Título original: Воспоминания
Traducción: Lydia Kúper
Año de publicación: 1970
Valoración: Imprescindible
Nadiezhda Mandelstam (1899-1980) fue viuda de Ósip Mandelstam (1891-1938), poeta acmeísta ruso víctima de la locura represiva que atravesó la Unión Soviética durante los años del mandato de Stalin, y es la autora de este monumental y terrible libro de memorias, escrito cuando Mandelstam contaba con 65 años de edad y carecía de experiencia previa en la escritura.
Podemos decir que "Contra toda esperanza" se divide en tres grandes bloques no estrictamente separados. El primero se centra, fundamentalmente, en las detenciones y persecuciones contra Ósip Mandelstam y todo lo que estas conllevaron: destierro, miseria, muerte, etc. El segundo abarcaría el aspecto "literario", en el que podríamos incluir todo lo relacionado con la obra de Ósip: teoría, práctica, intentos de publicar, sus problemas con la "nomenklatura" cultural, etc. El tercero abarcaría el aspecto "sociológico", en el que Nadiezhda trata de comprender los mecanismos que llevaron a la sociedad soviética de la época a convertirse en una sociedad enferma capaz de destruir física y moralmente a buena parte de sus miembros y en la que la desconfianza y las suspicacias de todos hacia todos llegaron a límites demenciales.
Pero estos tres bloques no son independientes. No se pueden entender uno sin los otros. Incluso el más literario, el que habla de los dos períodos en la obra de Ósip Mandelstam, de su método de trabajo, etc, es necesario para comprender el contexto.
Y es que no se puede entender la persecución de Ósip Mandelstam sin conocer que la tendencia fundamental de su vida y obra fue la lucha por la dignidad social del poeta, por su derecho a la voz y su postura en la vida, que para el la cultura actuaba como regidora del proceso histórico y su estructura y que, pese a reconocer la sociedad como forma de organización superior, lo importante era el papel del individuo (del poeta, de la poesía) en la sociedad.
Tampoco es posible hablar de una vida partida por el destierro sin saber que Ósip Mandelstam se trataba de un hombre en permanente contradicción con un tiempo en el que una de las principales obsesiones del poder era educar y tutelar la mente. Y resulta muy complicado entender los pensamientos suicidas y los vagabundeos de los Mandelstam en busca de trabajo, dinero, comida o simplemente compañía si no somos capaces de hacernos una idea acerca del clima de terror mortal, de miedo a las delaciones, de soledad que rodeaba a los perseguidos.
Es imposible, así mismo, comprender el efecto narcotizante de la cotidianeidad frente al terror, ese "Renuncia a la esperanza, espera la muerte y no pierdas la dignidad humana", la vida como espera constante de la muerte o la completa indiferencia hacia el futuro y el pasado sin conocer que la época estaba regida por un implacable "Dadnos al hombre que la acusación ya la encontraremos", por la desmitificación de valores, la voluntad de subordinación y la unanimidad de criterios.
Aún así, "Contra toda esperanza" no es un ajuste de cuentas contra la sociedad soviética. Obviamente, hay abiertas críticas a la "intelectualidad" del momento, como cuando dice que "...en todas partes se sintió más a gusto que en compañía de la flor y nata de la intelectualidad soviética", cuando les reprocha a sus coetáneos sumar a la impotencia la "comodidad" de no incomodar al poder o cuando habla de buitres capaces de delatar a quien fuera para conseguir prebendas de todo tipo. Pero también hay mucho de autocrítica, ya sea por el silencio o por la aprobación, por actuar como ovejas que se dejaban matar o por ser respetuosos ayudantes de los verdugos para no pasar a formar parte de las filas de ovejas, por ser incapaces de mostrar un mínimo de resistencia pasiva frente al terror...
En cualquier caso, y pese a que lo que en el se narra sea terrible y brutal como solo lo fue el siglo XX, las más de 600 páginas de "Contra toda esperanza" son, al mismo tiempo, un mensaje nostálgico y optimista: nostalgia de la cultura universal y optimismo en un futuro en el que los terroríficos errores del pasado no puedan volver a repetirse. Ojalá sea así.
Lo leí hace algunos años y me impresionó muchísimo. No sabía nada de Mandelstam... pero es imposible que estas memorias te dejen indiferente.
ResponderEliminarGran reseña con la que estoy de acuerdo. Gracias por ella.
De lo mejor que he leído. No es un libro sobre la Unión Soviética. Es un libro sobre la condición humana, sobre el amor, sobre la adversidad. Su amor por Osip era infinito y le hizo el mejor regalo que le pudo hacer, preservar su obra y estas Memorias. Yo lo complementaria con 'El fin del homologado sovieticus' de la Alexievich.
ResponderEliminarDel Homo. Por qué los móviles hoy en día llevan corrector? Sabré yo lo que quiero escribir con lo mucho que leo..
ResponderEliminarNo lo he leído, pero me ha interesado mucho. Muy buena reseña, gracias por el descubrimiento (conocía algo del poeta, pero no de su mujer ni de este libro)
ResponderEliminarPues sí, un libro impresionante, la verdad. En cuanto a lo que comenta "Anónimo", es cierto que no es un libro sobre la Unión Soviética, pero sí que es clave para entender toda la "historia". Y es verdad, tiene cierto parentesco con la Alexievich!
ResponderEliminarGracias por comentar
P.S.: El corrector del móvil lo carga el diablo
Apuntado queda, Koldo, sin duda se ha escrito mucho sobre esto tanto en general como en singular, pero las historias singulares siempre son interesantes dos veces, creo yo, porque son en sí mismas un acto de rebeldía contra la pérdida de individualidad.
ResponderEliminarAhora mismo se me vienen a la cabeza dos obras: Europa Central, de Vollmann, de la que no dudo disfrutarás, y el Libro de un hombre solo, de Gao Xingjian, que son sus memorias desde la época de Mao en China hasta su presente occidental, con el acierto de usar dos personas gramaticales para recordar y que ninguna de esas personas sea la primera.
Leyendo tu reseña pensé en ellos.
Por lo demás y, opinando sobre tu mensaje final, yo soy pesimista, amigo, no creo que repitamos idénticamente el terror del pasado, pero sospecho que estamos metidos en otros errores que también producen terror, en otra parte, en otro lugar, en otro tiempo y con otras especies.
A veces, pienso que en cierta parte es triste que este tipo de historias como las que traes hoy sean necesarias aún, -imaginar a Nietzsche cagandose de la risa con nuestro continuo retorno-.
Ojalá, y después de echarle una mirada al mundo de hoy, pudiéramos leer esta historia y sentirla como una vieja postal, tener la certeza de que algo quedó resuelto. Pero parece que ni eso.
Personalmente, opino que ojalá estuviéramos siendo capaces de ver qué hemos hecho con nuestra libertad, en vez de estar intentando resolver el pasado con el pasado, pero parece que siempre vamos detrás de nuestros pasos.
Siendo así mi pesimismo, pero de igual manera, bienvenida sea cualquier buena obra que nos advierta de que por esa calle ya fuimos varias veces.
Un saludo
Hola, Diego
ResponderEliminarPues sí, tema trillado. Pero de verdad que este libro merece muchísimo la pena.
En cuanto a los autores que comentas, me suena que Vollmann está en la lista de pendientes de algún compañero. Yo no he leído a ninguno de los dos, pero apuntados quedan.
Y en cuanto al mensaje final, tampoco soy especialmente optimista, pero el siglo XX ha sido tan brutal que no será difícil mejorarlo (espero)
Un abrazo!