Título original: Pachinko
Traducción: Eva González Rosales
Año de publicación: 2017
Valoración: bastante recomendable
A menos que uno sea aficionado a los juegos de azar o a la cultura asiática, desconocerá qué significa el sugerente título de esta novela. Para aquellos que desconozcáis el término, Pachinko es el nombre de una especie de tragaperras muy común en países asiáticos, aunque de funcionamiento más cercano al Pinball. Y sí, probablemente pensaréis cómo encaja este título en una novela sobre la historia de una saga familiar, porque, en el fondo, de eso trata el libro. Pues bien, sin desvelar la trama, y yendo al terreno conceptual, uno se puede aventurar a que el nombre engloba lo que la autora narra en este libro. El Pachinko como analogía de la vida: un juego donde el azar es un elemento clave, un sistema donde hay vidas que encajan perfectamente en el juego mientras otras quedan fuera de forma marginal e irrelevante, un sistema de engranajes que actúa en cada una de las vidas, encaminándolas hacia un futuro de éxito o fracaso, un diseño donde las posibilidades toman diferentes trayectos hasta llegar a su fin, vinculado directamente al camino tomado, pasando por diferentes etapas cual familia a través de sus generaciones Así, el Pachinko funciona como metáfora perfecta de lo que la novela nos ofrece, una emotiva trama familiar.
De esta manera, Min Jin Lee narra la historia de cuatro generaciones de una familia coreana, en la lucha por salir adelante a pesar de múltiples desgracias e impedimentos que las persiguen. Sin entrar en detalles del argumento, pues gran parte del interés del libro se encuentra en seguir la evolución de los personajes, puedo afirmar que estamos delante de un gran libro sobre sagas familiares, sobre la lucha y capacidad (especialmente focalizando la visión desde el punto de vista de las mujeres) de salir adelante cuando todos los elementos parecen estar en contra.
Centrando la historia en Sunja, una chica coreana de origen humilde y nacida en una zona rural, la historia que nos narra la autora es una historia de fortaleza y valentía, de superación a las adversidades y crecimiento prematuro por las circunstancias acontecidas, con la dureza necesaria para salir adelante a pesar de tener todo en contra. Partiendo de Sunja, la historia que explica la autora sirve también para poner de manifiesto las dificultades de una familia coreana para arraigar en una cultura como la japonesa, que se siente superior en educación y en clase. De esta manera, la autora nos hace partícipes de la dificultad de una familia inmigrante para salir adelante cuando todos los medios van a la contra, y en medio de tanta hostilidad ambiental, tanta dificultad económica y tanta diferencia social y dificultad de integración, sobresaliendo por encima la lucha por salir adelante, la resiliencia necesaria para sobrevivir, la capacidad de sobreponerse a los contratiempos y desafíos que el día a día obliga a encarar. Así, la autora teje una historia familiar donde trata temas tan plurales como la dificultad en la integración de una familia en una tierra que les es ajena, donde el trato dispensado a los extranjeros aumenta las diferencias entre culturas, donde aquellos que provienen de otros países son tratados como inferiores. Una bella historia de compromiso y tenacidad, de amor y dedicación, de bondad y astucia, de temores y superación.
El principal mérito de la autora consiste en haber creado una historia capaz de mantener la atención del lector durante toda su extensión. La autora es hábil en su estilo narrativo al ser capaz a de combinar a la perfección el ritmo pausado habitual de las novelas asiáticas con el ritmo suficiente para atrapar al lector. De igual modo, el estilo de escritura se adapta perfectamente a una novela que empieza a principios de siglo XX, pero con un lenguaje más cercano a nuestros días. Con ello se consigue una proximidad con el lector, a la vez que mantiene el tono correspondiente a una novela histórica. De esta manera, sin prácticamente fisuras narrativas, la autora consigue mantener el interés en la historia de la familia en el día a día a la vez que permite ver a través de sus ojos las dificultades surgidas a partir de las guerras entre territorios, especialmente a raíz de la Segunda Guerra Mundial, pues los hechos históricos conforman un personaje más de la historia, perfectamente encajado, de manera natural. Asimismo, la autora muestra, con gran habilidad, la lucha de las mujeres, encarnada en Sunja a lo largo de toda su vida, la valentía y determinación para salir adelante teniendo todo en contra. El sacrificio y el silencio guardado por no deshonrar a la familia, el trabajo incansable en la lucha para poder dar a los hijos una mejor vida que la vivida, el desafío vital de quién únicamente se tiene a sí mismo. Y el orgullo, fuente de energía, pero también causa de sufrimiento.
Sin ser un gran aficionado a los libros basados en tramas familiares, debo reconocer que la historia que la autora ha escrito me mantuvo enganchado al libro hasta el final y lo consiguió por el estilo impregnado por la autora, con una obra que brilla por su proximidad, pues con pocos personajes es capaz de conseguir la intimidad suficiente para empatizar con la familia protagonista. Este es otro de los aspectos positivos de la novela, pues con muy pocos personajes la autora tiene suficiente para desplegar un amplio conjunto de matices, de explorar con profundidad los personajes, de ofrecer un extenso espectro de características que permiten empatizar con ellos, por su humanidad y personalidad, logrando que el lector queda atrapado en una apasionante historia de superación, de lucha, de adversidades, de amor por la familia y por la tierra, de arraigo, de vínculos y de pertenencia. La autora consigue dotar de personalidad propia cada uno de los personajes, y darles el suficiente peso en la historia para que todos ellos sean relevantes, todos tengan voz propia, todos tengan los matices suficientes para poder ser los narradores. En definitiva, una gran historia de honor, de respeto y de superación.
De esta manera, Min Jin Lee narra la historia de cuatro generaciones de una familia coreana, en la lucha por salir adelante a pesar de múltiples desgracias e impedimentos que las persiguen. Sin entrar en detalles del argumento, pues gran parte del interés del libro se encuentra en seguir la evolución de los personajes, puedo afirmar que estamos delante de un gran libro sobre sagas familiares, sobre la lucha y capacidad (especialmente focalizando la visión desde el punto de vista de las mujeres) de salir adelante cuando todos los elementos parecen estar en contra.
Centrando la historia en Sunja, una chica coreana de origen humilde y nacida en una zona rural, la historia que nos narra la autora es una historia de fortaleza y valentía, de superación a las adversidades y crecimiento prematuro por las circunstancias acontecidas, con la dureza necesaria para salir adelante a pesar de tener todo en contra. Partiendo de Sunja, la historia que explica la autora sirve también para poner de manifiesto las dificultades de una familia coreana para arraigar en una cultura como la japonesa, que se siente superior en educación y en clase. De esta manera, la autora nos hace partícipes de la dificultad de una familia inmigrante para salir adelante cuando todos los medios van a la contra, y en medio de tanta hostilidad ambiental, tanta dificultad económica y tanta diferencia social y dificultad de integración, sobresaliendo por encima la lucha por salir adelante, la resiliencia necesaria para sobrevivir, la capacidad de sobreponerse a los contratiempos y desafíos que el día a día obliga a encarar. Así, la autora teje una historia familiar donde trata temas tan plurales como la dificultad en la integración de una familia en una tierra que les es ajena, donde el trato dispensado a los extranjeros aumenta las diferencias entre culturas, donde aquellos que provienen de otros países son tratados como inferiores. Una bella historia de compromiso y tenacidad, de amor y dedicación, de bondad y astucia, de temores y superación.
El principal mérito de la autora consiste en haber creado una historia capaz de mantener la atención del lector durante toda su extensión. La autora es hábil en su estilo narrativo al ser capaz a de combinar a la perfección el ritmo pausado habitual de las novelas asiáticas con el ritmo suficiente para atrapar al lector. De igual modo, el estilo de escritura se adapta perfectamente a una novela que empieza a principios de siglo XX, pero con un lenguaje más cercano a nuestros días. Con ello se consigue una proximidad con el lector, a la vez que mantiene el tono correspondiente a una novela histórica. De esta manera, sin prácticamente fisuras narrativas, la autora consigue mantener el interés en la historia de la familia en el día a día a la vez que permite ver a través de sus ojos las dificultades surgidas a partir de las guerras entre territorios, especialmente a raíz de la Segunda Guerra Mundial, pues los hechos históricos conforman un personaje más de la historia, perfectamente encajado, de manera natural. Asimismo, la autora muestra, con gran habilidad, la lucha de las mujeres, encarnada en Sunja a lo largo de toda su vida, la valentía y determinación para salir adelante teniendo todo en contra. El sacrificio y el silencio guardado por no deshonrar a la familia, el trabajo incansable en la lucha para poder dar a los hijos una mejor vida que la vivida, el desafío vital de quién únicamente se tiene a sí mismo. Y el orgullo, fuente de energía, pero también causa de sufrimiento.
Sin ser un gran aficionado a los libros basados en tramas familiares, debo reconocer que la historia que la autora ha escrito me mantuvo enganchado al libro hasta el final y lo consiguió por el estilo impregnado por la autora, con una obra que brilla por su proximidad, pues con pocos personajes es capaz de conseguir la intimidad suficiente para empatizar con la familia protagonista. Este es otro de los aspectos positivos de la novela, pues con muy pocos personajes la autora tiene suficiente para desplegar un amplio conjunto de matices, de explorar con profundidad los personajes, de ofrecer un extenso espectro de características que permiten empatizar con ellos, por su humanidad y personalidad, logrando que el lector queda atrapado en una apasionante historia de superación, de lucha, de adversidades, de amor por la familia y por la tierra, de arraigo, de vínculos y de pertenencia. La autora consigue dotar de personalidad propia cada uno de los personajes, y darles el suficiente peso en la historia para que todos ellos sean relevantes, todos tengan voz propia, todos tengan los matices suficientes para poder ser los narradores. En definitiva, una gran historia de honor, de respeto y de superación.
Suena bien, me pasa lo mismo que a ti, no suelo tender a las sagas familiares, pero esta parece que merece la pena.
ResponderEliminarBesos.
Hola, Sol. Te entiendo perfectamente. De hecho, cuando lo compré, mi librero de cabecera me dijo "no me parecía que te gustaran este tipo de libros" a lo que yo le contesté "haces bien, a mí tampoco me lo parece" ;-)
ResponderEliminarBromas aparte, y aún siendo cierto lo que cuento, la verdad es que cogí el libro porque había oído hablar muy bien de él y me sorprendió gratamente. Una lectura muy interesante, y que para nada larga a pesar de su extensión. Si te quieres atrever con una historia familiar para cambiar de registro, prueba con este.
Saludos, y gracias por comentar.
Marc
A Mi me está gustando. Muy entretenido, te engancha desde el principio.
ResponderEliminarHola, anónimo. Lo celebro, es un muy buen libro. Si te animas a dar tu opinión o valoración cuando lo acabes, será un placer leerte y contrastar opiniones.
ResponderEliminarSaludos, y gracias por comentar.
Marc
Hola a todos los uladianos (quizás todos tengamos un uladiano dentro). Desde que Kepa Murúa y su Bassarai ediciones nos introdujera al autor Yi Sang (luego otras editoriales nos adentraron en el universo de otros autores más modernos, como por ejemplo Munyol), hemos podido degustar la particular estética de este país asiático. He leído que algunos críticos llegan a comparar a esta autora con la nórdica Sigrid Undset, y probablemente se trate de las obras maestras de ambas, Pachinko y la larguísima Cristina, hija de Lavrans. ¿Realmente llega a emular a la Premio Nobel noruega? No sé si será excesivo, pero, particularmente, yo mismo suelo inducir, en lo que me compete y atañe, a fijarnos en estas «otras literaturas» más marginales, tanto europeas como asiáticas, americanas, oceánicas.
ResponderEliminarEvidentemente, la autora es, por ejemplo, mucho más desinhibida en la exposición instintiva que la escritora nórdica y contrastar las filosofías vitales que se deslindan de las páginas también puede ser un ejercicio que enriquezca más nuestra lectura.
Sobre la traducción, las opiniones, como suele suceder en estos casos, son divergentes, un tanto extremas.
Hola, Javi. Muchas gracias por tu aportación a la entrada. Lamentablemente no conozco la obra de Sigrid Undset, por lo que no puedo comparar, pero sí coincido en que los libros que aportan una mirada a otras culturas, y por supuesto si además están bien escritos, son interesantes, pues abren nuestra mente y nos permiten acercarnos a mentalidades y culturas que no percibimos en nuestro día a día. Si además la historia te atrapa, pues ya es un valor añadido a la propia lectura.
ResponderEliminarMuchas gracias por comentar y proponer lecturas.
Saludos
Marc