Idioma original: inglés
Título original: And the Weak Suffer What They ?:
Europe's Crisis and America's Economic Future
Año de publicación: 2016
Valoración: Muy recomendable (para interesados)
“Hay algo que es seguro, y es que Europa es demasiado importante como para que la dejemos en manos de sus despistados dirigentes”
Y.V.
Al escoger una cita de Tucídides (Historia
de la guerra del Peloponeso) para dar título a este ensayo, el profesor y
ex ministro griego anuncia la orientación que dará a su discurso. Y es que tras
lo evidente –su interés por reducir las enormes diferencias entre las zonas más
y menos prósperas de la Comunidad Europea– encontramos a un escritor culto, didáctico
y ameno, que además de manejar con soltura los conceptos económicos como era de
esperar, está familiarizado con los clásicos y es capaz de construir un texto
claro, conciso y perfectamente argumentado con las metáforas precisas para
hacerse entender.
Para marcar el camino recorrido desde el loable proyecto de crear una
Europa unida hasta los terribles desencuentros entre países europeos producidos
tras la crisis de 2010, Varoufakis se remonta al papel que ejerció Estados
Unidos en la reconstrucción de las economías europeas al poco de acabar la Segunda
Guerra, gracias al cual se convertiría en árbitro de la economía mundial a lo
largo de unas cuantas décadas. La explicación pormenorizada de las diferentes
fases que tuvieron lugar en el complejo entramado internacional y la postura de
los políticos más relevantes que influiría decisivamente en los acontecimientos
posteriores ocupa más de la mitad del libro. Se trataba –y no era nada fácil– de
amigar territorios que hasta hacía poco habían luchado entre ellos, de unificar
fronteras y crear instituciones comunes con el fin de reconstruir y prosperar. El
plan que levantaría Europa fue diseñado por los New Dealers de Bob Kennedy en 1944 y su derribo, provocado por su
expulsión de la zona dólar durante el mandato de Nixon en 1971, hizo plantearse
a Francia y Alemania una futura unión monetaria que, al estar mal concebida de raíz,
llevaría el germen de su posterior decadencia. Pero antes de eso Estados Unidos
adoptaría otra decisión trascendental: conseguir que el resto de países
europeos aceptase la condonación de la deuda alemana contraída antes de la
guerra convirtiendo con ello a Alemania en la potencia industrial que conocemos.
Como sabemos –y el autor explica con todo detalle –el primer paso para la
creación de una Europa unida consistió en crear, en 1951, la Comunidad Europea
del Carbón y del Acero (CECA), integrada por seis países, para establecer
precios comunes y disponer la libre circulación de mercancías que más tarde se
ampliaría a los productos agrícolas. La propuesta francesa de una moneda común constituiría
una etapa más del largo proceso, liderado por Francia y Alemania, que acabó
dando lugar a la actual Unión Europea.
Es fácil concluir que el antiguo liderazgo ha resultado decisivo para
configurarla tal como es y determinar los mecanismos de su funcionamiento. El gran
fallo –como en su momento predijo Margaret Tatcher– fue organizar la economía al
margen de la política, objetivo imposible que dejó las decisiones finales en
manos de un sistema financiero que, al no tener que rendir cuentas a los
representantes elegidos democráticamente, por fuerza condujo a un sistema
esencialmente autoritario, un sistema dirigido por burócratas franco-alemanes que
antepone el predominio de los fuertes a la esperada prosperidad de todos. El desenlace,
lejos de ser casual, fue programado a grandes rasgos por élites y monopolios
para tomar en exclusiva las riendas económicas del continente. Dentro de ese
esquema hay agravantes, como ocurrió cuando los bancos europeos se esforzaron en
conceder préstamos a los ciudadanos menos hipotecados hasta entonces, los del
sur, dejándolos con deudas imposibles de pagar una vez sobrevenida la crisis. El
predominio financiero se refuerza a base de
comportamientos, a primera vista ilógicos, como admitir en la zona euro
a países que en principio no cumplían los criterios del Tratado de Maastricht y,
una vez dentro, obligarles a cumplirlos condenándolos a una pobreza creciente.
Y no parece haber otro remedio porque no es fácil empezar de
cero recuperando la moneda anterior.
Tal desequilibrio, sin una federación que ampare a la Unión Europea ni instrumentos
que regulen los mercados, los desestabiliza y produce crisis periódicas. Pero
además Varoufakis comprende que una organización de este tipo no es inmune a
los totalitarismos, sobre todo cuando está dirigida de arriba abajo y su
riqueza se vuelve cada vez más asimétrica. De ahí, amenazas como el creciente
racismo ante quienes, se supone, vienen a usurpar derechos ya de por sí muy
deteriorados, la aparición de grupos neofascistas (sobre todo, el griego Amanecer Dorado) o las recientes
disputas entre gobiernos por el acogimiento, o no, de refugiados sirios.
Los augurios son, como mínimo, frustrantes: “En un bucle interminable de refuerzo aterrador, el autoritarismo y el
malestar económico seguirán alimentándose entre ellos hasta que Europa llegue a
su punto de ruptura”. Habrá que esperar que se equivoque. O que las medidas que propone -él y otros- se tengan en cuenta.
Muy interesante. Mientras leía tu reseña, no apartaba de mi mente un ensayo que, creo, puede ser un buen complemento de este "Una Europa Alemana" de Ulrich Beck.
ResponderEliminarPor lo visto, el alemán, además de presentar una radiografía bastante acertada de Europa, coincide con Varoufakis en los problemas que le aquejan a la unión. Creo que no indaga tanto en el pasado y la manita norteamericana, como lo hace este autor, pero sí que se extiende hablando sobre un factor muy importante, según el alemán, máxima virtud de Merkel y del resto de líderes que la secundan: La inacción.
Sé que el libro de Varufakis da a conocer interioridades de reuniones europeas. En este sentido es interesante. Pero no puedo olvidar algunas cosas. Que Shauble dijo que no había ido muy bien pero que al menos estaban de acuerdo que estaban en desacuerdo, entonces lo recuerdo muy bien Varufakis que no que ni en eso estaban de acuerdo. Otra cosa llegó diciendo que no iba a pagar la deuda cuando como bien dice Juan Ignacio Crespo una deuda no suele pagarse sino renovarse. De hecho negociando mal nadie ha hecho tanto daño como él a las clases populares griegas. Tercera cosa, hace pocas semanas oí una entrevista de él en France Culture mientras conducía mi autobús, puedo decir que habla muy bien ingles con mucho mejor acento que Mario Draghi, si se me hubiera dicho que es estadounidense lo hubiera creído pero su manera de hablar de decir que el está en lo cierto que lo demâs han sido malos con él es insoportable, su timbre de voz delata una soberbia inaguantable.Hoy tuve como cliente un marfileño que llegô a Francia hace ocho meses, salió de su país hace dos años, sé que su madre se estâ quedando ciega y su hermana de catorce años la cuida, él tiene 18 años, pasó por Libia y su barco llegô a Trapani en Sicilia, por gente como él estoy preparado a hacer cosas incluso sacrificios... Sé que el libro de Varufakis da a conocer interioridades de reuniones europeas y por eso resulta un poco interesante, en France Culture hablaba un poco mal de Moscovici pero ma darîa verguenza comprar el libro de un individuo asî aunque sea por solidaridad con los trabajadores griegos machacados por su mala y altiva actuacion. Varufakis hasta nunca.
ResponderEliminarSé que el libro de Varufakis da a conocer interioridades de reuniones europeas. En este sentido es interesante. Pero no puedo olvidar algunas cosas. Que Shauble dijo que no había ido muy bien pero que al menos estaban de acuerdo que estaban en desacuerdo, entonces lo recuerdo muy bien Varufakis dijo que no que ni en eso estaban de acuerdo. Otra cosa llegó diciendo que no iba a pagar la deuda cuando como bien dice Juan Ignacio Crespo una deuda no suele pagarse sino renovarse. De hecho negociando mal nadie ha hecho tanto daño como él a las clases populares griegas. Tercera cosa, hace pocas semanas oí una entrevista de él en France Culture mientras conducía mi autobús, puedo decir que habla muy bien ingles con mucho mejor acento que Mario Draghi, si se me hubiera dicho que es estadounidense lo hubiera creído pero su manera de hablar de decir que el está en lo cierto que lo demâs han sido malos con él es insoportable, su timbre de voz delata una soberbia inaguantable.Hoy tuve como cliente un marfileño que llegô a Francia hace ocho meses, salió de su país hace dos años, sé que su madre se estâ quedando ciega y su hermana de catorce años la cuida, él tiene 18 años, pasó por Libia y su barco llegô a Trapani en Sicilia, por gente como él estoy preparado a hacer cosas incluso sacrificios... Sé que el libro de Varufakis da a conocer interioridades de reuniones europeas y por eso resulta un poco interesante, en France Culture hablaba un poco mal de Moscovici, es el tipo de cosa que gusta que tiene morbo como se dice pero me daría vergüenza comprar el libro de un individuo asî por solidaridad con los trabajadores griegos machacados por su mala y altiva actuación. De coincidir en el café central madrileño seguro que compartiría con él el gusto por el jazz y por los cacahuetes salados pero no buscaría un sitio cercano. Varufakis hasta nunca.
ResponderEliminarHola Interlunio. Supongo que los puntos de vista de los dos autores son tan opuestos que por fuerza tiene que influir en cómo valoran la Unión. Alemania es -como todos sabemos, no tiene que venir ningún ministro griego a contárnoslo porque ya lo dice la prensa- quien lleva la batuta, y Grecia es el país más afectado dentro del grupo de afectados en el que se encuentra también España. Los motivos de este predominio se exponen muy bien en el libro y vienen, como digo, de atrás. En cuanto a Merkel, como el resto de políticos europeos, tampoco podría hacer gran cosa en caso de que no quisiera defender a toda costa a la banca alemana. Las decisiones se toman al margen de la política por una burocracia con las manos libres para actuar según sus intereses.
ResponderEliminarAnónimo. El libro explica el proceso de constitución de la UE y su desarrollo una vez constituida. No cuenta cotilleos internos (si te refieres a eso), ni nada que no pueda aparecer en la prensa: declaraciones de políticos, votaciones etc. Y menos mal, porque en ese caso hubiese tenido que dejarlo de puro aburrimiento. En la personalidad del autor o sus ideas no entro, yo solamente traslado lo que dice el libro y cómo lo dice.
Saludos a los dos
Gracias por responder.
ResponderEliminarLa postura de Beck no creo que sea opuesta a la del griego; el alemán es bastante duro con esta Europa que no se construye desde abajo y mantiene en su status a ciudadanos y naciones de distinta clase. Con la barbaridad de que nosotros rescatemos bancos, y con líderes políticos centrados únicamente en ganar las próximas elecciones en sus respectivas naciones. Me parece complementaria por el hecho de que Beck sea alemán y, justamente, porque no produce el rechazo que el griego genera, como se puede ver en el comentario de anónimo.
Por el contrario, Beck es europeista como el que más, de los que vivían en la locomotora, y sin haber leído a Varoufakis, asumo que presenta un diagnóstico bastante parecido. Creo que ese es el valor.
Por más que el ensayo del que hablo pertenezca al 2010, se adelantó al Brexit y, yo lo encontré sumamente actual y necesario.
No dudo de que tú o Carlos, que parecen ser los más dados a los ensayos, se lo pulan en una tarde y dejen a los lectores del blog una buena reseña.
Hola otra vez, Interlunio. Después de enviar el comentario me di cuenta de que la expresión "punto de vista" quedaba un poco ambigua y por tanto podía interpretarse en otro sentido. No hablaba de ideología, no conozco las ideas del escritor que mencionas ni sé nada de él, la verdad. Utilicé "punto de vista" en el sentido que se le da al hablar de literatura, o sea, la posición particular que ocupa el narrador respecto a la acción (narrador omnisciente, protagonista, personaje secundario, simple observador, alguien que ha recibido noticias indirectas, el que escribe las misivas en el género epistolar etc.) Dicho con otras palabras, se trata de la PERSPECTIVA. Según esto, el escritor alemán, independientemente de sus ideas (que, repito, no conozco) vería la Unión Europea desde una posición personal privilegiada, desde el ático del edificio, por usar una metáfora simple, ya que pertenece al país más próspero de todos, mientras Varoufakis la ve desde una posición de desprotección (me refiero en este caso a su país), y más refiriéndose, como hace en el libro, a un momento, el del rescate, particularmente crítico para Grecia. Su posición, perspectiva o punto de vista estaría, pues, en el sótano del edificio.
ResponderEliminarDe eso hablaba, y no de la similitud o divergencia de sus ideas, que no puedo comparar ya que de uno de los dos no tengo ninguna referencias.
En cuanto al libro que recomiendas, te lo agradezco, pero tengo lecturas previstas para año y medio por lo menos, y son obras que me interesan mucho.
Saludos y gracias