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miércoles, 4 de diciembre de 2019

Nina Bunjevac: Bezimena

Idioma original: inglés
Título original: Bezimena
Año de publicación: 2019
Traducción: Montse Meneses Vilar
Valoración: inquietante y bastante recomendable (o bastante inquietante y recomendable)

Lo reconozco: hasta donde recuerdo, puede que sea ésta la reseña más complicada, o una de las que más, a la que nme he enfrentado; la de una novela gráfica-fábula para adultos-delicia estética no poco turbadora... y peligrosa. Como la historia me parece un campo de minas y por follonero que sea uno, me gustaría sobrevivir aquí en este vuestro blog amigo, me voy a limitar a enumerar cosas que se pueden encontrar en este libro, y luego cada cual que decida si le interesa o no... o si se atreve: 

-Una diosa vengativa.
-Una sacerdotisa quejica.
-Una anciana poco paciente.
-Un niño perturbado por la sensualidad femenina.
-Unos padres amantísimos.
-Unas pesadillas mitológicas.
-Unos osos polares.
-Un ciervo perseguido por los perros.
-Un búho fisgón.

-Unas fases de la luna.
-Unos dibujos pornográficos.
-Unas paredes llenas de ojos.
-Una vulva por ventana.
-Una mansión en el bosque.
-Una carbonera recóndita
-Una escalera contra un balcón.
-Una cabaña llena de secretos.
-Un sombrero acusador.
-Unas fotos implacables.
-Una lección impartida.
-Un trazo vigoroso pero exquisito.
-Una riqueza gráfica indiscutible.
-Un prodigio de tramas, luces y sombras.
-Una historia complicada.
-Un problema para el reseñista.



Tampoco os quiero dejar así: me doy cuenta de que esta lista de elementos lo mismo podría servir para un novela basada en los cuentos de los hermanos Grimm que para una distopía ciberpunk con toques surreales; así que quizás deba explicar un poco lo del campo de minas, etc... Pues bien, la intención de esta autora serbio-canadiense (o viceversa) fue, además de llevar a cabo una curiosa inversión del mito de Artemisia y Siprestes, a quien la diosa conviritó en mujer como castigo por haber intentado violarla, realizar un inmersión en la mente, precisamente de un obseso sexual, un voyeur, acosador y, a la postre, violador -como poco-... Es decir, meternos en sus fantasías, en su distorsión de la realidad, aunque al hacerlo, también nos convirtamos en partícipes de ella, asistentes fascinados a un despliegue de un erotismo que, guste más o menos (hay un juego equívoco también en todo esto), seguro que no deja indiferente a nadie... ¿Nos hace cómplices de la perversión, por tanto, el hecho de ser lectores de la misma, y en consecuencia, también voyeurs? ¿En qué punto el juego de cajas chinas o de matrioshkas en el que aceptamos participar al ser lectores o espectadores de una ficción nos convierte también en creadores y no meros espectadores o lectores, y por ellos coresponsables de lo que leemos u observamos? ¿Y en la ficción existe alguna obligación de guardar esa responsabilidad? ¿Se trata, por ejemplo, esta obra de una apología de la violación o de todo lo contrario? ¿Somos nosotros cómplices de esa apología o precisamente todo lo contrario, al leerla? ¿Son todo esto elucubraciones absurdas, pajas mentales que se le ocurren a un reseñista cuando no sabe como acabar una reseña incómoda? Yo digo: SÍ, SIN DUDA.

Pero cuidadín, que os estaré vigilando...



Otros títulos de Nina Bunjevac reseñados en Un Libro Al Día: Patria

4 comentarios:

  1. Hola Juan:
    Esta reseña toca techo en lo bizarro.
    Qué crack.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Qué va, anónimo, el libro es mucho más raruno, te lo digo yo...

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  4. Tiene muy buena pinta. Y el dibujo es tremendo, sin duda.

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