Título original: Дворянское гнездо
Año de publicación: 1859
Traducción: Joaquín Fernández - Valdés
Valoración: Bastante recomendable
Se cumplen hoy 200 años del nacimiento de Iván Sergueyevich Turguénev, uno de los autores más importantes de la literatura rusa, y en ULAD lo celebramos reseñando una de sus novelas, este "Nido de nobles". Seguramente no sea una de sus obras más conocidas ni destacadas, pero estamos ante un buen libro que hace bueno uno de mis axiomas en esto de la literatura: "los rusos del XIX pocas veces fallan".
En líneas generales, podríamos decir que “Nido de nobles” es
una novela que trata sobre la tristeza de un amor imposible y la nostalgia de
una juventud perdida, todo ello envuelto bajo el manto de un argumento tan
trivial como un triángulo amoroso y estructurado en cuarenta y cinco breves
capítulos que acercan a la obra al terreno teatral.
Comienza “Nido de nobles” con la presentación de los personajes (miembros de la nobleza o de la clase media-alta) y escenarios (haciendas rurales) en los que se
desarrollará la trama, que continúa de forma lineal, excepción hecha de dos
incisos clave en los que se explica el pasado de Liza y de Lavretski, dos de
los vértices del mencionado triángulo.
De los tres principales protagonistas de la novela, dos de
ellos destacan sobremanera: los ya citados Liza y Lavretski, dos personajes
arquetípicos de la literatura rusa del XIX. Liza es una joven de diecinueve
años, un ser puro de extremada religiosidad marcado en su infancia y adolescencia por la influencia femenina.
Lavretski, en mi opinión el personaje mejor construido, se trata del clásico
contemplativo, de un hombre de unos treinta y cinco años que regresa un tanto desubicado a Rusia tras un periplo europeo marcado por un sonoro fracaso matrimonial. Por último, Panshin, el joven gentilhombre de cámara que pretende a
Liza, es el más flojo y menos “elaborado” de los tres.
Un pequeño núcleo de secundarios, en general con un carácter
y un papel bien definido, pululan alrededor del terceto y contribuyen al
desarrollo de los acontecimientos.
Es innegable que la novela es la historia de un triángulo
amoroso, un melodrama en el que la culpa y las convenciones juegan un papel
fundamental, en el que la lucha entre lo trascendental y lo mundano está muy
presente y en el que el peso recae más sobre las palabras y las acciones de los
protagonistas que sobre el narrador. Ahora bien, esto no debe ser obstáculo para reconocer que en
ella se introduce una cierta carga de crítica política y social. Los
personajes, en especial los más mayores y los que se mueven en círculos
políticos, son tratados con mordacidad y no salen demasiado bien parados.
En resumen, “Nido de nobles” es un libro absolutamente
disfrutable, muy en la línea (en temática y caracterización de personajes) de
lo que uno puede esperar de novelas de la época, al que quizá únicamente se le
pueda achacar la falta de profundización en alguno de los personajes.
También de Turguénev en ULAD: Diario de un hombre superfuo, Primer amor
Koldo, gracias a vuestras reseñas he leído en los últimos quince días dos novelas de los escritores rusos del siglo XIX. Y sigo opinando que no me gustan demasiado excepto Chejov. La de hoy me parece un folletín bien escrito. ¡Y cómo se parecen todos! En la de hoy no hay las borracheras habituales pero sí la misma vaciedad de aristocracia de salón, la multitud de mansiones llenas de sirvientes que se abren o se cierran de la noche a la mañana, las jóvenes bellísimas y además cultísimas a los 19 años, la inexistente denuncia social y la falta de profundización en los personajes. Chejov no hace crítica social pero su relato es mucho más realista: la pobreza, el malvivir de los funcionarios, el asco que inspiran los mujiks, lo denigrantes que les resultan los oficios y el trabajo físico, y las trampas en que viven los jóvenes de ambos sexos para cazar una pareja que les proporcione una renta de la que vivir.
ResponderEliminarEn fin, que no me gustan.
Un saludo
Entiendo lo que comentas, pero hay un par de cosas en las que discrepo.
ResponderEliminarUna es el tema de los personajes, y es que creo que los rusos nos han dejado algunos de los personajes más memorables de la literatura: seres carcomidos por sus dudas y sus contradicciones, personajes vigentes para mí a día de hoy.
La otra es el tema de la crítica social. Aquí hay de todo: en algunos es más descarnada (Gogol, por ejemplo) y en otros más "suave". Lo que sí es cierto es que esa crítica se centra más en mostrar la cara patética e inutil de las clases altas que en "reivindicar" a las clases trabajadoras. Supongo que esto será producto de que todos estos autores eran de clase media-alta y era lo que mejor conocían.
En fin, que vaya chapa para un sábado por la mañana!
Como siempre, gracias por comentar y leernos (aunque no te acaben de gustar los rusos del XIX) -)