Idioma original:
Árabe
Título original:
لبن و مربّى
Año de
publicación: 2011
Traducción: Mónica
Carrión
Valoración: Está
muy bien
Es un territorio
recurrente el del artista, o creativo, bloqueado que acude a la memoria, a su
infancia a menudo, en busca de inspiración, de auxilio, de palanca con la que
vadear el obstáculo. En el caso de la dibujante Lena Merhej (Beirut, Líbano,
1979) el recurso se hizo extensible hacía la figura de su madre, de la cual
se cuenta en esta narración cómo una mujer de cultura alemana nacida en la Bohemia checa decide instalarse, arraigar y crear su propia familia en ese
rincón del Mediterráneo Oriental llamado Líbano. Por supuesto, hay un primer
impulso que es el amor, pero hay mucho más, la determinación, la capacidad de
adaptación, la necesidad, por encima de todo, de encajar las adversidades y
seguir haciendo de la vida un lugar mejor para uno mismo y para quienes están
alrededor.
Yogur con
mermelada se trata, por tanto, de una investigación a través de esa facultad
psíquica que es recordar, en la vivencia personal y en el acervo familiar, una
inmersión en ese ámbito resbaladizo e incierto a la captura de recuerdos que no
se sabe muy bien cómo llegan. Puede que también rescatándolos después de un
suceso o de un pensamiento, como los restos que la tempestad deposita en la
playa de la memoria. Yogur con mermelada es un cómic que retrata a la madre de
la autora, a ella misma y a su familia, y, en parte, a la sociedad beirutí, que
tanto tiene de amalgama, de mezcla de ingredientes. El caso es si esta
cohabitación de contradicciones se logra hacer de manera pacífica, o no.
La gran
protagonista de este relato llegó a Beirut en 1967. Hija de una austriaca
anglicana y de un católico checo, adopta el Islam como fe para poder casarse
con el padre de sus tres primeros hijos, del que queda viuda siete años
después. De sus segundas nupcias, nacen dos hijas más, una de ellas la autora. De
su madre, dedicada profesionalmente a la pediatría y a la docencia, Lena Merhej
va reconstruyendo la trayectoria, cómo le fue encontrando el sentido a su vida
en la urgencia de las necesidades cotidianas, cómo su decisión de hacerse su
lugar en Líbano no fue una decisión única, si no un conjunto de ellas que se
acumulaban día tras día, en las que la protagonista encontró un espacio para si
misma. Una madre estricta y misteriosa pero también muy divertida, que no
abandona su pasión por las novelas negras en alemán ni por las apfeltrüdel –la muy
teutona tarta de manzanas- pero que también se identifica con el inevitable arroz
con curry de todos los domingos o con el más rancio prototipo de madre
libanesa, que cuando sus hijas van a viajar al exterior les conmina a que ni se
les ocurra buscarse un novio extranjero.
La narración usa
diferentes enfoques aunque la fragmentación de sus capítulos, pues inicialmente
fue publicada por entregas en la revista Samandal, la primera editada con
regularidad en el ámbito cultural árabe, tampoco supone un lastre para su
complejidad y profundidad. Llaman especialmente la atención dos de los ejes
argumentales: cómo enfrentar los miedos –a las bombas, a los secuestros, al
dolor, a la escasez, a la violencia- sin dejar que se apoderen de uno
convertidos en traumas y cómo gestionar el conflicto del emigrado; desde la
nostalgia del que vive entre los suyos o bien desde la adaptación y la
integración en el nuevo lugar. En el caso, hubo una decisión firme de evitar en
lo posible sufrimientos y amarguras y la protagonista optó, por ejemplo, por no
enseñar su lengua materna a sus hijos. Con una estética muy sencilla y con un
dibujo de rasgos infantilizados en blanco y negro, Yogur con mermelada nos propone una
interesante aproximación a unas personas, a una familia, que como todas resulta
tan única y particular como universal y cercana.
Me ha resultado curioso encontrar a otra autora libanesa de libros ilustrados, porque casualmente tropecé con una que había hecho su versión del 'Me acuerdo' de Georges Perec. No sé si es simple azar, o que hay un número sorprendente de autoras de esa nacionalidad y dedicación al cómic, lo que me parece muy notable.
ResponderEliminarPor lo demás, excelente reseña, como siempre las tuyas, tocayo insular.
Hola compañero, como hay que desconfiar de las casualidades, deberíamos investigar si lo de las ilustradoras libanesas es filón, tendencia o escuela consagrada... Gracias por el piropo y abrazos para los compinches continentales
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