Idioma original: Catalán
Títulos originales: Te
deix, amor, la mar com a penyora y Jo
pos per testimoni les gavines
Año de publicación: 1975 y 1977
Traducción: La propia autora
Valoración: Imprescindible
Desde que a
mediados de la década de los 70 del siglo pasado Carme Riera publicó sus
primeros relatos bajo el título Te deix,
amor, la mar com a penyora (Te
entrego, amor, la mar, como una ofrenda) y un par de años después Jo pos per testimoni les gavines (Y pongo por testigo a las gaviotas) no
ha dejado de mantener con los lectores una relación muy, pero que muy,
gratificante. Carme Riera (Palma, 1948) dispone de una vasta colección de
reconocimientos y premios -en 2015 le llegó el Premio Nacional de las Letras Españolas- forma parte desde
2012 de la Real Academia Española de la Lengua y es regularmente traducida a
más de una decena de idiomas. Ha tocado múltiples géneros y registros,
deparando tanto ambiciosas novelas por su complejidad argumental y pulso
estilístico como medidos ejercicios de ironía con el presente más inmediato,
así como novela criminal, memorias de la infancia o de un embarazo, o también,
teatro, libros infantiles o prosa. Eso en su faceta creativa, pues asimismo se
ha dedicado al ensayo y a la divulgación. Con toda esta parrafada pretendo
llegar a un lugar casi obvio; sus libros me suelen gustar mucho. Y los dos primeros
se me antojan, sencillamente, una maravillosa delicia.
Lo que uno se
encuentra al abrir las páginas de estos dos primeros libros de Carme Riera es
esencialmente una incontenible corriente de libertad, historias de mujeres que
desean obstinadamente amar, que amando disfrutan hasta el delirio y que
muestran las heridas y el dolor que el amor les ha dejado. Páginas por las que
navegan mujeres que se manejan con sensualidad, inteligencia y determinación.
Mujeres sin miedo y sin límites. Vitales adolescentes que desbordan con
apabullante naturalidad reglas y convenciones y entrañables ancianas que al
mirar atrás sentencian que no han tenido suerte con los hombres. Mujeres
entregadas, voluptuosas, soñadoras, realistas, frágiles y poderosas, llenas de
una vitalidad que desprende emoción y
lucidez.
Personajes
femeninos rodeadas de mar, la mar, un mar que tanto es un espacio mental donde
desaparecen la asfixia de las convenciones y de las mezquindades como también
una representación del éxtasis amoroso; el reclamo de las olas, el mar que
nunca rechaza, que centellea, que se adentra a través del ojo de buey, que
ofrece el tacto anacarado de las caracolas, la suavidad de las algas entre
encajes de espuma, el ritmo de las olas y su fluir, el torbellino de las aguas
de fondo, despiadadamente azules…
Los relatos fueron
traducidos del catalán al castellano por la propia autora y tienen, por tanto,
más la condición de una reescritura que la de una fiel transposición de una
lengua a otra. Palabra de mujer recoge veinticinco de las casi cincuenta piezas que integraban los dos libros,
algunos de ellos tan transformados que apenas mantienen un lejano parentesco
con su primigenia versión en catalán, aunque los que dan título a los libros –de
los que pende un hilo argumental y cronológico- están por supuesto incluidos.
Mi opinión es que quien pueda (o piense que pueda intentarlo acompañado de un
diccionario) lo haga en catalán, idioma que Carme Riera elabora de manera
compleja y sensorial, sabrosa y untuosa como las buenas ensaimadas. Ahí va una migaja: “Y, sin embrago, yo he visto, a cincuenta millas de la costa, allí donde
el milagro se encarnó en la perfección de unos cuerpos, brotar rosas. Rosas
rojas como coágulos entre olas azules…”, que en su origen, suena así: “Roses vermelles, com un miracle, sobre la mar
blavíssima, que ningú no ha tallat encara…”.
La aparición de
estos relatos supuso en su momento una buena sacudida en el ámbito de la
literatura en catalán, que en 1980 prolongó la periodista barcelonesa
Montserrat Roig, quien tras cobrar un adelanto editorial para retirarse una
temporada al Caló
de sant Agustí, en Formentera, -y no se me antoja lugar más
propicio para la tarea- redactó L’hora violeta, una demoledora novela
con la que hacer trizas el concepto de amor romántico. Leídas ahora, mi sensación es
que los relatos de la palmesana aguantan mucho mejor el paso del tiempo que la
novela de la barcelonesa.
PD: Como me temo
que las portadas de la versión en castellano son más un demérito, repesco alguna
de las primeras ediciones en catalán.
Real Academia Española, simplemente, sin "de la Lengua": de ahí lo de RAE.
ResponderEliminarMuy interesante y bien reflejado el espíritu de la obra de Riera
ResponderEliminar