Año de publicación: 2019
Valoración: (Más que) recomendable
Lo que llamamos progreso es solo el cambio de un inconveniente por otro
Esta cita de Henry Havelock Ellis
es el epígrafe utilizado por Agustín Márquez para su estreno como novelista con este “La última vez que fue ayer”. Magnífica elección, por otra parte, ya que la cita resumen perfectamente lo que es esta novela: un texto acerca de los cambios
que tienen lugar en un barrio o ciudad dormitorio cualquiera de cualquier gran
ciudad y del desarraigo de un chaval cualquiera ante estos cambios. Lugar y tiempos indeterminados y universales, sin nombre
propio, pero absolutamente reconocibles.
Quisiera destacar,
fundamentalmente, tres aspectos de la novela:
El primero son los sucesivos
cambios de registro que se observan en el texto y que hacen que este se salga
del camino trillado y funcione. Lo que parece que va a ser una novela
costumbrista y de formación (retrato de lo que fue el barrio, catálogo de
lugares de infancia, recopilación de primeras veces de casi todo, etc) en la
que la memoria y la nostalgia tendrán un peso fundamental acaba siendo algo más
ambicioso y más complejo. Sin perder del todo ese toque costumbrista, la novela
gana en acidez, en poesía, en juego (de palabras, sobre todo) y en surrealismo.
Mención especial merece en este sentido el inventario de los personajes que
pueblan el barrio en épocas sucesivas, el cual puede ser leído bien como como colección de microrrelatos independientes, bien como fotogramas de una película en la que el
narrador, cámara en mano, observa las vidas de sus vecinos.
El segundo es la no idealización del pasado. ¡Mira que son peligrosos estos viajes, sobre todo por esa tentación de caer en un sentimentalismo de garrafón (¡cuánto daño han hecho mierdas como "Yo fui a EGB"!) Por suerte para
nosotros, el narrador es esta vez alguien “aséptico” que simplemente deja
constancia de los hechos y de los cambios, pese a que pueda ser incapaz de
entenderlos o adaptarse a ellos (el
barrio progresa, pero no sé hacia dónde). Para él, cualquier tiempo pasado
NO fue mejor; simplemente fue lo que fue y tan importante como el “porque
fuimos, somos” es el “porque somos, seremos”.
El último es su carácter generacional. El autor consigue trasladar acertadamente lo particular a lo universal. Y es que creo que cualquiera que haya nacido a mediados / finales de los
70 y crecido en barrios periféricos de grandes ciudades o ciudades dormitorio se sentirá plenamente identificado con los
personajes y situaciones que aparecen y se describen en la novela.
Termino. “La última vez que fue
ayer” es un más que recomendable libro de debut sobre un tema siempre vigente
(1988, 2019, da igual) tratado, además, con originalidad y buen gusto, pero sin
sensiblerías.
Tiene buena pinta, quizá me acerco a ella, está bien que alternéis clásicos con desconocidos para tener más abanico donde escoger
ResponderEliminarEs lo bueno de ser 10 reseñistas, no? Que cada uno con sus filias y sus fobias haga de ULAD un espacio de lo más variado.
ResponderEliminarEn cuanto al libro, seguro que te gustará si cumples alguno de los "requisitos" (haber nacido en los 70-80 y haber crecido en una ciudad grande o mediana). Por otro lado, es un libro cortito, de unas 150 páginas, que se lee bien rápido.
Un abrazo y gracias por comentar, como siempre