Año de publicación: 2019
Valoración: Está muy bien
Hace unos días (se) preguntaba Luna Miguel en Twitter “quién decide cuáles son las experiencias personales de un/a escritor/a que SÍ son válidas para ser contadas, sugeridas o emuladas en su literatura”. Personalmente, creo que es el lector quien decide sobre la validez o no de esas experiencias, pero siempre teniendo en cuenta, tal como dice Andrea Valdés, que “lo que a unos conmueve, a otros puede parecer un simple montón de huesos”. Otra posible respuesta podría ser esa frase de Rosa Chacel según la cual “solo podía escribirse desde el conflicto, ya fuese vinculado a la creencia o al deseo… “, aunque aquí haya que prestar atención a Jorge Barón Biza (espero que en los próximos meses haya reseña de “El desierto y su semilla”) cuando dice que "el sufrimiento no legitima la literatura. Lo que legitima la literatura es el texto”. En cualquier caso, nunca debemos olvidar que la literatura autobiográfica (toda la literatura, tal vez) tiene mucho de mensaje en una botella lanzada al agua con la esperanza de encontrar destinatario.
Todo esto viene a cuento del debut en formato libro de Andrea Valdés, este pequeño estudio / manual / ensayo / colección de microbiografías… titulado “Distraídos
venceremos” y al cual le viene como anillo al dedo la palabra collage. Por varios motivos.
El primero, el contenido del
texto. Partiendo de diferentes autores, todos ellos latinoamericanos que
desarrollaron su obra en el siglo XX (salvo Lucio Mansilla),
Valdés analiza los motivos de la escritura autobiográfica (casi siempre el
conflicto como leit motiv, ya sea en forma de exilio, de locura, de cicatrices físicas y no tan
físicas, de los excesos de un padre castrador, búsqueda de identidad, etc), las formas de construcción
de esa escritura autobiográfica (diarios “puros y duros”, novelas especulares,
mitologías que conectan la memoria individual con la colectiva, etc) y lo
autobiográfico como modo de lectura y entendimiento.
El segundo, por los materiales
utilizados. Valdés combina ensayo, biografía, autobiografía, guía de lectura y
lecturas, entrevista y ficción con materiales gráficos como fotografías,
recortes de prensa, informes médicos, etc y formando un conjunto de lo más
heterodoxo.
Tercero y último, derivado de los
dos anteriores. “Distraídos venceremos” puede ser leído como un estudio sobre
una literatura autobiográfica situada en los márgenes (geográficos,
socioculturales, políticos, sexuales…), pero también como un conjunto de
biografías, a veces tan llamativas que parecen relatos de ficción, que sirven
de homenaje a una serie de autores cuya obra nace de una permanente búsqueda
interior y de un inseparable compromiso vida-escritura.
Por último, una recomendación: no
os asustéis por el título de libro. “Distraídos venceremos. Usos y derivas en la
escritura autobiográfica” no es, como habréis podido deducir de la reseña, un
sesudo e ininteligible ensayo con el que su autora pretenda sentar cátedra. Es,
por el contrario, un más que ameno e interesante acercamiento a un catálogo de
vidas y obras (Barón Biza, Severo Sarduy, Gloria Anzaldúa, etc) a las que habrá que hacer hueco en el tsundoku. Si es que lo hay y si es que nos dejan en
casa, claro.
Hola, compañero:
ResponderEliminarBuena reseña de un libro que parece interesante y que sin duda no leeré.
Es más, voy a cambiar el lema que llevo tatuado en letras góticas: AUTOFICCIÓN AL PAREDÓN por otro que me parece más acuciante, visto cono va el rollo literario/editorial, últimamente:
LA AUTOBIOGRAFÍA ES UNA PORQUERÍA.
Ahora, cortadme la cabeza como a San Juan Bautista, pero sabéis que será porque digo la verdad
Te ha faltado añadir (menos Dovlatov y Halfon)!!!
ResponderEliminarYa en serio, y ya lo hemos hablado alguna vez, yo tengo una relación amor-odio con la autoficción. Supongo que tiene que ver con lo que comento al principio de que "lo que a uno le conmueve (o remueve), a otros les parece solo un montón de huesos (o un puro ejercicio masturbatorio)". Y luego está el cómo, porque no es lo mismo Sergei o Eduardo que KOK. He dicho
Un abrazo, compay!!!
Dovlatov es otra liga... Qué coño, otro deporte. ¡Ni siquiera es un deporte!
EliminarHola a los dos:
ResponderEliminarLa maestría de cómo se cuenta algo es determinante, ¿no? A mí la autobiografía actual, sobre todo la femenina que he leído últimamente, me repatea el hígado, casi lo mismo que la poesía del "yo mí me conmigo mirándome el ombligo" Supongo que también es algo consustancial a la pérdida del sentido del pudor que han traído las redes sociales. Si hace 30 años a alguien por la calle le hubieran dicho si pondría fotos suyas de su vida diaria donde todos las vieran, alucinaría como poco. Parece que todo es interesante, que todos pueden ser escritores o periodistas, pues no..No es sólo lo que se cuenta, sino cómo se hace, veo mucha "pornografía de sentimientos" (no sé a quién se lo oí decir, no es mío)y se dota de trascendencia a hechos absurdos que nos suceden a todos, añadiendo en las fajas y contraportadas de los libros los dos adjetivos omnipresentes ya: necesario y valiente. ¿Valiente por qué? ¿Necesario por qué?
Perdón por el rollo; si al final parece que leyendo a Dovlatov todo se cura. Tendré que conocerlo.
Saludos
Hola, Lupita
ResponderEliminarCuánta razón tienes en que toda autoficción parece necesaria y valiente y la gran mayoría "pornografia sentimental". Por suerte, ahí estamos los lectores para decidir si lo es o no.
Y de Dovlatov, la verdad es que solo he leído "La maleta", pero me gustó mucho. El experto es Juan!
Un abrazo y gracias por comentar, como siempre
Lupita: con Dovlatov todo se cura, menos ciertos vicios. Yo aviso
ResponderEliminarGracias por el consejo. Estoy empezando con Houllebecq (Las partículas elementales) y sí consigo acabar el primer libro que leo de él, creo que necesitaré una cura. O sin acabarlo..
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