Idioma original: francés
Título original: Chéri
Traductora: Núria Petit
Año de publicación: 1920
Valoración: es cuestión de gustos
Como dice el dicho portugués, não há fome que não dê em fartura (no hay hambre que no se convierta en hartazgo): como comenté en una reseña anterior, después de unos meses con muy poco tiempo para leer, he podido bajar un poco el ritmo de trabajo y dedicar un algo más de tiempo a la lectura. Y ando devorando novelas (aunque no sean novelas demasiado largas, todo hay que decirlo). Después de Cara de pan de Sara Mesa y La pasión de Jeanette Winterson, le llega el turno a Chéri, de Colette, una obra a la que reconozco virtudes indiscutibles, pero con la que no he conseguido conectar demasiado.
La novela presenta un tema muy típico de la narrativa de Colette, por lo que he ido leyendo: la relación entre una mujer madura, independiente y sofisticada, Léa de Lonval, y un jovencito tan hermoso como caprichoso, tan seductor como infantil. Es una relación condenada de antemano, por causa de la diferencia de edad y las convenciones sociales, que obligan a Chéri a escoger una esposa más joven y sumisa, pero cuya llama no termina de apagarse a pesar de la distancia y la separación.
Donde más destaca la obra de Colette es, creo, en la construcción de personajes: Chéri, el efebo malcriado, hermoso y volátil, es quizás algo más estereotípico; en cambio, el personaje de Léa, mujer madura, consciente de su belleza, su poder y también su edad, su poder y sus fragilidades, con todos los matices de sus pensamientos y sentimientos, es una creación mucho más individual y también con muchas más capas. Y a estos personajes protagonistas se une un coro de personajes secundarios igualmente destacados y perfilados: Madame Peloux, la madre de Chéri, enemiga y al mismo tiempo inseparable de Léa; la joven Edmée, esposa sumisa cuya impasibilidad parece casi rebeldía; la insportable madre de Edmée, Marie-Laure...
Colette consigue crear una dinámica entre estos personajes que muestra la complejidad de los sentimientos y las relaciones humanas, más allá del tópico de la pasión romántica: Léa es mayor que Chéri, y lo sabe, pero ama a Chéri; también sabe que la sociedad no aprueba su relación, algo que no le importa (pero sí le importa); no le importa tampoco (pero sí) que Chéri se case con una mujer mucho más joven; y cuando ese momento llegue será capaz de huir de París, pero no de olvidar a Chéri... Querría olvidar, enfocarse en sus otros amantes o en su propia soledad, pero no lo consigue. Es una mujer independiente y segura, consciente de sus deseos y de la forma de satisfacerlos, pero no puede dejar de necesitar a Chéri, más allá de lo que desearía...
Lo que no me ha gustado, y ha hecho que me cueste involucrarme en la novela, es el ambiente de lujo, sofisticación y derroche en que se desarrolla la novela. Ya, esto puede ser una manía mía, pero una novela que constantemente hace referencia a champagne y seda y agua de sándalo y adornos de oro y mármol y ébano y marfil, me cuesta entrar en los conflictos de los personajes. Es admirable, sí, la forma en la que Colette describe la sensualidad (la sensorialidad) con la que circulan los cuerpos por el texto, pasando de la desnudez a las vestimentas más suntuosas. Pero esta capacidad descriptiva no anula mi desinterés o rechazo hacia el objeto descrito: siguen siendo unos aristócratas rentistas jugando a enamorarse y a ser rebeldes. No es, precisamente, el tipo de historia que más me atrae, por muy bien escrita que esté.
También de Colette en ULAD: Dúo
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