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martes, 12 de diciembre de 2017

Martín Caparrós: Larga distancia

Año de publicación: 1992
Valoración: Muy recomendable

No es fácil etiquetar este libro. O, mejor dicho, no es fácil etiquetar este libro en una sola categoría porque "Larga distancia" es, al mismo tiempo, crónica o reportaje periodístico, relato puro y duro, ensayo y crónica de viajes. Y es que los dieciocho textos que componen esta edición 2017 de "Larga distancia", cortesía de Malpaso, son de lo más variopinto, tanto en género y extensión como en ubicación geográfica.

Escritos todos ellos a finales de los 80 y primeros 90 y originalmente publicados en 1992, los textos se sitúan, entre otros, en lugares tan dispares como la Rusia post-perestroika, la China post-Tiananmén, el Haití de Jean Bertrand Aristide o la Bolivia cocalera. En cuanto a género, se alternan, mayoritariamente, las crónicas periodísticas con relatos más o menos ficticios sobre personajes históricos.

Las crónicas periodísticas son impresionantes. No me ando por las ramas: me han encantado. Con una mezcla de datos objetivos (estadísticas de producción, cifras de exportaciones, etc), observaciones subjetivas y entrevistas con testigos o protagonistas directos de los acontecimientos, ya sea el presidente Jean Bertrand Aristide o un violinista callejero, Caparrós pone de manifiesto las contradicciones provocadas por la "aceleración (¿o fue el fin?) de la historia" que tuvo lugar a finales del siglo XX. Valga como ejemplo la URSS en descomposición, con sus viejos nostálgicos y los jóvenes deseosos de McDonalds y Mercedes; también la China de principios de los 90, en un desaforado proceso de occidentalización que hace aún más visibles los contrastes derivados de aquello de "un país, dos sistemas"; o la Bolivia que ignoró e incluso delató al Che y su guerrilla y que ahora lo venera como un santo. 
Merece también la pena destacar esas observaciones subjetivas del autor. Es innegable su sesgo ideológico (alguien dijo por ahí que somos subjetivos porque no somos objetos). Independientemente de ese sesgo, Caparrós marca distancia con las realidades de las que escribe, tratándolas en muchos momentos con buenas dosis de ironía. Por último el estilo del autor, directo y ágil, hace que nos traslademos en un abrir y cerrar de ojos a los lugares que los protagonizan y que la lectura de las crónicas sea sumamente entretenida.
No quisiera en esta parte de la reseña olvidarme del texto "Malcolm Lowry. Ni el volcán", una tremenda entrevista con el autor británico que, por sí sola, es una verdadera joya.

Intercalados entre las crónicas periodísticas nos encontramos con breves semblanzas, a modo de relatos cortos, de personajes como Fouché, Alcibíades o Saderman, poliemigrado ruso del que Caparrós nos narra su peculiar descubrimiento de América. Estos textos son aún más irónicos que los de marcado carácter periodístico, pero he decir que me han resultado menos interesantes.

Y es que aquellos tienen un nivel muy alto. Además de su innegable calidad literaria, poseen la virtud de la inmediatez, de generar imágenes casi documentales y de meternos de lleno, en apenas unas frases, en realidades tan distintas y distantes.

Eso sí, tanto en unos textos como en otros, siempre están el viaje y el mito, tan unidos desde aquellos lejanos días de islas soñadas y cantos de sirena. El viaje como experiencia, ya sea por trabajo o por ocio, iniciático o de huida, en el que lo importante es llegar, mirar, observar y, por encima de todo,  volver para contarlo


También de Caparrós en ULAD: Aquí

4 comentarios:

  1. Os ha dao con Caparró jeajjaaj

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  2. Yo leí este mismo año "Lacrónica", que también recoge textos periodísticos de Martín Caparrós, de viajes, de vivencias, de crítica social, y me pareció soberbio.

    Y qué decir de "El hambre", que debería ser de lectura obligatoria.

    Es un gran autor. Un gran periodista.

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  3. Bueno, ha sido mi primer Caparrós y la experiencia ha sido muy positiva. Repetiré, seguro.
    Por cierto, David! Mirando tu biografía lectora que se publicó en ULAD, veo que tenemos un pasado en común, en forma de colegio, biblioteca y un tal Mikel que nos metió el gusanillo este de la lectura. Qué puntazo!

    Un saludo y gracias por los comentarios

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  4. Larga distancia y Lacrónica me han parecido libros inferiores a Una luna y El interior.

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