Año de publicación: 2016
Valoración: Inane
Tras
catorce días viendo el libro abandonado en cualquier rincón de mi casa, abriéndolo
de vez en cuando a regañadientes por puro sentido del deber, tengo muy claro
que mi obligación es decir la verdad. Y la verdad es que, por una serie de
razones que especificaré más adelante, me ha agotado esta lectura, de ella
apenas he disfrutado algunos párrafos a los que jamás habría llegado motu proprio. Eso no quita para que me
cueste horrores emitir una opinión tan extrema sobre una obra cuya autora es sobradamente
conocida, y reconocida, en nuestro panorama literario. Recuerdo, una vez más, lo
subjetivo de mi visión y que no pretendo sentar cátedra. Por eso, a todo el que
sienta curiosidad, le animo a comprobar por sí mismo qué es lo que hay detrás
de un título tan sugerente.
Hasta
ahora, Nuria Amat no era más que un nombre para mí, esta es mi primera
incursión en una obra suya y puede que sea una limitación a la hora de juzgarla.
Porque quizá deba situarse a El sanatorio
entre sus obras menores. Porque ubicar un texto en un contexto puede
prestarle una categoría que no se aprecia en el producto aislado. Porque quizá
mi valoración esté lastrada por el desencanto al no encontrar lo que esperaba
(una novela distópica). Porque, al fin y al cabo, se trata de una obra valiente
y sincera, virtudes que, si bien no son garantía de calidad, considero
indiscutibles y es de justicia resaltarlas.
De todas formas, me sorprende
que una escritora cuya profesionalidad es de sobra conocida presente –aunque no constantemente, por fortuna– unas… digamos peculiaridades sintácticas que no
cuadran, ni con lo que esperábamos a priori ni con otros fragmentos del texto.
Hasta tal punto que algunas frases resultan farragosas y otras francamente
ininteligibles.
En primer
lugar, aclaro que, aunque a primera vista lo parezca, no estamos hablando de
ficción, ya que la autora no se está inventando nada, ni siquiera recreando
hechos reales. Nada que se parezca al asfixiante y opresivo escenario de hechos
distópicos, al estilo de El cuento de la criada, aunque la imagen de portada y el texto de contraportada induzcan a
pensar que es así. Tampoco es propiamente un ensayo, pues no reflexiona sobre
ningún asunto concreto. Podría decirse que se encuentra a mitad de camino de cualquier
género y de ninguno, al moverse entre la libre expresión de sentimientos, la
reflexión metaliteraria y la introducción de datos conocidos. Estos le sirven
para recrear, aunque muy rara vez, situaciones hipotéticas (y esto es lo más
cercano a la narración que encontraremos) y, más a menudo, para dialogar con Siegfried
Unseld, editor que fue en su época de autores de primera línea (Walser y Bernhard, por ejemplo) y que tiene en
su haber una obra extensa, gran parte de la cual está dedicada a relatar la
relación que mantuvo con sus editados. Entre ellas destaca El autor y su editor, publicada en alemán en 1985 y que quizá haya
servido a Amat de fuente para gran cantidad de episodios.
Procedimientos
similares fueron utilizados por autores como Claudio Magris, Orham Pamuk y Cees
Noteboom, entre otros, aunque con resultados infinitamente mejores. Al igual que ellos, se
propone romper las fronteras entre géneros, tal como insinúa en algún punto y
como ha venido haciendo en obras anteriores. Quien nos habla aquí es la propia
Amat, en primera persona, exponiendo un punto de vista muy concreto sobre los
hechos que se están desarrollando en la Cataluña actual (el sanatorio del
título). Para ser exactos, más que un punto de vista, se trata de una explosión
de sentimientos, de una larguísima lamentación (para mí absolutamente tediosa)
con la que introduce el texto –y que abarca algo menos de un tercio del total– y
vuelve a aparecer más adelante entremezclada con el resto de contenidos. Estos
consisten en una recopilación de informaciones sobre la trayectoria literaria
de autores como Duras, Kafka y Flaubert, además de los mencionados, a lo que añade sus personales reflexiones sobre el oficio de
escribir, pequeñas cuñas que podrían calificarse de ensayo literario y que, en
mi opinión, constituyen lo más gratificante, incluso lo único aprovechable, de El sanatorio. Este sesgo metaliterario
sirve secundariamente para quitarnos de encima tanta angustia.
Es "motu proprio"
ResponderEliminarNi idea sobre la autora. Acabo de leer una entrevista con ella en "El País" y francamente creo que "El sanatorio" define el lugar al que deberían acompañarla los allegados. Otra que se entera de lo que pasa aquí por lo que le dicen en la tele.
ResponderEliminar¿Han visto muchas novelas que tengan que poner en la portada lo que son, como si no fuera evidente?
ResponderEliminar"El sanatorio" no puede considerarse una novela. Pretende ser un híbrido de generos y solo es una amalgama mal resuelta. No hay ningún sanatorio. Como digo, la palabra se refiere a Cataluña pero el escenario de novela simplemente no existe.
En cuanto a estar informada, nació en Barcelona y sigue allí, pero la información de primera mano no es un talismán para hacer buena literatura.
Saludos.
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