Año de publicación: 2008
Valoración: Muy (pero muy, muy) recomendable
Un hombre abandona la ciudad y no se sabe de él durante
treinta años. Al cabo de ese tiempo vuelve, busca a uno de sus antiguos amigos
y charla con él en un bar. Para contar esto, Juan José Saer emplea unas
cincuenta páginas. Como emplea grandes párrafos o varias páginas para describir
cómo alguien abre un paraguas plegable o cose un botón, o la búsqueda de una pauta para
consumir un plato de aceitunas verdes y negras en función de la potencia de su respectivo sabor. Qué quieren que les diga, son muchas, sí, pero qué páginas. La prosa de
Saer puede parecer excesiva, con su frase demorada, sinuosa, en la que una
subordinada se descubre en el interior de otra subordinada, y así
sucesivamente, como matrioshkas o pequeños puzles, oraciones interminables que
son como un eco de pensamientos no errantes sino, al contrario, de una
precisión mareante. Frases que requieren leerse un poco hacia delante y hacia
atrás, que necesitan reconstruirse, que se inflan como una burbuja creciente e
impredecible y terminan estallando en un verbo solitario. Pero nada es
gratuito, todo está donde debe estar y en su dosis exacta. Si encima sabemos
–luego diré por qué- que este caballero, Saer, apenas corregía nada de sus
escritos, lo que sugiere que todo ese torrente le salía con naturalidad,
llegamos a la conclusión de que era un monstruo.
Pero vayamos por partes. ‘La grande’ es de alguna manera una
novela coral sin más hilo argumental que el retorno a que me refería al
principio, y que desemboca en una reunión de amigos en torno a un asado, un día
de verano. De forma que las cuatrocientas y muchas páginas se dedican a explorar,
a veces en el pasado de alguno de los personajes, otras veces en su
personalidad, o en aspectos sociales o literarios. Así nos enteramos de que
Gutiérrez, el retornado, fue pasante de un despacho de abogados que uno de sus
socios, Mario Brando, utilizó como sala de máquinas de un movimiento literario
local conocido como precisionismo. La peculiar personalidad de Brando y su
contacto con la élite social y militar del país provocan la agitación del
ambiente cultural, y suscitan el estudio del fenómeno por parte de alguno de
los personajes, al mismo tiempo que el desprecio de otros. En contacto con ese
entorno por diferentes vías se encuentra Nula, un joven vendedor de vinos con
aspiraciones intelectuales y la autoestima en posición cenital, que a su vez tuvo
una relación poco común con la hija de aquel Gutiérrez. Teniendo como fondo, como
transparentándose, la pequeña historia del singular movimiento literario, se
van superponiendo diferentes planos temporales de todos estos personajes,
descritos con calma, de forma pausada y concienzuda, entreverados con la
climatología cambiante, paisajes fluviales o ligeras inmersiones en los aconteceres
políticos.
Como decía, la prosa de Saer no se parece a nada corriente,
cuesta asimilar su envergadura en un primer momento, incluso puede resultar
pesada cuando hemos consumido digamos un cuarto, o un tercio, y vemos lo poco
que hemos avanzado si atendemos a un modelo argumental preconcebido. Pero en mi opinión, y
sin pretender pontificar, cuando uno se enfrenta a textos así, tan poderosos o
tan alejados de lo convencional –en ritmo, en forma, en perspectiva-, la clave
está en dejarse llevar, no pretender dominar el trabajo del autor sino
sumergirse en la corriente que propone. En este caso al menos, el resultado es
reconfortante.
Con todo lo dicho hasta ahora, descripciones que rozan el
hiperrealismo, manejo mágico del lenguaje, encaje perfecto de las diversas líneas
del relato, por supuesto humor fino, inteligente, sin rehuir la crudeza en su
momento justo, con todo ello ¿le podemos pedir más, algo que nos moviese a
ponerle el cartelito de Imprescindible? ¿Tal vez un argumento de mayor recorrido, más
visual o estimulante para el lector? ¿Personajes algo más humanos, menos
sutiles, o que a veces no parezcan algo plastificados? ¿Quizá Leopold Bloom
podía haber sido un tipo un poco más interesante, o podía haber ocurrido algo menos vulgar aquel 16 de junio en el Dublín del 'Ulises'? Pues tal vez, nada es perfecto,
pero si escrutamos un poco más, tras la aparente linealidad de esos personajes encontraremos
siempre algunos misterios, zonas de sombra a veces importantes y otras veces
nimias, que quedarán en ocasiones desveladas y otras ocultas para siempre. Y para eso hay que mirar con atención, con pausa.
El caso es que después de esa inmensa marea de literatura con
mayúsculas que contiene el libro, tras el memorable (y esta vez breve) cuadro
de un colibrí que aparece en el jardín y deja petrificados a los presentes, el
relato queda cortado de cuajo. Saer murió justamente cuando se encontraba a
punto de terminar el libro y, según la nota del editor que se incluye al final (por ella sé lo de las correcciones),
tenía proyectado un capítulo final mucho menos extenso que los anteriores, de
forma que nos queda la clara sensación de quedarnos al borde de algo, una
sensación que hace de la novela, por inconclusa, algo todavía mucho más grande.
Maldita sea.
Otras obras de Juan José Saer en ULAD: La pesquisa, El entenado, Nadie nunca nada, Cicatrices
Otras obras de Juan José Saer en ULAD: La pesquisa, El entenado, Nadie nunca nada, Cicatrices
Cuáles serían sus libros más recomendables?
ResponderEliminarMe llaman más la atención La pesquisa o Glosa.
Un saludo
Yo empezaría por Cicatrices y seguiría por El entenado o Nadie nada nunca. Las tres son, cada una con su particularidad, novelas notables.
EliminarTodos los libros de Saer son recomendables, los que más me gustan pueden ser Glosa y Lo imborrable. Además de la poesía, lo único que no leí es La Grande, seguramente de alguna forma por retrasar el final del que se habla en la reseña. Tengo la novela hace algunos años y no puedo encararla como sí hice con el resto.
ResponderEliminarGran reseña Carlos. Saer era indudablemente un grande. Me permito sugerir que reseñen en algún momento a Andres Rivera y Abelardo Castillo: dos grandes escritores argentinos. Merecen ser leídos.
ResponderEliminarSaludos
Muy buena reseña Carlos, sin duda un autor para leer concentrado y poniendo atención a cada detalle de esa prosa fina y detallista.
ResponderEliminarTengo pendiente la pesquisa, y sí, la prosa envolvente que utiliza da casi miedo
ResponderEliminarGracias a todos por los elogios. Sí es cierto que la prosa de Saer puede dar un cierto respeto, pero entiendo que tampoco resulta tan intimidante como parece. De hecho, basta con tomarlo con algo de calma y dedicarle un poco de cariño. Así, está garantizado disfrutarla.
ResponderEliminarSobre otras obras de Saer, lo mejor es que os conteste Francesc, que sin duda lo conoce mucho mejor que yo.
Muchas gracias por vuestras opiniones.
Por alusiones, Carlos. Cualquier Saer (tengo dos más preparados en el estante) es altamente recomendable, pero mis debilidades absolutas son La pesquisa y El entenado, éste último un texto que se desmarca de su imaginario habitual de entornos y personajes, casi una novela histórica.
ResponderEliminarEn 'La grande' reaparecen varios personajes que parecen recurrentes en Saer. Pero como experto en este autor, Francesc, sería interesante que lo leyeses y nos dieses tu opinión. Aunque es cierto que es un medio-tocho que requiere un cierto tiempo.
ResponderEliminarSaludos a todos.
Estoy muy interesado en comenzar a leer a Saer, lo conozco solo de sus prologos a la obra de Onetti y de Di Benedetto... Me interesaba esta novela pero estas diciendo que esta inconclusa o no tiene final ?
ResponderEliminarPues eso es exactamente lo que ocurre. Pero tampoco se echa de menos un final, hasta es la impresión de que Saer lo podría haber dejado así de abierto si se lo hubiera planteado. Sobre posibles libros para empezar con este autor, lo mejor sería que echases un vistazo a las otras reseñas, que están indicadas abajo.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por participar.
Imprescindible
ResponderEliminar, Saer! Para mí su mejor libro es El limonero real. Ahora estoy leyendo La grande, y me parece tan genial como toda su obra.