Título original: Slow Horses
Año de publicación: 2010
Traducción: Enrique de Hériz
Valoración: recomendable
Pese al nombre, la Casa de la Ciénaga no es ningún pub de inspiración dickensiana. No se trata tampoco de una escape-room gótica ni de una página web sobre cine de terror de serie Z... Y, por supuesto, no se refiere ni a una casa de verdad, ni mucho menos a una ciénaga. En esta novela, así es como se conoce al departamento o sección de los servicios de inteligencia británicos donde son destinados aquellos de sus miembros que han cometido fallos graves (o tontos), que han sido elegidos para hacer de cabezas de turco de los errores ajenos o que han sucumbido de una forma u otra a alguna de las muchas debilidades humanas. Dicho en plata: que la han cagado y han pasado a engrosar el grupo de los "caballos lentos", que en el argot de los servicios secretos (y supongo que antes de los hipódromos), son el equivalente a los caballos que se quedan rezagados, sin posibilidad de disputar la carrera y ni siquiera alguno de los puestos de cabeza. Ese es el reino de Jackson Lamb, un veterano de los tiempos de la Guerra Fría sarcástico, gordinflón y flatulento, cuyo cometido parece ser, más que nada, fastidiar a sus subordinados.
Como se puede ver, esta es una novela de espías británicos, pero nada que ver con John Le Carré -un poco sí con Graham Greene- y, desde luego, a años luz de Ian Fleming; aquí lo más parecido que hay a James Bond es River Cartwright, un joven "caballo" que tras un error bien gordo se ha librado de ser expulsado del Servicio tan sólo por la influencia de su abuelo, también un -respetado, en este caso- agente de otra época. Sin embargo, aunque el protagonista de la novela parece ser River, en un primer momento, nos acabamos dando cuenta de que el verdadero personaje principal, el 007 de la novela, es el inefable Lamb (el apellido, como es de suponer, es una ironía del autor), que se ha de desenvolver en un verdadero quilombo de operaciones internas que mezclan terrorismo, grupos de extrema derecha y algún político bastante reconocible en un ambiente pre-Brexit -la novela es del 2010-, pero que ya anuncia la estulticia y confusión (no solo en el UK) que sobrevendría años después y en la que todavía estamos.
Así pues, provisto con esta especie de "doce del patíbulo" (aunque a veces parecen más los polis de Brooklyn Nine-Nine), Mick Herron forja una trama impecable -quizá abusa un poco del engaño al lector-, original y, desde luego, de lo más entretenida, además de enseñarnos un estupendo muestrario de personajes de lo más peculiar aunque, al mismo tiempo, creíbles gracias a una construcción sólida y compleja. Lo extraño, la verdad, es que esta novela, al igual que el resto de la serie que inaugura, dedicada a Lamb y sus chicos, no hubiese sido hasta hace bien poco publicada en castellano. En fin, nunca es tarde...
Por cierto, y como detalle que todos los biblionecrófilos agradecemos a Mr. Herron: en el libro aparece la tumba de Blake (está en el mismo cementerio que la de Daniel Defoe, al parecer)... Eso sí, cuando se escribió esta novela, aún no lucía su nueva lápida... ; )
Como se puede ver, esta es una novela de espías británicos, pero nada que ver con John Le Carré -un poco sí con Graham Greene- y, desde luego, a años luz de Ian Fleming; aquí lo más parecido que hay a James Bond es River Cartwright, un joven "caballo" que tras un error bien gordo se ha librado de ser expulsado del Servicio tan sólo por la influencia de su abuelo, también un -respetado, en este caso- agente de otra época. Sin embargo, aunque el protagonista de la novela parece ser River, en un primer momento, nos acabamos dando cuenta de que el verdadero personaje principal, el 007 de la novela, es el inefable Lamb (el apellido, como es de suponer, es una ironía del autor), que se ha de desenvolver en un verdadero quilombo de operaciones internas que mezclan terrorismo, grupos de extrema derecha y algún político bastante reconocible en un ambiente pre-Brexit -la novela es del 2010-, pero que ya anuncia la estulticia y confusión (no solo en el UK) que sobrevendría años después y en la que todavía estamos.
Así pues, provisto con esta especie de "doce del patíbulo" (aunque a veces parecen más los polis de Brooklyn Nine-Nine), Mick Herron forja una trama impecable -quizá abusa un poco del engaño al lector-, original y, desde luego, de lo más entretenida, además de enseñarnos un estupendo muestrario de personajes de lo más peculiar aunque, al mismo tiempo, creíbles gracias a una construcción sólida y compleja. Lo extraño, la verdad, es que esta novela, al igual que el resto de la serie que inaugura, dedicada a Lamb y sus chicos, no hubiese sido hasta hace bien poco publicada en castellano. En fin, nunca es tarde...
Por cierto, y como detalle que todos los biblionecrófilos agradecemos a Mr. Herron: en el libro aparece la tumba de Blake (está en el mismo cementerio que la de Daniel Defoe, al parecer)... Eso sí, cuando se escribió esta novela, aún no lucía su nueva lápida... ; )
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