Título original: The Fallen Idol
Traducción: Julio Fernández-Yáñez
Año de publicación: Edición española de 1964 (escritos en la década de los 30)
Valoración: Muy Recomendable
Aunque Graham Greene es un autor que conozco desde hace relativamente poco tiempo, no ha dejado de sorprenderme en cada lectura, y de forma muy especial en esta última que intentaré comentar. Parece ser que el propio Greene reconocía escribir dos tipos de obras: las digamos ‘serias’, de pretensiones literarias, y las que llamaba ‘de entretenimiento’, en lenguaje llano diríamos alimenticias. Aparte de que esta pequeña confesión ya le honra por su honestidad, lo cierto es que los títulos más conocidos de Greene pertenecerían al segundo de los grupos. Aunque se trata de libros en general bastante estimables, su popularidad proviene en gran parte de su traslación al cine, casi siempre vinculadas a historias de espionaje, misterio y ciertos rasgos de novela negra. Por el contrario, esta colección de relatos breves entiendo que no tuvieron vocación mayoritaria, aunque el que justamente encabeza la lista sí fue llevado al cine, con guión del propio autor.
El ídolo caído es una pequeña historia protagonizada por un niño que durante una breve ausencia de sus padres queda al cuidado del matrimonio Baines, mayordomo y gobernanta de la casa. El pequeño siente admiración por Mr. Baines, y entre los dos reina una agradable complicidad, todo lo contrario que ocurre con su mujer, hacia la que siente miedo y desprecio, y de la que recibe frialdad y trato severo. De manera fortuita el chaval descubrirá el gran secreto del mayordomo y se verá envuelto en un enorme enredo de consecuencias trágicas. En un principio ajeno por completo a la situación, el niño va tomando conciencia del problema que afecta a la pareja, pero se resiste a entenderlo, no es algo que pertenezca a su mundo y se niega a incorporarlo a su vida. Desconozco si Greene tenía trato con niños cuando escribió el relato, pero en todo caso retrata a la perfección la reacción infantil. Los niños son conscientes de mucho más de lo que aparentan, pero si no les gusta, simplemente fingen ignorarlo y lo apartan de sí.
El problema de nuestro protagonista es que los adultos quieren utilizarlo para sus intereses. El niño quiere defender a Baines, pero sabe que este ha traicionado también su confianza. Y se resiste a ayudar a la ceñuda señora, soportando artimañas y amenazas para no perjudicar a su amigo, porque su sentimiento sigue siendo puro. Esa lucha inconsciente para preservar la inocencia, y el muro que la separa de los planteamientos de los adultos, constituyen el eje del relato, que deja flotando los daños, las heridas ocultas que el combate ha dejado en el niño. Todo ello, como siempre en este autor, medido con precisión, mezclado y dosificado con maestría, expuesto con limpieza y elegancia.
Se puede pensar que la recopilación –que no sigue un orden cronológico- busca a propósito una lógica a partir de la edad de los protagonistas, porque los siguientes relatos siguen girando en torno a figuras infantiles. El espía cuenta una travesura con atmósfera de novela de intriga, mostrando de nuevo el choque entre mundos que se ignoran en una fantasmagórica última escena. El final de la fiesta se introduce como una sonda en los prejuicios y miedos que se entrecruzan con los juegos, realidades incomprensibles para los adultos. Esos mismos lugares explora El inocente, una historia ingeniosa en torno a los silencios, los malos entendidos y el paso del tiempo. Y en Una excursión campestre entramos en el mundo de la adolescencia, el ansia de amor, la irresponsabilidad y el peligro.
Abandonamos la juventud, y el mundo de los adultos se presenta en Al otro lado del puente, con escenario mexicano, un estafador que escapa de la justicia y su sufrido perro construyendo un relato alegórico; El jubileo y El hermano trabajan también la metáfora, bien sea en torno a la vejez de un dandy arruinado, o a los sentimientos frente al poder del dinero.
Son estos últimos los relatos quizá menos brillantes, aun dentro del dignísimo nivel que siempre mantiene Greene. Porque los dos que rematan la selección, ambos con protagonista anciano, son sencillamente soberbios: Prueba decisoria se desarrolla íntegramente en una conferencia en un club privado, e introduce un elemento fantástico bastante insólito en el autor, pero manejado con destreza y convicción. Y Una oportunidad es la historia lacerante de un hombre que lucha hasta el límite de sus fuerzas contra el tiempo y la adversidad.
Buena parte de los relatos tienen cierto aire teatral, mientras el resto se aproximan más a los entornos abiertos de las novelas más conocidas del autor. Esta variedad, junto con la de tipos humanos que protagonizan las historias, demuestran una versatilidad inesperada, de mayor valor si se tiene en cuenta que el nivel en ningún momento flojea. Greene mantiene siempre esa combinación de elegancia y naturalidad, su prosa es inteligente y limpia, y tiene sobre todo una virtud especial para no contarlo todo, dejando en blanco exactamente lo debido, y en el momento exacto.
Otras obras de Graham Greene en ULAD: aquí
Grandísimo escritor, Graham Greene. Su obra entera es de primer nivel. No se si coincido con esta diferenciación que el mismo Greene ha hecho. Leí estos relatos hace tanto tiempo (más de 40 años) que no recuerdo nada de nada. Y como tengo tanto por leer, dudo que pueda releerlos.
ResponderEliminarUna vez más, gracias Carlos por tu reseña!
PD: veo que aún queda por reseñar Monseñor Quijote, una novela excelente
Pues dado que son relatos independientes y bastante breves, yo te recomendaría que le echases un vistazo de vez en cuando a alguno de ellos. Seguro que te trae buenos recuerdos y, como toda relectura, igual los veías con una perspectiva diferente, que siempre resulta interesante.
ResponderEliminarGracias a ti por acompañarnos, Puma. Un cordial saludo.