Idioma original: Castellano
Año de
publicación: 2015
Valoración: Muy
recomendable
Concebido
inicialmente como un proyecto por entregas, La Casa. Crónica de una conquista
se publicó finalmente como un apabullante volumen –por tamaño, extensión y
ambición- que reflexiona a través de la narración gráfica sobre los tres mil
años de relación que los seres humanos llevamos con la vivienda, con el lugar
donde moramos (del latín morari, detenerse). La ¡casa! que en los juegos
infantiles es refugio seguro, la casa
que se nos cae encima, la que jamás hay que empezar por el tejado, el lugar que
es idea y que nos retrata e identifica; esa es la esencia que recorre las casi
seiscientas páginas de este libro. O, resumido en un interrogante, ¿de dónde
nos viene el concepto del hogar?
Estructurado en 26
capítulos, que arrancan a las orillas del río Jordan 1.200 años AC para
concluir con una hipótesis de lo que nos puede deparar el futuro más inmediato,
este concienzudo trabajo del dibujante Daniel Torres (Teresa de Cofrentes,
Valencia, 1958) reflexiona sobre uno de los ámbitos, actividades y espacios más
personales y universales de la condición humana, la vivienda, y lo hace
poniendo a las propias personas –comunes, anónimas, vulgares- en el centro de
interés, como protagonistas. En el libro se habla por supuesto de arquitectos y
de materiales, de escuelas y de modas, de planos y de escalas, pero hay un par
de axiomas que subyacen, poderosos y tremendos: Hasta hace poco más de un
siglo, la inmensa mayoría de la Humanidad ha vivido en condiciones deplorables,
terroríficas y, hoy en día, al menos una tercera parte de ésta habita en
chabolas o infraviviendas. Y uno más; la vivienda siempre ha sido un bien
escaso y, por tanto, caro. La mano de obra es abundante y, en consecuencia, corta
su retribución. Ley de hierro, tan duro como el que sale de la fundición.
El proyecto
requirió seis años de elaboración para ser entregado a imprenta, la mitad para
documentación, estructuración y diseño y otro tanto para plasmarlo sobre el
papel. El dibujo de Daniel Torres es muy ilustrativo y meticuloso, fotográfico,
con abundancia de detalles y una composición muy cuidada, con una paleta de
colores sosegada, con predominio de tonos pastel y protagonismo del ocre y del
siena, una elección que refuerza la intencionalidad profunda del relato,
encajado en una estructura narrativa clásica, con secuencias que arrancan en un
gran plano general para dirigir al lector hacia el menudeo de la narración. La
información gráfica y textual está dispuesta con esmero, muy ordenada, y su
colocación en las páginas evita que la profusión de datos y detalles se haga
farragosa. Este es un trabajo amplio y minucioso, pero no academicista ni de
tesis, porque su objetivo es divulgativo. Formalmente resulta un buen ejemplo
de ese tipo de cómic que hace ya casi medio siglo se denominó línea clara –en
contraposición a la línea chunga- y que
tuvo en el Tintín de Hergé a uno de sus referentes ineludibles.
Si bien los
primeros capítulos se desarrollan a orillas del Mediterráneo, a partir del siglo
IX los ejemplos que se abordan se centran en la Europa Occidental y a partir
del XIX en los Estados Unidos. Los argumentos tratados son tan variados como sugerentes.
Desde la aparición en el siglo XIII de los planos sobre papel, que confirió a
la arquitectura la condición de transportable, a la importancia de factores
como los cañones o las ratas en la configuración de las urbes o de objetos como
las llaves, la iluminación o los desagües fueron modelando las casas como un
decorado para la vida, reflejando mentalidades, necesidades y apariencias. Posteriormente,
la acumulación de bienes se hizo símbolo inexcusable de bienestar; enseres,
novedades indispensables, exotismos, lujos, sorpresas ingeniosas, fruslerías,
regalos… La aparición de nuevas fuentes de energía llenó las casas de máquinas
hasta transformar la vivienda en un mecanismo, eficiente, serializado,
impersonal. Quizás aquí se le puede plantear un pero al libro, al focalizar el
relato en lo que supuesta o convencionalmente retrata las épocas, en qué se considera digno de
atención y qué no, dejando de lado vastísimas realidades. Aunque eso es lo que ocurre inevitablemente
cuando hay que tomar decisiones sobre cómo aprovechar el (siempre) limitado
espacio a nuestra disposición.
Hola, compañero:
ResponderEliminarGran pinta la del libro que reseñas hoy. Habrá que buscarlo, a ver qué tal...
Curiosamente, hay otro libro de la misma época, también de un célebre dibujante valenciano, Paco Roca y también titulado "La casa", aunque menos extenso y que trata sobre las relaciones familiares, articuladas en torno a una casa o caseta de fin de semana. Muy recomendable, también.
Un saludo y no paséis mucha calor!
Hola Juan, pues me pongo la pila y lo buscaré. Ya sabes, de casa a casa y tiro por que me toca, o algo así...
ResponderEliminarEstupenda reseña, y muy apetecibles las imágenes, aun para los que no somos demasiado aficionados a este tipo de libros ilustrados. O como se llamen correctamente, quiero decir.
ResponderEliminarSaludos, compañero.
Hola compañero. Llamémosles cómics y así todos nos entendemos. Abrazo veraniego.
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarQuisiera que visitaras mi libro en amazon, es una historia muy envolvente, necesito el dinero pero antes de andar pidiendo estoy promoviendo mi producto en los diferentes blog.
https://bit.ly/2YAtHee
Tu apoyo significaría mucho para mí. ¡Muchas gracias!
- Karina
Buena e imprescindible reseña para la semana de la Arquitectura: por tema, y por género (cómic o novela gráfica). El libro es un trabajo muy bueno y como apuntas monumental. El de Paco Roca, a pesar del título, tiene otro argumento no vinculado tanto al tema que ocupa la reseña. Salud
ResponderEliminarGracias por la precisión y por el comentario.
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