomar y Bobby Fischer son los representantes fundamentales: la de que existe una dignidad profunda y poderosa en esa individualidad solitaria (pero también solidaria) del peón. Así lo explica el último párrafo del texto, en un último capítulo que es la explicitación (quizás incluso demasiado explícita) del impulso político del libro:
Quizás se podría discutir si esta metáfora del peón (figura invisibilizada, manipulada o subestimada por el poder) se aplica igualmente a todos los personajes que atraviesan el texto; me cuesta un poco, por ejemplo, verlo aplicado a Dionisio Ridruejo, que si es cierto que en cierto momento cayó en desgracia del régimen franquista por pedir una mayor apertura y democracia, en otros momentos fue clara y decididamente un hombre próximo del poder (responsable de propaganda del bando nacional durante la Guerra Civil, nada menos). O, desde posiciones ideológicas diferentes, a Salvador Madariaga, que llegó a ser ministro de la Segunda República. Quizás (volviendo a las metáforas ajedrecísticas) se podría hablar de alfiles sacrificados en el fragor de la partida...Lentos, pequeños, débiles, insignificantes; tantas veces manipulados, instrumentalizados. pobres juguetes del destino que no se entregaron ni se apartaron junto al camino, no puedo más y aquí me quedo. Todos se sabían peón. Algunos quizás soñándose dama. Pero sabiendo, todos, que nunca un peón es solo un peón.
Además de estos párrafos finales sobre la idea del peón (Arturo Pomar y Fischer como peones de sus regímenes; España como peón de los Estados Unidos, los individos como peones del poder), hay otro párrafo fundamental para entender el espíritu del libro: el primero del apartado de "Fuentes" que se incluye al final del texto. Dice así:
Este libro nació con la premisa de que ni una sola palabra atribuida a sus protagonistas ni el más nimio detalle de las historias narradas fueran producto de la imaginación del autor o de una recreación novelesca. Igual que ocurre con el ajedrez, la crónica no admite ni trampas ni atajas. Lo contrario es su jaque mate.
Esta es, se podría decir, la Poética de Paco Cerdà, que aplica en El peón y que sin duda también aplicó en Los últimos. Habrá, claro, autores de crónica que discrepen de esta exigencia extrema de veracidad (no de objetividad) en la construcción de una crónica; sería de hecho interesante saber lo que opinan autores como Ander Izagirre, Olga Rodríguez o Jorge Carrión, por ejemplo, en relación a esta premisa. Desde un punto de vista teórico, me parece un mandamiento de difícil cumplimiento, de forma que es casi imposible no ser pecador. El propio Paco Cerdà atribuye a los personajes que pueblan el texto pensamientos y sentimientos ("Está feliz", "Eso mismo piensa", "Te sientes grande"...), que ni la más exhasutiva documentación del FBI o la Stasi podría probar. Quizás la clave esté en la imposibilidad de crear una narración o una historia sin "novelar", en un grado o en otro - y en esa cuestión de grado estriba, creo, la diferencia entre la crónica o la ficción, no en categorías absolutas. Los propios historiadores llevan décadas, si no siglos, reflexionando sobre estas mismas cuestiones.
Porque, naturalmente, como ya he mencionado varias veces esta autoexigencia de veracidad radical no implica que el texto de Paco Cerdà no tenga una clara vocación política (y poética): dignificar y rescatar del olvido (en algunos casos, porque ya digo que no todos los "peones" del texto son iguales) la figura de determinados peones de la historia española y estadounidense; introducir en la Historia la historia, abrir grietas en los discursos construidos desde el poder de reyes y damas. Para ello recurre también a un estilo que parte de lo documental (se incluyen fragmentos de cartas, discursos, informes, artículos periodísticos), pero que se interna también en lo poético, en lo trágico y en lo épico (para mi gusto, a veces hasta demasiado, con una voz que llega a sonar algo impostada en determinados pasajes), reafirmando así que incluso la más estricta fidelidad a la verdad no está reñida con el compromiso o con la belleza. Y si no, que se lo digan a Svetlana Aleksiévich.
Un libro maravilloso tanto si te apasiona el ajedrez como si no. Me lo leí de un tirón. Plagado de historias deliciosas que va uniendo al relato central como esas mantas hechas de retales. Precioso.
ResponderEliminarMe has alegrado el dia santi. Lo compraré. Mayor Thompson
ResponderEliminarTengo en mucha estima a esta editorial riojana.. Y Bobby fisher. Un idolo. Gracias Santi. Kempes 19
ResponderEliminarSoy Paco destruels...jugador de ajedrez(ya no sé qué elo tengo)..pero me ha gustado tu libro de r peón.muy bien interrelacionado con la historia de España.enhirabuena..si quieres comerte un arroz en mi casa... fdestruels@gmail.com..un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias a todos por los comentarios!
ResponderEliminarPaco Destruels, ese comentario parece más dirigido al autor del libro que al de la reseña, así que si el otro Paco, Cerdà, lo ve, él podrá decir mejor que nosotros si acepta o no tu invitaión :)