Idioma original: español
Año de publicación: 2019
Valoración: decepcionante
Perdonaréis que me apunte algo tarde al carro de la semana temática que mis compañeros, en especial Juan G.B. (por una cuestión estrictamente numérica) tan bien han resuelto. Tenía una cierta sensación de arrepentimiento y me acerqué a los estantes de la biblioteca sobre cine. Me di cuenta de que he sido algo ajeno al cine de las últimas dos décadas pero que he conservado la costumbre de acabar viendo todas las películas de Quentin Tarantino y de que, incluso incorporando su propia filosofía, eso me convierte en conocedor de su obra y de cómo esta se ha filtrado en nuestra realidad estética, aunque sea a costa de efectos indeseados como la saturación cromática o cierta banalización de la violencia extrema y gratuita.O sea, tomé este libro por casualidad y por el hecho de que es relativamente reciente, cosa que es importante en las retrospectivas. A pesar de ello, el reclamo visual es contundente desde la portada: el rostro de Tarantino en rojo sangre, la estampa icónica de Uma Thurman en Kill Bill en amarillo casi puro. Y claro, la mención a la cultura pop, la pistola, el tipo de letra para el título estilo pulp, ajado y desgastado.
Un objeto atractivo, sin duda, repleto de material visual en el interior con profusión de imágenes de las películas, de las propias de Tarantino y de las que inspiró y le inspiraron, de sus actores fetiche y de los que, sin serlo, aparecían en sus películas como secundarios representando un guiño a algo desconocido hasta ahora, etc.
Es decir; una obra trabajada y que seguramente revelará algo que incluso el mitómano desconocía.
Pero llega el momento de plantear si un libro así es necesario: todo lo que el libro explica puede obtenerse de distintas fuentes e incluso la maquetación y la estructura de la información me inducen a pensar si este libro no es una plasmación impresa y lujosa de un enorme artículo de Wikipedia. Me refiero a esos montones de información llena de títulos de películas de difícil acceso que constituyen ejemplo y referencia para todo a lo que se alude aquí, que va desde nombres de los personajes hasta memorabilia variada porque hemos mencionado el pop y pop viene de popular y aquí la apropiación es un delito menor y si hemos convertido la violencia en banal lo es tanto que un hombre espachurre el ojo de una mujer como que nos tomemos una escena de una película que pocos han visto (básicamente porque cierto cine no tiene la difusión del de Hollywood) y la fusilemos casi plano por plano.
A mí, que puedo contar con los dedos de una mano las películas polacas, rumanas, iraníes y senegalesas que he visto, el cine de Tarantino me gusta en su concepción y este análisis tan profundo no alterará esta percepción. Bienvenida la influencia de Tarantino y reconocidas las extensiones de esta, hubiera agradecido de estas 200 páginas largas algo más que información exhaustiva. Algún conato de espíritu crítico, por ejemplo, alguna teoría sobre sus relativos éxitos menores, algún párrafo en que se aludiera a alguna tendencia repetitiva de esquemas que seguro que no solo yo habrá detectado. Quiero decir, las grandes figuras del star-system ya deben contar con quienes les rindan artículos admirados a cambio de lo que sea. Para ver foticos y consultar interminables relaciones de datos accesibles si uno cuenta con Google y paciencia ya estoy bien en mi casa.
La banalización de la violencia es un síntoma de decadencia moral.
ResponderEliminarSomos lo peor
Habiendo visto casi todas las peliculas de Tarantino (todas menos Jackie Brown) y siendo un gran admirador suyo y de su obra, no estoy tan seguro Anónimo que su concepción cinematográfica banalice la violencia. Por el contrario, entiendo que el uso que hace de la misma sea buscando el efecto contrario. Algo así como catártico, utilizando al cine como válvula de escape de las peores pulsiones humanas. Solo una opinión, por supuesto.
ResponderEliminarEn cuanto al libro, no lo leeré. Gracias por la reseña, Francesc
El Puma
Buena advertencia. Gracias.
ResponderEliminarA mí me gusta el cine de Tarantino, aunque destaco más sus diálogos que su trabajo como director. Todos los colores en la cafetería al principio de Reservoig dogs, los personajes de Travolta y Jackson sobre los MC.donalds europeos y los masajes de pies, el nazi con los judíos escondidos bajo sus pies, la última conversación entre Bill y el personaje de Thurman o la destornillante escena de los encapuchados del kkk quejándose sobre la confección de sus capuchas. Inolvidables todos.
Me parece destacable, también, lo que dices sobre su tendencia a la repetición de esquemas. Muy de acuerdo contigo, yo creo que Tarantino cuenta todas las historias de la misma forma o siempre cuenta una misma historia.
Sea lo que fuese tiene su sello propio y eso ya es mucho.