Idioma original: español
Año de publicación: 2017
Valoración: reconocible
Puede,
no dispongo tiempo para mirarlo ahora, que dijera que no iba a reseñar más
libros de Bolaño para este blog. O puede que lo dijera acerca de los sucesivos
hallazgos que surgen de las revisiones exhaustivas de los archivos que dejó
tras su desaparición, de la que se han cumplido recientemente tres lustros.
Insisto, ando con cierta premura en lo de leer mucho y redactar mis reseñas
antes de que los recuerdos del libro (los más recientes, los otros nunca puede
decirse) se desvanezcan y sus rastros se empañen o se oscurezcan con alguno de
los siguientes. Bien, si dije eso, puede que os engañara o puede que yo mismo
me engañara respecto a cierta manía (supongo que compartida con algunos
reseñistas, no descarto que alguno escriba también en este blog) de transcribir
a frases más o menos ordenadas y justificadas
todo aquello que una lectura nos sugiere.
Lógicamente
las sucesivas publicaciones de más y más de estas obras necesitan, cada vez más y cada vez con más justificación pues siempre han parecido ir a ser las últimas, de
la explicación de su puesta en circulación. En este caso es su viuda, Carolina
López, quien se encarga de prologar Sepulcros de vaqueros con un oportuno
detalle sobre los textos, su ubicación, la especulación sobre las fechas en que
se escribieron y, ya puestos, una cierta justificación del hecho por el que se recopilan
y se integran en un volumen.
Claro,
no van a decir que se trata de sacar
todo lo que se pueda de las ubres de la vaca.
No
me malentendáis. Para el incondicional de Bolaño estos textos continúan
teniendo un valor y no solo el consistente en compararlos con mucha de la
narrativa actual (incluyendo el creciente ejército de inspirados/imitadores).
La cosa aquella tan en boga de la masa madre rige también aquí. Las historias
relacionadas con la desbandada en Chile tras el golpe de Allende pesan tanto
como en el resto de su obra, que si podría quedar definida con unas pocas
palabras sería la obra de un escritor profundamente anti-fascista. Las
aventuras mexicanas, los intentos de huir del país, el caos entre todos
aquellos que imaginan (y no se equivocan) que el nuevo poder va a ajustarles
las cuentas, todo ese imaginario existe en estos textos que no son (como se ha
dicho por ahí) borradores sino textos acabados a los que se intenta aportar
integridad como obra. Y el torrente imaginativo del chileno se muestra aquí,
sea en apuntes de los personajes que protagonizarán futuras obras maestras
(Belano, Ramírez Hoffmann), sea en esas historias paralelas. Para el no
iniciado está claro que la calidad de la escritura no puede dejar indiferente.
Aunque haya más de una década entre los textos para nada se adivina un
desnivel: Bolaño en 1990 o 1992 ya era un jodido maestro.
Otra
cosa, pero eso ya son cosas de las ediciones póstumas, de las intrigas
palaciegas derivadas de la “explotación” del legado, es que esta sea una obra
que Bolaño hubiera configurado o aprobada para publicarla tal como se hace. Es
imposible saberlo, pero yo diría tajantemente que no. Si ni siquiera 2666 tenía
que publicarse como se hizo, imaginad este collage. A pesar de todo, y aunque
la literatura actual tampoco sea un páramo, si uno se emplea a fondo en
rebuscar, a mí me gustan más algunos de estos textos que, por ejemplo, Monsieur
Pain. Lo cual me reafirma en cierta idea: no están los tiempos para rechazar
según qué cosas, y las gotas del genio, aunque parezca a que cada nuevo texto
vayan a ser más escasas, continúan presentes.
Demasiados clásicos, aún contemporáneos (detectives, 2666) como para hacer incursiones en lo desconocido: botradores, nuevas promesas, la novedad de la temporada. Dejenme a mi con mi Quijote, mi Ulises, mi Libro del desasosiego..
ResponderEliminarSaludos!
Con Bolaños el mundo es menos frio
ResponderEliminarSugeriría otros libros de Bolaño antes que este, para iniciarse en su mundo, pero incluso un texto secundario de Bolaño supera cosas que algún escritor vende como la gran cosa. Carezco de imparcialidad, por eso.
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