Título original: Et on tuera tous les affreux
Traducción: T. P. Lugones*
Año de publicación: 1948**
Valoración: Se deja leer
Que se mueran los feos es un disparate. Un disparate que empieza parodiando a la novela policiaca y no tarda en convertirse en un abigarrado pastiche que combina elementos de género negro con erotismo, aventuras y ciencia ficción. Lo protagoniza Rocky, un culturista que quiere llegar virgen a los veinte años y se unirá al FBI para detener al doctor Schutz, un científico que pretende erradicar la fealdad. Menuda premisa, ¿eh?
Por si quedaba alguna duda, esta obra es tremendamente divertida. La mala escritura, señores, puede garantizar una experiencia única. ¿A qué me refiero con mala escritura? Pues a que Vian escribe mal adrede. Concretamente, estas páginas nos obsequian con:
Por si quedaba alguna duda, esta obra es tremendamente divertida. La mala escritura, señores, puede garantizar una experiencia única. ¿A qué me refiero con mala escritura? Pues a que Vian escribe mal adrede. Concretamente, estas páginas nos obsequian con:
- Un mensaje confuso de narices.
- Un ritmo vertiginoso que impide que ninguna idea acabe de cuajar.
- Un crescendo argumental, el cual va concatenando un exceso tras otro.
- Personajes inverosímiles cuyas motivaciones están cogidas por los pelos.
- Abundantes giros de tuerca, algunos de ellos muy forzados. El del perro Noonoo hablando, por ejemplo.
- Escenas de sexo flagrantemente gratuitas. A destacar una en la que dos pelirrojas clónicas mantienen relaciones lésbicas.
- Un sentido del humor chabacano que de tanto en tanto ofrece fogonazos metaliterarios extraordinarios. Señalaría aquí cierta nota a pie de página.
- Una prosa ramplona salpimentada con términos ridículos como «pardiez», «crápula» o «marranas».
En definitiva, recomiendo Que se mueran los feos a los amantes del "pulp" más lúdico y desprejuiciado. Sólo Boris Vian, quien se presentó como su traductor***, podría perpetrar semejante diablura.
*Esta es la peor traducción que he leído en mucho tiempo. De lejos. ¿O quizás el material original estaba mal redactado, y T. P. Lugones se ha limitado a respetar ese cutrismo primigenio? Probablemente nunca lo sabremos... Y ahí está la gracia.
**Que se mueran los feos se publicó por entregas en 1948. Ese mismo año, Boris Vian corregiría y ampliaría la novela.
***La escribió bajo el pseudónimo de Vernon Sullivan, un supuesto autor afroamericano.
*Esta es la peor traducción que he leído en mucho tiempo. De lejos. ¿O quizás el material original estaba mal redactado, y T. P. Lugones se ha limitado a respetar ese cutrismo primigenio? Probablemente nunca lo sabremos... Y ahí está la gracia.
**Que se mueran los feos se publicó por entregas en 1948. Ese mismo año, Boris Vian corregiría y ampliaría la novela.
***La escribió bajo el pseudónimo de Vernon Sullivan, un supuesto autor afroamericano.
También de Boris Vian en ULAD: Aquí
Me encantan estas gamberradas últimamente. Me ha llamado la atención lo de llegar virgen a los 20; eso sí sería surrealista y transgresor hoy en día. ¿El que escribiera algo así sería considerado opusiano, neoconservador, o progre seguidor del puritanismo anti- porno?
ResponderEliminarMe apetece muchísimo Oriol, "Escupiré sobre vuestra tumba" fue una conmoción total, y "El otoño en París" una delicia extravagante.
Gracias por traerlo a ULAD
Saludos
Muy divertido, si nos acercamos a él sin complejos Boris Vian puede hacerlo pasar muy bien.
ResponderEliminarSigo pensando que "La espuma de los días" es extraordinaria.
Muchas gracias por la reseña.
Yo recuerdo haberme partido de risa con esta novela...es un despiporre XD
ResponderEliminarLupita, a mí me gustó más "Escupiré..." (novela presentada también bajo el pseudónimo de Sullivan), pero "Que se mueran..." es genial en tanto que ficción consciente de su propio cutrismo. Recomendable, vamos, si te gustan las gamberradas. Ya veo que tanto a Traveler como a Juan les encantó este festival del exceso.
ResponderEliminarYo no sé si es la traducción que es mala o si lo escribió mal adrede, pero el caso es que a mí me pareció una basura. Como gamberrada no vale cualquier mierdecilla que se te vaya ocurriendo sobre la marcha. Me aburrí.
ResponderEliminarAnónimo, yo soy muy fan del cutrismo (el cine de terror de serie B, por ejemplo, me chifla), de modo que cualquier gamberrada honesta me suele gustar. Entiendo que a otros no os llamen este tipo de propuestas. Sin embargo, pienso que esta novelita tiene más chica de lo que a priori puede parecer. En otras palabras: que no se conforma con ser una gamberrada y ya. Como digo en la reseña, la nota del traductor/escritor de la página 177 me parece interesante a nivel metaliterario. Además, funciona como chiste absurdo.
ResponderEliminarY tienes razón: da la impresión de que Vian escribió "Que se mueran los feos" sobre la marcha. El argumento de esta obra no tiene una dirección específica. Hay muchos personajes que desaparecen sin justificación. Ciertos elementos narrativos quedan en el aire, a la espera de que se los explore con más detalle. Pero insisto en que todo esto es intencionado, y ello hará las delicias de los que nos van estos rollos.
Quizás la traducción es el apartado más conflictivo del conjunto, al menos para mí. Hasta que no le pillas el tranquillo se te hace demasiado insoportable. Cosas como «Nos dimos la vuelta y nos adosamos a los lados de la desvencijada puerta reventada» hacen daño a la vista, hayan sido escritas adrede o no, para qué engañarnos.
Más que la cutreza del libro, el problema es que me aburrió. No tengo nada en contra de lo cutre en principio.
ResponderEliminarA lo mejor haber disfrutado tanto de La espuma de los días, fue lo que hizo que esto me pareciera lo que me pareció.
Para traducción nefasta la de “Viaje al fin de la noche” de Céline, en la edición de Edhasa. Literal y mecánica, afrancesada en el mal sentido de la palabra, ignorando el verdadero sentido de multitud de giros y expresiones. Abarata enormemente la novela. Causa un efecto tan penoso que parece que el texto está plagado de erratas. Entiendo que la labor del traductor es siempre muy difícil (en este caso Carlos Campo )y que es una ocupación generalmente mal pagada y casi nunca reconocida aunque se va avanzando al menos en el reconocimiento cuando la ocasión lo merece. Bueno, hasta el mejor escribano de vez en cuando hace un borrón, una pena que lo haya hecho con un gran libro y que el editor haya hecho la vista gorda.
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