Idioma original: inglés
Título original: Shop Talk. A writer and his Colleagues and their Work
Año de publicación: 2001
Traducción: Ramón Buenaventura
Valoración: bastante recomendable
En algún momento se produjo el terrible sorpasso y Philip Roth destronó a un últimamente errante Franzen erigiéndose en uno de mis cinco escritores de referencia (esos de los que intentas leerlo y tenerlo todo, esos a los que ya lees con una actitud de amigo), y, a la postre, abocándome a que solo uno de ellos esté vivo y pueda esperar algo nuevo de él.
Título original: Shop Talk. A writer and his Colleagues and their Work
Año de publicación: 2001
Traducción: Ramón Buenaventura
Valoración: bastante recomendable
En algún momento se produjo el terrible sorpasso y Philip Roth destronó a un últimamente errante Franzen erigiéndose en uno de mis cinco escritores de referencia (esos de los que intentas leerlo y tenerlo todo, esos a los que ya lees con una actitud de amigo), y, a la postre, abocándome a que solo uno de ellos esté vivo y pueda esperar algo nuevo de él.
Un desastre, y ya abandono mis lamentaciones privadas y personales que a nadie interesan para pasar a hablaros de este libro.
Este no es, como yo esperaba al principio, el equivalente en la obra de Roth a libros como Mientras escribo de King o De qué hablo cuando hablo de escribir. En ambos casos, libros muy interesantes de escritores que me interesan bastante poco. O sea, no es un ensayo canónico y descarnado de un creador y sus experiencias ante el folio/pantalla en blanco. Tampoco es un estudio crítico propiamente dicho, pues combina determinadas situaciones siempre asociadas a otros autores: relaciones epistolares, entrevistas espaciadas por los años, conversaciones en el entorno de una relación cordial, casi amistosa, a veces la pura distancia del idioma o la situación geográfica condiciona la conversación. Pero Roth aquí no es el crítico agreste escondido tras sus personajes más emblemáticos, y diría que esa actitud respetuosa a la vez le beneficia (obteniendo la colaboración de sus oponentes) y le perjudica (evitando la intensidad que a veces se deriva de ciertas actitudes).
La mayoría de los aquí presentes son escritores ya maduros y consagrados, muchos de ellos judíos como Roth y muchos de ellos con huellas presentes o recientes en la realidad europea de la primera mitad del siglo XX: empezar con Primo Levi revela a las claras ciertas de las temáticas recurrentes en los textos (el Holocausto, la represión, el drama, la huida, la anulación personal) y el recorrido del libro va constatándolo hasta llegar al punto opuesto necesariamente parecido: hemos trazado un ángulo de 360 grados y huyendo del nazismo hemos caído en el totalitarismo ruso, el de la Primavera de Praga visible a través de dos autores checos, Ivan Klima y Milan Kundera, dos de los pasajes más atractivos de esta selección (excelente el ambiente relajado de la conversación con Klima) en que la queja se establece en ese teórico otro extremo.
El totalitarismo ruso anula la disidencia en Checoslovaquia a través del silenciamiento del entorno cultural que no es afín, se trata de la misma represión quizás más sutil y menos contundente, pero con los mismos resultados. Escritores reprimidos, represaliados, divididos (esto me recuerda algo) entre el exilio forzoso o el riesgo de la permanencia. Quizás la de Ivan Klima sea la mejor parte del libro, un diálogo excelso (pues Klima ha sufrido la represión por los dos bandos) que equilibra y centra la obra, que ha apostado fuerte por Primo Levi en su inicio, hablando de su vida tras la guerra, de la fábrica de pinturas que dirigía, y que se ha centrado en escritores no siempre célebres (figura alguno incluso no traducido al español), pero que, con la excepción del recorrido final por la obra de Saul Bello, se mantiene en un tono serio, respetuoso, a veces próximo al academicismo en puntos que parecen más bien intercambios de pareceres que propiamente entrevistas.
Una obra menor, quede claro, una especie de interludio entre obras de ficción, muy interesante desde el punto de vista de la relación entre autores, mucho más empática y relajada que los encuentros entre prima-donnas de otros ámbitos culturales, ya también como constatación de determinada genialidad de Roth, capaz del cambio de registro y de retirar a los memorables personajes que solía interponer entre el lector y él.
El totalitarismo ruso anula la disidencia en Checoslovaquia a través del silenciamiento del entorno cultural que no es afín, se trata de la misma represión quizás más sutil y menos contundente, pero con los mismos resultados. Escritores reprimidos, represaliados, divididos (esto me recuerda algo) entre el exilio forzoso o el riesgo de la permanencia. Quizás la de Ivan Klima sea la mejor parte del libro, un diálogo excelso (pues Klima ha sufrido la represión por los dos bandos) que equilibra y centra la obra, que ha apostado fuerte por Primo Levi en su inicio, hablando de su vida tras la guerra, de la fábrica de pinturas que dirigía, y que se ha centrado en escritores no siempre célebres (figura alguno incluso no traducido al español), pero que, con la excepción del recorrido final por la obra de Saul Bello, se mantiene en un tono serio, respetuoso, a veces próximo al academicismo en puntos que parecen más bien intercambios de pareceres que propiamente entrevistas.
Una obra menor, quede claro, una especie de interludio entre obras de ficción, muy interesante desde el punto de vista de la relación entre autores, mucho más empática y relajada que los encuentros entre prima-donnas de otros ámbitos culturales, ya también como constatación de determinada genialidad de Roth, capaz del cambio de registro y de retirar a los memorables personajes que solía interponer entre el lector y él.
Este es un libro que leeré. No solamente por esta sobria y precisa reseña. Al igual que Francesc, después de haber leído más de una veintena de obras de Philip Roth (la primera, El lamento de Portnoy, hace más de 30 años), me hice amigo del alter ego de Zukerman, y si no leo lo que me falta es porque se que no habrá más de ellas, entonces debo dosificarlas.
ResponderEliminarHace un par de años leí su dialogo con Kundera, y me resultó fascinante. Comparto con Francesc, Roth se aparta de su habitual acidez y sarcasmo, para generar un microclima de empatía con sus interlocutores.
Probablemente, esta sea una obra imprescindible para fanáticos como yo.
Lo leí buscando una conversación concreta, la que mantiene con Aharon Appelfeld, autor que me gusta mucho, y me pasó que se me quedó corto. Lo mismo me ocurrió con Primo Levi. Quizás es que lo que yo andaba buscando era más biografía. Bien pero a mi juicio escaso con todos los autores con los que habla.
ResponderEliminarUn saludo
PML
Leído hace años prácticamente me he leído todo lo de roth en un momento de mi vida era adicción como tb soy aficionado a las selecciones de Argentina e Italia. Hormias.... Enhorabuena por el blog
ResponderEliminarGracias por los comentarios. Se trata de otro perfil de Roth, más solemne y formal, que curiosamente eleva al otro por compensación.
ResponderEliminarMorirse no debería darle a uno de baja para el Nobel. De hecho, hay escritores vivos y con Nobel cuya obra es más propia de muertos en vida que la de Roth.