Idioma original: inglés
Título original: New York, 08:45
Año de publicación: 2011
Traducción: Sara Álvarez Pérez
Valoración: muy recomendable (aunque perecedero)
Título original: New York, 08:45
Año de publicación: 2011
Traducción: Sara Álvarez Pérez
Valoración: muy recomendable (aunque perecedero)
Se dice en términos periodísticos que no hay nada más viejo que el diario de ayer. Una afirmación para afirmar la urgencia de la actualización. Igual hoy esto se diría de la web de un periódico si no actualiza su titular cada par de horas. El mundo de hoy es, y puede que éste no sea el lugar más adecuado para afirmarlo, un ente sobreinformado e hiperactualizado. Sabemos o tenemos la opción de saber sobre tantas cosas y en tantas versiones diferentes. Y la información ya no se procesa en binario en clave de derecha/izquierda. Ahora tiene todo tantos posibles sesgos como puntos de vista decidamos consultar, y puede decirse que solamente de la composición de esas diferentes perspectivas obtenemos algo asimilable a una visión objetiva.
Tanto rollo viene a cuento de algo que puede parecernos muy objetivo y a lo mejor no lo es tanto. La apreciación de que los aviones impactando contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 (el primero a las 08:45, nos recuerda el título) es uno de los acontecimientos más destacados de la historia de la humanidad, al nivel, vuelvo atrás en el tiempo, de la caída del muro de Berlín, del asesinato de Luther King, del de Kennedy, de la invasión de Polonia por los nazis, de la Revolución Rusa, del atentado de Sarajevo. Seguramente esa afirmación tan tajante tenga que ver con la CNN, con la condición de hecho sucedido en suelo americano, con la presencia (entonces aún emergente) de Internet como rápido difusor de los hechos, con todo el aparato propagandistico inherente a la cultura USA. Quede claro que mi intención no es banalizar o relativizar. Más bien constatar que hasta en ese lúgubre ámbito del hecho terrorista lo norteamericano destaca por su sentido del espectáculo. Destacó entonces, claro, aunque eso solo fuera el disparo de salida de una carrera que parece no acabar nunca. Y la sofisticación y el perfeccionamiento aplicado por ISIS (insisto en el sentido estricto de mis palabras) solo es una adaptación a los tiempos. Usar las redes sociales es una mera adaptación a los tiempos. Uno puede divulgar recetas de gazpacho o decapitaciones. Los tiempos que corren.
Sorprende constatar, especialmente en los primeros reportajes del libro, como la sobreinformación actuó de forma efectiva. Todo el contenido nos es vagamente familiar. Porque se nos informó y porque esa información caló hondo. Las preparaciones del golpe, los terroristas instruyéndose en clases de vuelo, la infraestructura propia, la posterior histeria en los media y el calado en la sociedad del terror (objetivo cumplido de los terroristas, entonces) a las réplicas. Instauración de esa histeria como forma de ser y forma de reaccionar a todos los niveles, incluso antes de la proliferación de atentados por doquier, una realidad que hemos incorporado a la agenda. El libro en conjunto es, con la mencionada apreciación de que se trata de hechos archiconocidos, muy apreciable como confluencia de diferentes puntos de vista sobre un mismo hecho. Pero me ha gustado especialmente su parte final. Las reacciones que genera uno de los capítulos clave en esta interminable letanía. La operación en la que Osama Bin Laden acana muerto y su cadáver es sumergido en el Océano para cumplimentar con la ley islámica a la vez que evitar su emplazamiento como mártir. Curiosos puntos de vista donde se debate virtualmente tanto sobre la legitimidad de que el líder de Al Qaeda muriera como de la conveniencia de esa alegría que inundó al pueblo americano, un pueblo herido que confundía justicia con venganza. Varios cortos artículo que vienen a representar una especie de pequeña lección sobre cómo acaban funcionando las sociedades como conjunto cuando una circunstancia las amenaza.
Sorprende constatar, especialmente en los primeros reportajes del libro, como la sobreinformación actuó de forma efectiva. Todo el contenido nos es vagamente familiar. Porque se nos informó y porque esa información caló hondo. Las preparaciones del golpe, los terroristas instruyéndose en clases de vuelo, la infraestructura propia, la posterior histeria en los media y el calado en la sociedad del terror (objetivo cumplido de los terroristas, entonces) a las réplicas. Instauración de esa histeria como forma de ser y forma de reaccionar a todos los niveles, incluso antes de la proliferación de atentados por doquier, una realidad que hemos incorporado a la agenda. El libro en conjunto es, con la mencionada apreciación de que se trata de hechos archiconocidos, muy apreciable como confluencia de diferentes puntos de vista sobre un mismo hecho. Pero me ha gustado especialmente su parte final. Las reacciones que genera uno de los capítulos clave en esta interminable letanía. La operación en la que Osama Bin Laden acana muerto y su cadáver es sumergido en el Océano para cumplimentar con la ley islámica a la vez que evitar su emplazamiento como mártir. Curiosos puntos de vista donde se debate virtualmente tanto sobre la legitimidad de que el líder de Al Qaeda muriera como de la conveniencia de esa alegría que inundó al pueblo americano, un pueblo herido que confundía justicia con venganza. Varios cortos artículo que vienen a representar una especie de pequeña lección sobre cómo acaban funcionando las sociedades como conjunto cuando una circunstancia las amenaza.
Es curioso como lo que se consideran "acontecimientos destacados de la historia de la HUMANIDAD" sean hechos que afectan a solo occidente, el resto ya tal...
ResponderEliminarEl libro pinta interesante en cuanto al debate que comentas sobre lo que es lícito o no, como el tema de echar un cadáver al mar por pura venganza.
A mí también me parece un libro interesante y agradezco lo des a conocer. También me gustó la introducción que haces, la cual comparto en idea, aunque agrego que esa sobreinformación es bastante mala, según mi punto de vista.
ResponderEliminarMe voy a permitir agregar algo, ya que hablas sobre los acontecimientos más importantes en la historia de la humanidad.
Posiblemente no haya nadie más decisivo en la historia de la humanidad y del planeta, desde principios del holoceno hasta hoy, que Fritz Haber, padre de la guerra química, que logró sintetizar amoníaco partiendo del nitrógeno del aire. Este acontecimiento no tiene igual en nuestra historia. El NH3 fue nuestro mejor y peor invento.
Disculpen que siempre aproveche para irme por mis ramas, pero nunca sobran los mensajes ecológicos.