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domingo, 21 de julio de 2019

Lena Merhej: Yogur con mermelada


Idioma original: Árabe
Título original:   لبن و مربّى 
Año de publicación: 2011
Traducción: Mónica Carrión
Valoración: Está muy bien

Es un territorio recurrente el del artista, o creativo, bloqueado que acude a la memoria, a su infancia a menudo, en busca de inspiración, de auxilio, de palanca con la que vadear el obstáculo. En el caso de la dibujante Lena Merhej (Beirut, Líbano, 1979) el recurso se hizo extensible hacía la figura de su madre, de la cual se cuenta en esta narración cómo una mujer de cultura alemana nacida en la Bohemia checa decide instalarse, arraigar y crear su propia familia en ese rincón del Mediterráneo Oriental llamado Líbano. Por supuesto, hay un primer impulso que es el amor, pero hay mucho más, la determinación, la capacidad de adaptación, la necesidad, por encima de todo, de encajar las adversidades y seguir haciendo de la vida un lugar mejor para uno mismo y para quienes están alrededor.

Yogur con mermelada se trata, por tanto, de una investigación a través de esa facultad psíquica que es recordar, en la vivencia personal y en el acervo familiar, una inmersión en ese ámbito resbaladizo e incierto a la captura de recuerdos que no se sabe muy bien cómo llegan. Puede que también rescatándolos después de un suceso o de un pensamiento, como los restos que la tempestad deposita en la playa de la memoria. Yogur con mermelada es un cómic que retrata a la madre de la autora, a ella misma y a su familia, y, en parte, a la sociedad beirutí, que tanto tiene de amalgama, de mezcla de ingredientes. El caso es si esta cohabitación de contradicciones se logra hacer de manera pacífica, o no.

La gran protagonista de este relato llegó a Beirut en 1967. Hija de una austriaca anglicana y de un católico checo, adopta el Islam como fe para poder casarse con el padre de sus tres primeros hijos, del que queda viuda siete años después. De sus segundas nupcias, nacen dos hijas más, una de ellas la autora. De su madre, dedicada profesionalmente a la pediatría y a la docencia, Lena Merhej va reconstruyendo la trayectoria, cómo le fue encontrando el sentido a su vida en la urgencia de las necesidades cotidianas, cómo su decisión de hacerse su lugar en Líbano no fue una decisión única, si no un conjunto de ellas que se acumulaban día tras día, en las que la protagonista encontró un espacio para si misma. Una madre estricta y misteriosa pero también muy divertida, que no abandona su pasión por las novelas negras en alemán ni por las apfeltrüdel –la muy teutona tarta de manzanas- pero que también se identifica con el inevitable arroz con curry de todos los domingos o con el más rancio prototipo de madre libanesa, que cuando sus hijas van a viajar al exterior les conmina a que ni se les ocurra buscarse un novio extranjero.

La narración usa diferentes enfoques aunque la fragmentación de sus capítulos, pues inicialmente fue publicada por entregas en la revista Samandal, la primera editada con regularidad en el ámbito cultural árabe, tampoco supone un lastre para su complejidad y profundidad. Llaman especialmente la atención dos de los ejes argumentales: cómo enfrentar los miedos –a las bombas, a los secuestros, al dolor, a la escasez, a la violencia- sin dejar que se apoderen de uno convertidos en traumas y cómo gestionar el conflicto del emigrado; desde la nostalgia del que vive entre los suyos o bien desde la adaptación y la integración en el nuevo lugar. En el caso, hubo una decisión firme de evitar en lo posible sufrimientos y amarguras y la protagonista optó, por ejemplo, por no enseñar su lengua materna a sus hijos. Con una estética muy sencilla y con un dibujo de rasgos infantilizados en blanco y negro, Yogur con mermelada nos propone una interesante aproximación a unas personas, a una familia, que como todas resulta tan única y particular como universal y cercana.


2 comentarios:

  1. Me ha resultado curioso encontrar a otra autora libanesa de libros ilustrados, porque casualmente tropecé con una que había hecho su versión del 'Me acuerdo' de Georges Perec. No sé si es simple azar, o que hay un número sorprendente de autoras de esa nacionalidad y dedicación al cómic, lo que me parece muy notable.

    Por lo demás, excelente reseña, como siempre las tuyas, tocayo insular.

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  2. Hola compañero, como hay que desconfiar de las casualidades, deberíamos investigar si lo de las ilustradoras libanesas es filón, tendencia o escuela consagrada... Gracias por el piropo y abrazos para los compinches continentales

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