Idioma original: Castellano
Año de
publicación: 2018
Valoración: Muy
recomendable
Una anodina
oficinista transformada en arrebatador objeto de deseo para el varón más
influyente que se le acerque a menos de cincuenta metros. La fortuita
combinación de bebida energética más compresa con alas más interruptor de
microondas en la estructura química personal de la protagonista desencadena una
reacción molecular única hasta hoy en la especie humana y el sistema linfático
de Bárbara Maravilla experimenta una mutagénesis de traca. Igual les recuerda
al argumento de algún superhéroe con capa y flequillo o también al erotismo
desatado de Milo Manara, pero el explosivo arranque mutante de la nueva novela
gráfica de Marta Alonso Berná consigue mantener su onda expansiva de
desparpajo, lascivia y lucidez a lo largo de las más de ciento cincuenta páginas
en que se prolonga esta magnífica historieta.
Por supuesto, el
argumento es completamente disparatado. Pero funciona. La trama es un continuo
de giros inesperados, donde caben tiernas carantoñas y ácidos comentarios,
estampas cotidianas y escenas que las personas corrientes imaginamos a los
dueños de este cotarro. Bárbara Maravilla es un personaje entrañable y
precioso, cotidiano y fantástico, familiar y sensual, cabal y salvaje, y es
precisamente esa mejunje de sensaciones y de capas de significados y de
argumentos narrativos uno de los motivos que hace de su lectura un ejercicio
muy recomendable.
En Bárbara
Maravilla caben asuntos como la inagotable sed de beneficios de la industria
farmacéutica, las ayudas al desarrollo para los países pobres o las organizaciones
secretas en las que las grandes fortunas manejan los hilos del planeta pero
también lo conveniente de que al órgano sexual femenino se le rinda el respeto
que merece o de sacudirse la perspectiva paternalista o el poso colonial.
Bárbara Maravilla
es un personaje liberado y sexy pero mantiene gracias al dibujo naturalista y a
los colores suaves que la envuelven una personalidad cercana, cotidiana. No se
trata del prototipo de mujer híper atractiva, ceñida, brillante, misteriosa,
con curvas de vértigo a la que nos tiene acostumbrado el imaginario tradicional
al respecto. En su cuerpo apreciamos lorzas, su rostro es común, sus rasgos
corrientes, nada excepcionales. Al contrario, ha visitado al psicólogo cada semana durante años y sus
anhelos, miedos y reacciones están en la media. Y. sin embargo, las escenas más
tórridas, los revolcones de deseo y frenesí, están plasmados con una sencillez
y convicción sorprendentes, resultando asimismo una verdadera delicia los momentos post-orgasmo. Algunas escenas resultan memorables, como la irrupción de
hordas de bebés en una sesión del Europarlamento, la entrada de la protagonista en la estancia donde se encuentran reunidos los líderes del G7 o la
desesperada lucha del presidente ruso abatido por la ausencia de su amada. Y personajes
secundarios como el policía Sanchidrán o el cura misionero Juan de Dios aportan
a la historieta matices y perspectivas cándidos, cómplices y enriquecedores.
Marta Alonso Berná
(Barcelona, 1971) se licenció en Bellas Artes en la Universidad Complutense de
Madrid y completó su formación en la Universität der Kunstë (UDK) en Berlín y en la UIB de Palma, donde realizó un master de animación por ordenador. Ha desarrollado diversos proyectos fotográficos y en 2013
publicó Recuerdos de perrito de mierda, su primer cómic, donde con abundante
ternura y humor contaba la vida y sucesos de María Fuencisla, una filósofa
que enviudó trágicamente aunque nunca dejó de estar bien arropada por su
incondicional grupo de amigas. Y por un caniche ineludible que siempre encuentra
hueco en los cómics de la autora.
Carlos!!Me iba ya y publicas esto. Qué pinta, qué maravilla.
ResponderEliminarMe encantan el cómic y lo erótico.
Parad un poco de sacar libros chulos, ¿no? jeje
Otro a la cola
Saludos
El otro día leí una entrevista a la autora, así que ya le había echado el ojo...Tiene muy buena pinta, desde luego. ¡Buena reseña, compañero!
ResponderEliminar¡Una auténtica gozada! Muy divertido y afilado. ¿Qué más se puede pedir?
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