Título original: The floating opera
Año de publicación: 1956
Traducción: Marcelo Covián
Valoración: muy recomendable
Al rellenar la pequeña ficha sobre el libro que hay sobre estas líneas, no he podido evitar detenerme unos segundos al comprobar que esta novela lleva más de sesenta años publicada. Y que, con los obligatorios ajustes fruto de los cambios de los tiempos, parezca aún tan adelantada a su tiempo, tan actual y tan atemporal a la vez, como si su autor (junto a un reducido grupúsculo de coetáneos) pudiera permitírselo casi sin querer. He de puntualizar que la que he leído no es la reciente traducción publicada por Sexto Piso sino la primera edición en español, que desde luego me ha parecido en todo momento muy correcta y perfectamente válida para su valoración.
Pues sí, John Barth es uno de esos autores extraños que la literatura americana nos ha deparado desde hace unas décadas y que parecen relacionarse entre sí de forma curiosa, con influencias que se cruzan y que llegan hasta muchos autores de hoy en día. Barth, en función de lo leído aquí, sería un claro precedente, por ejemplo, de ciertas obras de Auster, en su confluencia de situaciones absurdas en apariencia, en su incidencia de lo azaroso, como si sus autores fueran unos fotocopistas de la realidad que la alteran de forma sutil hasta distorsionarla de forma imperceptible, edificando sobre los pedazos de ese trabajo de defragmentación algo que parece sustancialmente diferente, y dejando piedras por el camino para recordarnos que la realidad está ahí, un par de capas más abajo.
Y La ópera flotante, su primera novela, más adelante abordaré alguna de sus novelas posteriores, esta supongo que será un punto desde el que éstas se desarrollan, pues, sin tratarse de una obra desbordante, sí que contiene aspectos que deben calificarse como novedosos o vanguardistas, más que en otro ámbito en lo relativo a su confluencia, en ese aspecto totalizador que ha acabado influyendo a mucha narrativa moderna. Así es esta historia, la de las andanzas del abogado Todd Andrews, residente en un hotel, partícipe de un triángulo amoroso consentido (lo que hoy recibe el cursi apelativo de poliamor), tanteando peligrosamente con la izquierda (recordemos que la novela se publica en unos Estados Unidos aún convalecientes del maccarthismo), atento al desarrollo de la Guerra Civil española, en una búsqueda existencialista en las simas de su persona, indagando sobre los motivos del suicidio de su padre (alusión directa a la Gran Depresión), y valorando él mismo, pero muy pronto se sabe que no, a poco que uno esté atento al texto, llevar a cabo tan terrible decisión, en una noche de un día de Junio de 1937, no recuerda cuál. Si todo ello no es suficiente, añadid escenas en las trincheras en Europa, peleas judiciales sobre testamentos que son auténticos manuales de lo descabellado, todo ello cabe aquí sin que Barth suene forzado.
Difícil considerar esto una sinopsis, más bien una mera puesta en escena pues Barth se las organiza para mantener una línea de continuidad e ir añadiendo piezas que son guiños (a tantos, hasta a Melville), consiguiendo acabar siendo pionero, que significa ser, durante un cierto lapso de tiempo, único.
Y La ópera flotante, su primera novela, más adelante abordaré alguna de sus novelas posteriores, esta supongo que será un punto desde el que éstas se desarrollan, pues, sin tratarse de una obra desbordante, sí que contiene aspectos que deben calificarse como novedosos o vanguardistas, más que en otro ámbito en lo relativo a su confluencia, en ese aspecto totalizador que ha acabado influyendo a mucha narrativa moderna. Así es esta historia, la de las andanzas del abogado Todd Andrews, residente en un hotel, partícipe de un triángulo amoroso consentido (lo que hoy recibe el cursi apelativo de poliamor), tanteando peligrosamente con la izquierda (recordemos que la novela se publica en unos Estados Unidos aún convalecientes del maccarthismo), atento al desarrollo de la Guerra Civil española, en una búsqueda existencialista en las simas de su persona, indagando sobre los motivos del suicidio de su padre (alusión directa a la Gran Depresión), y valorando él mismo, pero muy pronto se sabe que no, a poco que uno esté atento al texto, llevar a cabo tan terrible decisión, en una noche de un día de Junio de 1937, no recuerda cuál. Si todo ello no es suficiente, añadid escenas en las trincheras en Europa, peleas judiciales sobre testamentos que son auténticos manuales de lo descabellado, todo ello cabe aquí sin que Barth suene forzado.
Difícil considerar esto una sinopsis, más bien una mera puesta en escena pues Barth se las organiza para mantener una línea de continuidad e ir añadiendo piezas que son guiños (a tantos, hasta a Melville), consiguiendo acabar siendo pionero, que significa ser, durante un cierto lapso de tiempo, único.
Otras obras de John Barth en ULAD: El plantador de tabaco
Por lo que tengo entendido sus mejores obras son los tochos, tanto El plantador como El niño cabra, no?
ResponderEliminarUn saludos uladianos
Justamente estoy leyendo "La ópera foltante" y me parece que está genial. Fue el primer libro publicado por john barth. Si su línea es ésta,con ese humor tan interesante, va a ser que "El plantador de tabaco" y "El niño cabra" los lea en un futuro.
ResponderEliminarPues de momento voy a explorar al autor, y "Giles, el niño cabra" me contempla desde un estante de mi casa.
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