Idioma original: Inglés
Año de publicación: 1938
Traducción: Lidia Pelayo Alonso
Valoración: Recomendable
Podría parecer que la era de las grandes expediciones (léase también hazañas o tragedias) polares
terminó con la llegada de Amundsen al Polo Sur y el trágico final de la
expedición de Scott. En cierto modo, así fue. Desde entonces, la mayor parte de
los esfuerzos de las grandes potencias y de los exploradores de la época se
concentraron en los únicos puntos de la tierra aún no “conquistados”: los ochomiles.
Pese a lo anterior, la gran atracción que el continente
antártico seguía ejerciendo sobre múltiples aventureros dio lugar a
expediciones ya míticas, como la del Endurance (de Ernest Shackleton) o está de
Richard Byrd.
Byrd, que en el momento de la expedición de la que hoy
hablamos ya contaba con 45 años, poseía una amplia experiencia en las zonas
polares. Entre otros logros, había sobrevolado ya en 1926 el Polo Norte (aunque esto n o parece
estar del todo claro), en 1929 el Polo Sur, descubrió la Tierra de Marie Byrd y
exploró la Tierra de Eduardo VII, etc.
Con todo este bagaje a sus espaldas, en 1934 se embarcó en
un viaje de carácter científico / personal que le llevaría a adentrarse unos
200 kilómetros en el interior del continente y a pasar cuatro meses y medio en
soledad en pleno invierno antártico. Tal y como el mismo explica, el motivo del
viaje tenía una doble vertiente: la científica, con el fin de obtener datos
meteorológicos de zonas de las que aún no se poseían registros, y la personal,
con el objeto de vivir una experiencia límite saboreando, al mismo tiempo, la
paz, la tranquilidad y la soledad. Vaya, algo parecido a lo que hizo Thoreau
con su Walden (salvando las distancias).
Pero las cosas se truncaron. Desde el inicio, una serie
de dificultades provocó retrasos y una pérdida de energías que parecían
presagiar lo peor. En un primer momento, cierta ineptitud con el material obliga
a Byrd a emplear parte del tiempo en labores de vigilancia, reparaciones domésticas
y labores de intendencia que le ayudan a crear unas rutinas de trabajo y a
sobrellevar relativamente bien los primeros días.
Fue un espejismo. Con la llegada de la noche polar, el frío extremo y la multiplicación de los problemas, entre los que cabe destacar el permanente riesgo de intoxicación por los gases de estufas y equipos eléctricos, la enfermedad y la incapacidad para realizar los actos más básicos, se produce su desmoronamiento, que le llevará hasta el punto de coquetear seriamente con la muerte.
Pese a lo que pueda parecer, el libro no es un “libro de
aventuras polares”. De hecho, buena parte del mismo es un ejercicio de
introspección, casi un viaje interior, en el que Byrd llega, sin quererlo, a desmitificar
la figura del explorador polar. Asistimos a la experiencia personal de Byrd, a
su evolución en los durísimos cuatro meses y medio que permaneció en
soledad en la Base Avanzada, a sus
rutinas de trabajo, a sus meros esfuerzos por sobrevivir, a las reflexiones de
todo tipo con las que acompaña las observaciones meteorológicas.
Obviamente, la narración posee un componente aventurero casi
épico, especialmente en la parte en la que el desmoronamiento físico y mental
de Byrd llega a su punto álgido, que da mayor agilidad al relato.
Es, en todo caso, un libro sumamente agradable (de leer) que
aquellos que hayáis leído “El peor viaje el mundo” o “Atrapados en el hielo”
encontraréis sumamente disfrutable. Y los que no lo hayais leído... pues también. ¡Que no todo van a ser libros sesudos, hombre!
Koldo,
ResponderEliminarNo sé si era un buen escritor porque no he leído el libro pero indudablemente era un tipo con agallas.
Saludos
Gracias, es un libro muy bueno. Yo, al menos, lo disfruté y lo guardo en mi.
ResponderEliminarSaludos.
Gabriel: el hombre se hace entender y transmite de forma convincente sus experiencias. Y sí, las pasó canutas allí
ResponderEliminarClarisa: yo tb lo he disfrutado, como me pasa con casi todos los libros de esta temática, por otra parte.
Gracias a ambos por los comentarios!
No lo conocía. Tomo nota.
ResponderEliminarTengo aun a la espera en la biblioteca "El peor viaje del mundo".
Estos libros de expediciones polares son siempre interesantes.
Saludos.
Hola Pablo: A mi este tipo de libros me encantan. Y "El peor viaje del mundo" lo leí hace años y me encantó. Te lo recomiendo totalmente
ResponderEliminarAbrazo!